Potosinoticias.com
Opinión

Ver para pensar: León joven

Federico Anaya Gallardo

Empecemos esta kino-reseña con una referencia cinemática: la personalidad de Winston Churchill es tan brillante como un balrog de Tolkien, ese demonio de poder que avanza en medio de la oscuridad con un látigo de fuego. Un ser cuyo fulgor sólo resplandece en medio de esa oscuridad. El legendario político inglés es admirado por todos, pero especialmente por las Derechas, quienes subrayan su papel como vencedor del nazi-fascismo. Yo supe de él, en mi infancia, gracias a mi padre y a mi abuelo Anaya, quienes se referían a él como Winnie, y quienes me recordaban que sin él, los hitlerianos habrían destruido todo, esclavizando a todas las razas “inferiores”… incluidas mexicanas y mexicanos.

Más tarde, estando en la biblioteca de la Universidad de Georgetown me encontré un día en el pasillo adonde se guardaban los diarios de debates del parlamento inglés. Curioso, busqué las sesiones posteriores al 18 de Marzo de 1938. En ellas encontré un rabioso discurso de Winnie en contra de nuestra expropiación petrolera. Allí, Cárdenas aparecía como un demonio comunista. Suspiré profundo. Contrasté con mis recuerdos infantiles y recordé que mi abuelo Anaya (empresario y alemanista) había sido gerente de la Compañía El Águila en Coatzacoalcos… y que rechazó la oferta de seguir allí bajo Petróleos Mexicanos.

Por otra parte, en el despacho de mi abuelo Gallardo (periodista, agrarista y cardenista) encontré dos fotografías autografiadas. Una en la pared, vigilando el escritorio del periodista, mostraba al joven presidente Lázaro Cárdenas, firmada para Emigdio R. Gallardo, defensor de la causa revolucionaria de México. La otra era de Winnie, y estaba guardada en el closet. Esta última era parte de los materiales del Comité de Defensa Civil de Torreón. Mi abuelo era el secretario. Churchill permaneció cuatro décadas en el closet. (Yo la tengo en la sala, frente a la Cárdenas, para equilibrar vibras.) Por cierto que mi abuelo Emigdio (Spivis) tenía en su despacho, aparte del retrato de Cárdenas, tres posters enmarcados de sus días en el Comité de Defensa Civil. Tres obras de Jesús Helguera retratando a un esplendoroso San Jorge inglés luchando contra el caballero oscuro hitleriano, cortando tentáculos del monstruoso pulpo japonés y triunfando sobre el dragón nazi-fascista con todas las banderas del mundo detrás de su corcel (incluida la de la URSS y la mexicana).

En la película The Darkest Hour/Las horas más oscuras (Joe Wright, 2017) el guionista (Anthony McCarten) nos presenta un retrato quintaesencial de Churchill ya mayor, en Junio de 1940. Tres momentos de esta película me parecen esenciales. Uno: el viejo parlamentario empieza a dictar cartas en su habitación, mientras devora su abundante desayuno y fuma el primer puro del día. Gritonea a la nueva secretaria porque no dejó doble espacio entre cada renglón (así que él no puede garabatear sus correcciones a gusto). Dos: Winnie se levanta de la cama y grita: “—¡Voy en mi traje de Adán!” casi al tiempo que abre la puerta ante la estupefacta secretaria. Tres: en su primera entrevista con el rey Jorge VI Windsor, pide champaña para acompañar su plato de Roast Beef y su segundo puro del día. El monarca le pregunta azorado cómo logra hacer eso. Winnie responde: “—¡Práctica!”

Un borracho ideático, misógino, egocentrista. ¿Cómo pudo llegar a la cúspide del poder británico? En otra escena de Las horas más oscuras, uno sus enemigos –un conservador de los muchos que querían rendirse ante Hitler– se burla del recién nombrado Primer Ministro diciendo que: “—Movilizará la lengua inglesa contra la Luftwaffe.”

Y sin embargo, Winnie salvó Inglaterra. Y al hacerlo, logró que los cardenistas en México le perdonásemos sus vituperios contra la expropiación petrolera y adornásemos nuestros despachos con imágenes de San Jorge triunfador.

Pese a los defectos personales tan bien retratados por Wright, ese demonio de poder tenía un papel qué cumplir. Pero ¡atención lectora!: los demonios pueden ser bellos y aún pueden ser útiles, pero siguen siendo fuerzas de la oscuridad… como los balrog de Tolkien.

Para entender un poco más al personaje, te recomiendo buscar y disfrutar una película más antigua, titulada Young Winston y dirigida en 1972 por Richard Attenborough (sí, el director de la maravillosa kino-biografía Gandhi, de 1982). He localizado tráileres (Liga 1) y algunas escenas sueltas (Liga 2) en YouTube, pero debí recurrir a Amazon para conseguir un DVD en Inglés sin subtítulos. En mi memoria juvenil, creo haberla visto en la televisión pública, tal vez en Canal Once. En Francés, Young Winston se estrenó como Les griffes du lion (Las garras del león). En español, como El león joven.

