Federico Anaya Gallardo
Dicen en la www que Richard Dreyfuss (n.1947) se ha retirado de la actuación para trabajar por el renacimiento del espíritu cívico en su país, esa vieja república llamada Estados Unidos de América. Se trata de un actor famoso por dos de las películas más taquilleras de Steven Spielberg: Tiburón (1976) y Encuentros Cercanos del Tercer Tipo (1977). Desde 2006 dirige la Dreyfuss Civic Initiative denunciando el abandono de la educación política en su país. En un clip (“Richard Dreyfuss Speaks A…”), el actor explica que civics (civismo) se ha convertido, tristemente, en una de las palabras más aburridas del idioma inglés. (Liga 1, hipervínculos al final de la página principal.)
En la página de la Iniciativa Dreyfuss también encontrarás un vínculo al programa de vodevil organizado en 1987 por el actor para celebrar el bicentenario de la Constitución de EUA. Fue dirigido por Jim Yukich y titulado Funny, you don’t look 200–A Constitutional Vaudeville” (Loco, no pareces tener 200 años…). En el primer sketch vemos a Dreyfuss en la mesa de producción imaginando el programa. En la mesa está sentado el entonces jovencísimo Bill Maher (n.1956). Hoy día, este locutor es famoso por su crítica política, que algunos entendemos progresista (por anti-clerical y racionalista) y otros individualista (por su libertarianism).
En uno de los sketches del vodevil de 1987 vemos a tres soldados estadounidenses (Emilio Estevez, Judd Nelson y Eric Gilliom) en una trinchera de Vietnam en el año 1968. Para no caer dormidos, se hacen preguntas de civismo: “—¿Quién tiene la facultad de declarar una guerra?”, pregunta uno. Su camarada responde que el presidente. “—¡No! Es el congreso”, corrige el primero. El tercer soldado pregunta desde el fondo de la trinchera: “—¡¿Entonces esto no es una guerra?!” Luego corren varias preguntas acerca de cuándo se alcanza la mayoría de edad. Los soldados descubren que en 1968 podías ser llamado a las armas y morir en combate con 18 años, pero para votar necesitabas tener 21. El sketch cierra con una carteleta que explica que la reforma constitucional bajando la edad para votar a 18 años fue aprobada apenas en 1971 –cuando la Guerra de Vietnam llevaba siete años.
El vodevil es duro y doloroso por más que usa al Pato Donald y a Mickey Mouse en otros sketches. Recordemos que apenas dos años más tarde, en 1989, Oliver Stone estrenaría su Nacido el Cuatro de Julio, estelarizado por Tom Cruise en el papel del veterano Ron Kovic que pasó de ser un ferviente anticomunista a un crítico radical de la Guerra en Vietnam.
Richard Dreyfuss es un ciudadano a quien le gusta la controversia –incluso en su propio campo ideológico. En 2006, llamó fascista a Oliver Stone por su modo autoritario de dirección en su película W (sobre el presidente republicano George W. Bush), en la que Dreyfuss interpretó al vicepresidente Cheney (el poder conservador detrás del trono bushiano). El pleito entre director y actor ha durado años, pero lo más interesante de ese debate me parece esta opinión de Dreyfuss: “No sé por qué Oliver no cerró la película con una conclusión. Me parece que falta un personaje en ella. Nos proporciona una muy buena, e inesperadamente empática, imagen de Bush… porque todos esperamos que Stone sea anti-Bush… Nos deja fuera a nosotros [el Pueblo estadounidense], que [estábamos] aterrados de nuestro presidente. Ese terror era nuestra realidad, pero ese personaje no está en la película. Por eso me pregunto si el filme tiene ó tendrá alguna validez histórica”. (Liga 2.)
