El británico hizo caer el trofeo al golpear el podio con la botella de champán
Max Verstappen se llevó los puntos, la gloria y todos los focos en el Gran Premio de Hungría, donde logró su novena victoria de la temporada, octava consecutiva, pero no se pudo llevar intacto el trofeo que le acredita como ganador en el circuito de Hungaroring debido a una torpeza en la celebración del podio de Lando Norris, segundo clasificado.
En lugar de los habituales trofeos metálicos para los tres primeros de la carrera, la organización de la carrera repartió tres delicados jarrones de porcelana. El del neerlandés acabó roto por culpa del piloto de McLaren, que lo hizo caer de los más alto del podio cuando golpeó con la botella de champán el suelo, un gesto con el que solo pretendía sacar con más impulso el vino espumoso.
El británico realiza ese gesto con la botella normalmente cada vez que sube al cajón, solo que esta vez no tuvo en cuenta la fragilidad del trofeo. Los tres integrantes del podio, también el mexicano Checo Pérez, tercer clasificado, se percataron pronto del cómico accidente y empezaron a reír, siendo Norris el principal receptor de las bromas.
“Creo que quedan algunas piezas en el podio, así que será difícil arreglarlo”, dijo en tono de broma sobre su malogrado trofeo de la victoria Verstappen, que salió del podio con el trofeo partido en dos. Pese a ser víctima de la anécdota, el vigente campeón del mundo se fue con una sonrisa de oreja a oreja y aún más líder del Mundial.