Tres décadas más tarde de su estreno, en 2010, Alex von Tunzelmann reseñó la película de Attenborough para The Guardian –el decano de la prensa progresista británica. (Liga 3.) Sin piedad, von Tunzelmann se queja que el filme siga con excesiva fidelidad la versión del propio Winnie acerca de su niñez y juventud: un atrevido muchacho que a nosotros nos recuerda a Indiana Jones. Dice el crítico de The Guardian: “Sin duda el propio Churchill estaría contento.”

Aparte de My Early Life, publicada en 1930 y adonde Winnie cuenta su vida hasta 1908. Attenborough usó los libros-reportaje que Churchill publicó sobre tres guerras coloniales británicas. La película empieza con una batalla en la frontera afgana retomada de The Story of the Malakand Field Force de 1898 y luego nos muestra el gran éxito de ese libro –y el coraje que el mismo despertó entre los jefes militares británicos. Pese a haber estudiado para ser oficial de la caballería, Churchill sólo había logrado enlistarse como corresponsal en la India. No le interesaba el servicio militar, sino la gloria y obtener historias qué contar (y presumir) a sus audiencias. Attenborough nos muestra a un joven fatuo desesperado por “ser mencionado en los despachos de guerra” y por ganarse medallas qué presumir ante el electorado. (Ah, porque Winnie es hijo de un exitoso político conservador a quien debía imitar.)

Pese a la oposición del general Kitchener (que odiaba el primer libro de Winnie), nuestro héroe oscuro se escurrió como corresponsal en la campaña contra los ejércitos populares del Mahdi en Sudán. Con esa experiencia, publicó The River War en 1899. Allí presumió haber participado en la última carga de caballería del Ejército Británico. Pero cuando trató de convertir ese heroísmo en votos, perdió ante los Liberales la elección de 1899 en el distrito de Oldham, en el Lancashire. Así que el descendiente de Mambrú se fue a la guerra otra vez. Ahora se enlistó como corresponsal en la lucha contra los Boers sudafricanos. Cayó prisionero, fue acusado de participar con armas en la mano en los combates. Escapó (dejando abandonados a sus compañeros de presidio) y retornó convertido en héroe a Inglaterra. Con el apoyo de su diario, publicó London to Ladysmith via Pretoria en 1900 y se postuló de nuevo en Oldham. ¿Quién no votaría por Indiana Jones?

Corrijo en parte a von Tunzelmann: Churchill no estaría contento de verse retratado así. La magia de Attenborough es parecer un gruppie de Winnie al tiempo que nos va mostrando los rasgos más feos de su personalidad. La verdadera obsesión de Winnie era entrar al Parlamento y ocupar allí el lugar que su padre, Lord Randolph Churchill, había ocupado allí entre 1874 y 1886. Más nada.

En Young Winston,Attenborough escenifica entrevistas ficticias con la madre de Winnie y con el joven político, en las que una voz en off les hace preguntas difíciles. En la conversación con la estadounidense Jennie Jerome, madre de Churchill, el indiscreto entrevistador sugiere que Lord Randolph murió de sífilis. Esta realidad, por supuesto, no fue aceptada en el texto de My Early Life de 1930. Todavía en 1966, cuando otro Randolph, el hijo de Winnie, publicó Winston S. Churchill: Youth, 1874-1900, se seguía omitiendo el nombre de la enfermedad. Así que la película de Attenborough, pese a la aparente idolatría churchilleana, sí asesta varios golpes al ícono.

En la entrevista indiscreta con Winnie, Attenborough pregunta al futuro “Gran Hombre” si al entrar al Parlamento buscaba vengar a su padre. El joven león dice que no, por supuesto. Pero el actor (Simon Ward) deja entrever que nos está mintiendo. Luego se le cuestiona si manipuló sus historias de guerra para ganarse reputación y obtener una curul en el Parlamento. El joven león no lo niega, pero señala que si hizo tal cosa fue sólo para convencer a sus conciudadanos de que él era una persona útil. Finalmente, el entrevistador le confronta por ambicioso. Y el joven león dice, con desparpajo que qué hay de malo en ser ambicioso.

Nada, siempre y cuando la ambición efectivamente sirva al Pueblo. La biografía de Winston demuestra, sin embargo, que la resistencia y victoria contra el nazi-fascismo no fue la única gran batalla del parlamentario. Y, como te conté arriba, lectora, en 1938 Winnie era uno de nuestros extraños enemigos. Ya te contaré más del joven Churchill cuando te reseñe alguna otra de las muchas películas que se han hecho sobre este balrog-demonio de poder.

Ligas usadas en este texto:

Liga 1:

Liga 2:

Liga 3:

https://www.theguardian.com/film/2010/mar/25/young-winston-churchill

Notas Relacionadas

Cabos Sueltos. Del senado y Galindo, la negra portada del Reforma y la indeseable mención en la Mañanera

Edición PotosíNoticias

Ver para Pensar:

Edición PotosíNoticias

Cabos Sueltos. Los coqueteos de Galindo hasta el desaire de la foto sospechosa

Edición PotosíNoticias

Déjanos tu Comentario