El debate Stone-Dreyfuss de 2006 nos muestra que el actor que luchaba contra escualos y contactaba alienígenas en los 1970s ha evolucionado mucho. Llamé a esta kino-reseña “El Dreyfus de Dreyfuss” porque en 1991 el Dreyfuss estadounidense produjo para HBO una película acerca de otro Dreyfus (con una sola s final), el capitán del Ejército Francés Alfred Dreyfus (1859-1935). Este Dreyfus fue acusado en 1894 de espiar a favor de los enemigos alemanes de Francia. Fue juzgado, encontrado culpable y encerrado de por vida en la Isla del Diablo en la Guyana francesa. Dreyfus siempre se dijo inocente.
Por más de una década, su caso dividió a la Opinión Pública francesa. Los dreyfusards (liberales y socialistas) acusaron al Ejército de conspirar para construir una “verdad histórica”; los anti-dreyfusards (conservadores y católicos) denunciaban que el Caso era parte de una “conspiración judía” para destruir la esencia cristiana de Francia.
El filme de 1991 lo dirigió Ken Russell y se tituló Prisoner of Honour (Prisioneros del Honor) –siguiendo un guion de Ron Hutchinson. ¿Quién es el prisionero del honor? En realidad hay dos (por eso la traducción al Castellano atina por una vez). Uno era Alfred Dreyfus, capitán y ciudadano francés de religión judía –falsamente acusado. El otro era Marie-George Picquart, coronel y ciudadano francés de religión católica –quien era leal a la “institución” y al “ideal” del Ejército de la República y quien, por lo mismo, traicionó a sus superiores que mintieron a su Pueblo.
Te adjunto, lectora, el cartel de la película en Castellano y una escena que me fascinó é intriga. En la última alcanzamos a ver a dos hombres acercarse a nosotros caminando por un pasillo cuyas paredes y techos están cubiertos de caoba tallada. A sus pies, tapetes persas. Varios bustos de oscuro bronce adornan el corredor. En primer plano vemos una imponente águila que devora una serpiente. Uno de los hombres es el coronel Marie-George Picquart, recién nombrado jefe de contrainteligencia en el Ejército de la República Francesa. El otro es el ayuda de campo que le conduce a la oficina de su superior jerárquico. Picquart (interpretado por Richard Dreyfuss) había recibido instrucciones de analizar el expediente en contra de Alfred Dreyfus y cerrarlo definitivamente. Aquí vemos al coronel camino de rendir su informe al Jefe del Estado Mayor del Ejército, el general Raoul de Boisdeffre. ¿Por qué el director nos muestra un águila mexicana frente a la puerta de la Superioridad militar?
La República Francesa de 1894 había nacido del desastre final del segundo imperio bonapartista en 1871. Una de las causas de esa debacle fue la malhadada expedición para conquistar México. Enfrentar a los liberales juaristas é imponerles a un príncipe Habsburgo era la traición final de Napoleón III los ideales del liberalismo francés. Por eso Victor Hugo escribió a los poblanos en 1863 que no era Francia quien les hacía la guerra, sino el Imperio.
En 1867, a la hora de la victoria, el mismo Hugo volvió a escribir, pero ahora al presidente mexicano: “después de cinco años de humo, de polvo y de ceguera, la nube se ha disipado y entonces se han visto dos imperios caídos por tierra. Nada de Monarquía, nada de ejércitos; nada más que la enormidad de la usurpación en ruina y sobre este horroroso derrumbamiento, un hombre de pie, Juárez y al lado de este hombre, la libertad.”
En 1871, el imperio del Napoleón el Pequeño se derrumbó frente a los ejércitos prusianos. Peor: cuando el Pueblo de París tomó de nuevo el destino en sus manos y ondeó la bandera roja de la Comuna, la derrotada élite política francesa pidió a los prusianos cañonear a los comunistas. El segundo Reich alemán fue proclamado en Versalles. Al reconstruir Francia después de esa tormenta, el congreso se dividió entre monarquistas-borbón, monarquistas-orleans, bonapartistas y republicanos. La tercera República francesa nació de esa asamblea dividida –pero controlada tras bambalinas por una élite conservadora que no se atrevía a pasear en público sus prejuicios católicos, reaccionarios y anti-populares. El nacionalismo más rancio sirvió para cimentar algún consenso. París se pasó los 43 años que van de 1871 a 1914 planeando una revancha contra los alemanes.
