Paz Fernández Cueto
Dicen que es muy poca la diferencia entre hombres y mujeres, pero: “¡Viva la diferencia!” expresión que se acuñó en Francia a propósito de la distinción y reciprocidad de los sexos. Después de ver en YouTube el documental de Jordan Peterson, preguntando a personas de diversos ámbitos y culturas en distintos puntos geográfico del planeta: ¿qué es una mujer…? caemos en la cuenta de que, la mayoría, no pudo contestar sobre algo que hasta hace poco resultaba evidente. Las respuestas van desde la evasión, la agresión, el desconcierto o el rechazo, hasta intervenciones que provocan risa rayando en lo absurdo. Es sorprendente el no poder descifrar algo que atañe tan de cerca al conocimiento humano siendo que, lo primero que se intenta averiguar a la espera de un bebé, es si se trata de una niña o de un niño. Gracias a la tecnología, el sexo se distingue a los pocos meses de gestación por los caracteres sexuales externos, y, genéticamente por el par de cromosomas 23 (XX o XY). En el posterior desarrollo intra y extrauterino es importante la acción de las hormonas que determinan el desarrollo sexuado e influyen en el desarrollo del sistema nervioso, configurando de modo diferencial el cerebro del hombre y de la mujer. La diferencia más allá de lo biológico tiene que ver también con las habilidades cognitivas y emocionales de cada sexo.
Para saber lo que es una mujer es imprescindible saber en paralelo lo que es un hombre. Ya lo decía Julián Marías escritor y filósofo de nuestro tiempo: no se puede saber lo que es la mano derecha si no se reconoce que existe una izquierda. Somos seres relacionales, mujeres y hombres nos reconocemos en relación con el otro, somos y nos entendemos siendo distintos y a la vez complementarios, con un denominador común base de la igualdad en dignidad y derechos. Por otra parte, la abundancia y diversidad de datos que han arrojado las ciencias empíricas, nos llevan a reconocer la realidad biológica del sexo, y la del género que tiene que ver con la antropología social y cultural. El sexo no se reduce a la pura genitalidad, cada persona es sexuada en todo su cuerpo desde la concepción, y sexuada se desarrolla intrauterinamente hasta cuando vive en sociedad.
Cuando decimos hombre – varón, se tiende a subrayar lo humano en general. Así se dice que el hombre ha llegado a la luna, que es racional, que es un ser inteligente, que ha logrado grandes progresos a lo largo de la historia de la humanidad etc., etc.…, sin hacer hincapié en lo estrictamente masculino. Por lo contrario, al tratar sobre la mujer se tiende a enfatizar lo femenino, sin atender a lo que hay común entre ambos. Los estudios sobre la mujer que partían de las diferencias descuidaban su condición de igualdad y derechos en relación con el hombre. Reconocer una naturaleza humana sirve para reafirmar la igualdad esencial entre el hombre y la mujer, pero es necesario, también, reconocer las diferencias. Curiosamente, este común denominador llamado naturaleza, este que identificamos sin problema cuando hablamos del cosmos — el hábitat que nos rodea—, que reconocemos como algo sagrado al referirnos a la conservación y preservación de las especies, se pone en entredicho cuando se refiere a la naturaleza que encarnamos.
Desconocer la naturaleza humana como pretende la ideología de género, es exponerla a todo tipo de manipulación. Lo vemos en el adoctrinamiento impuesto en políticas públicas a través de programas y contenidos educativos. Apoyado por los intereses económicos de los grandes consorcios, la ideología de género está presente en la industria cinematográfica y en los medios de comunicación. Ante esta imposición globalizante se están dando distintas reacciones, como sucedió recientemente en USA contra el consorcio de las tiendas Target a través del boicot comercial que le aplicaron, en protesta por su campaña LGTB dirigida a los niños. O la disputa de Ron De Santis gobernador de Florida vs Disney de Orlando, por no acatar sus políticas de frenar la propaganda Gay. O el conocido caso de Bud Light dejando a esa industria al borde de la quiebra, tras perder 4 mil millones de dólares por su mercadotecnia trans.
Mujeres y hombres tienen la misma dignidad, gozan de los mismos derechos y participan de las mismas oportunidades, pero ¡Viva la diferencia! Esto es algo que nadie puede ignorar.
Paz Fernández Cueto
Estudió Historia del Arte en la UIA Filosofía en la UP y Orientación Familiar en el IESE de Navarra.
Movida por el compromiso de retribuir a la sociedad lo recibido, ha participado desde su fundación en distintas asociaciones civiles enfocadas en familia y educación como son: Enlace, Gilberto, Vifac, OIDEL, Red Familia y Christel House.
Desde su tribuna editorial en el periódico Reforma, durante 20 años y, actualmente en el Heraldo de México, realiza crítica propositiva por el respeto a los derechos humanos, a la dignidad de la persona, al derecho a la vida y a la educación.