Cuatro años de investigaciones, un considerable rastro documental y más de 40 entrevistas. Con todo eso bajo el brazo, el ex oficial de inteligencia David Grusch se plantó miércoles en el subcomité de la Cámara de Representantes de Estados Unidos que investiga los llamados “fenómenos anómalos no identificados”. Desde su punto de vista no hay duda: el Gobierno de Estados Unidos oculta tanto naves de origen extraterrestre como evidencias claras de “inteligencia no humana”.
No estaba solo, dos militares más (David Fravor y Ryan Graves) testificaron también y bajo juramento en el mismo sentido. ¿Qué sabemos exactamente sobre lo que acaba de pasar en el Capitolio estadounidense? ¿Qué sabemos sobre los extraterrestres?
El testimonio de Grush. Aunque el exoficial de inteligencia reconoció no haber visto con sus propios ojos nada de lo que explicaba, sí dijo haber recabado suficiente información para poder afirmar que sabe “la localización exacta” de esas naves y muestras biológicas. Además, señaló que “los avistamientos [de dichas naves] no son raros, ni aislados. Son la rutina”.
Grush se negó a contestar algunas preguntas sobre el “primer contacto” o detalles sobre el supuesto programa de “tecnología inversa” del Gobierno (para entender cómo funcionan esos dispositivos). Sin embargo, sí detalló sus ‘avistamientos’ personales y dijo haber sido objeto de amenazas por parte de sus superiores si no dejaba el tema.
Fravor y Graves. Los otros dos testimonios han versado sobre avistamientos. Fravor, por ejemplo, ha relatado con mucho detalle un encuentro que tuvo lugar en 2004 en la costa de San Diego. Hablamos de artefactos con forma de cápsula y capaces de bajar de los 80.000 a los 20.000 pies; para quedarse a esa altura durante horas. Hablamos, pues, de artefactos imposibles de construir con nuestra tecnología actual.
Graves, por su parte, ante las preguntas de un senador sobre cómo podía estar seguro de que no eran tecnología americana, explicó que “había visto a estos objetos pasar de posición estacionaria a velocidad supersónica en una fracción de segundo” y “no tengo explicación para ello”.
¿De verdad EEUU está ocultando pruebas de vida extraterrestre? Es una excelente pregunta para la que no tenemos respuesta. Desde hace años, el Gobierno norteamericano se ha planteado en serio aportar algo de luz a todo este problema. Hace poco se desclasificaron algunos vídeos y se han creado varias comisiones para investigar los rumores e informaciones en torno al asunto.
El mismo Obama explicó que “Lo que es cierto, y lo digo totalmente en serio, es que hay imágenes y registros de objetos en el cielo que no sabemos exactamente qué son, no podemos explicar cómo se movieron o su trayectoria” y tenemos declaraciones, como las del portavoz de la Marina Joe Gradisher que defendía que los militares veían estos eventos con relativa frecuencia, pero que debido al estigma que acarreaban no solían informar de ellos.
Pese a todo, no hemos conseguido aclarar nada. Sin embargo, el primer gran análisis de la NASA concluyó que la “falta de datos de alta calidad hace que sea imposible obtener conclusiones científicas sobre la naturaleza de los UAP”. La opacidad sigue siendo la norma y, de hecho, la agencia lo dejó claro: “tengamos la mente abierta”.
Ahora es el Congreso el que pide al ejecutivo norteamericano que enseñe todos los datos que tenga sobre el asunto. Y, aunque el sentido común nos dice que el misterio y la opacidad protegen tecnologías estratégicas, lo cierto es que no parece razonable tener amplias zonas de sombra sobre asuntos tan debatidos en la opinión pública.