Sólo habrá un vencedor en la guerra que ha estallado entre Israel y el grupo militante palestino Hamás. Y no son ni Israel ni Hamás.
En las próximas semanas, el ejército israelí seguramente tomará represalias y matará a cientos de militantes y civiles palestinos más por los ataques de Hamas. Como analista de política y seguridad en Oriente Medio, creo que miles de personas de ambos bandos sufrirán. Pero cuando el humo se calme, sólo se habrán beneficiado los intereses de un país: Irán.
Algunos analistas ya están sugiriendo que se pueden ver las huellas de Teherán en el ataque sorpresa contra Israel. Como mínimo, los dirigentes iraníes han reaccionado al ataque con ánimo y apoyo.
El factor decisivo que determinó la política exterior de Irán fue el derrocamiento en 1979 del Sha de Persia, represor amigo de Estados Unidos, y el traspaso del poder del Estado a manos de un régimen revolucionario musulmán chiíta. Ese régimen se definía por un marcado imperialismo antiamericano y un sionismo antiisraelí.
La revolución, afirmaban sus dirigentes, no era solo contra la corrupta monarquía iraní; pretendía hacer frente a la opresión y la injusticia en todas partes, y especialmente a los gobiernos respaldados por Estados Unidos: el principal de ellos, Israel.
Para los dirigentes iraníes, Israel y Estados Unidos representaban la inmoralidad, la injusticia y la mayor amenaza para la sociedad musulmana y la seguridad iraní. La duradera hostilidad que sienten hacia Israel se debe en gran parte a sus estrechos vínculos con el sha y al papel de Israel en su sostenida opresión del pueblo iraní.
Junto con la Agencia Central de Inteligencia estadounidense, el servicio de inteligencia israelí, el Mossad, ayudó a organizar la policía secreta y el servicio de inteligencia del sha, el SAVAK. Esta organización recurrió a tácticas cada vez más duras para acabar con los disidentes durante las dos últimas décadas del sha en el poder, incluyendo encarcelamientos masivos, torturas, desapariciones, exilio forzoso y el asesinato de miles de iraníes.
El apoyo a la liberación palestina fue un tema central del mensaje revolucionario iraní. La invasión israelí de Líbano en 1982 –en represalia por los ataques palestinos contra Israel desde Líbano– brindó a Irán la oportunidad de hacer honor a su retórica antisionista desafiando a los soldados israelíes en la zona y poniendo en jaque la influencia estadounidense.
Con información de: El Economista