Ese es el enfermizo mundo político en el que un católico conservador nacido en Alsacia, el teniente coronel de infantería Picquart, era llamado por su Superioridad “el mejor entre nosotros”. El asunto aún se discute, pero queda claro que en 1894 el alto mando francés había descubierto una trama de espionaje alemán y decidió acusar falsamente al capitán judío (Alfred Dreyfus) para cuidar el prestigio de un oficial católico de orígenes aristocráticos llamado Ferdinand Walsin-Esterhazy (Esterhazy) –quien efectivamente estaba trabajando para los alemanes.
Picquart tenía todas las credenciales para cerrar el asunto: era un alsaciano católico que trabajaba para recuperar las provincias arrebatadas por los malditos alemanes. Dreyfus era un alsaciano judío que “obviamente” había traicionado a Francia. El problema fue solo que la acusación contra Dreyfus fuera falsa, sino que estaba mal hecha. Picquart hizo un trabajo serio, descubrió los cabos sueltos y exigió que se procesara al verdadero espía. Por su parte, la familia de Dreyfus (quien literalmente se pudría en la Isla del Diablo) fue sacando a la luz evidencia de la traición de Esterhazy. La investigación interna de Picquart y la defensa pública de los Dreyfus eventualmente coincidieron.
La plana mayor del Ejército insistió en proteger a Esterhazy al punto que el periodista Emilio Zolá publicó en L’Aurore un texto en que descubría toda la conspiración, bajo el título “J’Acusse…! Lettre au Président de la République”. Era el 13 de Enero de 1898. Estallaba e Affaire Dreyfus que dividiría a los franceses para siempre.
Los dreyfusards exigieron la libertad y rehabilitación del capitán judío. Los anti-dreyfusards acusaron a los primeros de servir a una conspiración judía y socialista. El affaire fue también el anuncio del anti-semitismo europeo que llevó al Holocausto y que justificaba religiosamente la lucha contra los bolcheviques. En esto, el Affaire Dreyfus nos lleva también al venenoso asunto del anti-comunismo en las fuerzas armadas de los países capitalistas.
El Dreyfuss estadounidense ha explicado que, cuando él era adolescente, se imaginó que el Dreyfus francés era su ancestro. No era verdad, pero ese sueño lo llevó a producir la película –que puedes ver en línea en la Liga 3. Dreyfuss actor estaba enamorado en su adolescencia del ideal liberal y republicano. Los dreyfusards (en Francia y el resto del mundo) trataron de llevar sus ideas a la práctica. Luego de liberar a Dreyfus, en 1906 los franceses ganaron las elecciones y, entre otras cosas, instauraron el Estado laico –esa cosa radical implementada por Juárez y sus puros en México medio siglo antes.
¿Por qué la película del Dreyfuss estadounidense puso esa águila mexicana frente a la puerta de la Superioridad militar? Por lo que te he dicho hasta aquí, porque la resistencia de los liberales republicanos mexicanos era uno de los antecedentes de la lucha dreyfusard.
Lo que no podía saber el Dreyfuss estadounidense en 1991 es que su imaginería cinemática resultaría relevante para las y los mexicanos … después de 2014.
Pensemos, lectora, en la tontería de la Superioridad al identificar el “honor” del Ejército con las simples apariencias. Pesemos, lectora, en la cobardía de la Superioridad que es incapaz de castigar a los mandos que ordenan ó permiten violaciones a derechos humanos. Pensemos, lectora, en la estupidez de la Superioridad al fabricar “verdades históricas” para echar a otros la culpa de las malas acciones cometidas por sus elementos indeseables. Pensemos, lectora, en la perversión de la Superioridad que sigue permitiendo que nuestras fuerzas armadas anden persiguiendo comunistas entre los estudiantes normalistas y los campesinos de Guerrero.
Pensemos, lectora, en lo triste que es no tener entre nosotros una persona equivalente a Marie-George Picquart –un oficial militar que nunca dejó de creer en la República, en la Justicia y en la Ley. En México no hay prisioneros del honor como él.
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