Un grupo de investigadores que acaba de publicar un trabajo de investigación en la prestigiosa revista Cell, aseguran que los niveles de serotonina -una sustancia química presente mayoritariamente en el intestino y en el cerebro- disminuyen considerablemente en el organismo debido a la presencia de Covid largo o Covid persistente.
Un grupo de investigadores encabezados por Andrea Wong, del Departamento de Microbiología de la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos, acaba de dar a conocer un interesantísimo trabajo de investigación en la revista Cell donde aseguran que el llamado Covid largo está asociado con una reducción considerable en los niveles de serotonina en el organismo.
El Covid largo, también llamado síndrome pos-Covid-19, está caracterizado por un conjunto de síntomas que pueden durar meses o años y que se manifiestan unas cuatro semanas después de contraer la enfermedad.
A pesar de que actualmente no existe una cifra exacta del número de personas que en el mundo han contraído Covid largo, sí existen síntomas muy puntuales que suelen manifestarse. Por ejemplo, destacan los dolores de cabeza, la pérdida de memoria, los problemas para dormir, los mareos al ponerse de pie, la pérdida del olfato y el gusto e, inclusive, la presencia de depresión y ansiedad.
Además, hasta la fecha, no existe ningún tratamiento efectivo para combatirlo.
Ahora bien, sobre por qué el virus de la Covid-19 se vuelve tan persistente en ciertos casos, y sobre todo en ciertos organismos, los científicos han barajado una serie de hipótesis entre las que destacan la persistencia viral, la inflamación crónica, la hipercoagulabilidad, así como la disfunción autonómica.
Y resulta que, según el trabajo de investigación en Cell, la explicación de por qué se manifiesta todo lo mencionado en el párrafo anterior, estaría relacionado justamente con los bajos niveles de serotonina, es decir, parte del problema se reduciría a un asunto neurocognitivo (de ahí que muchas personas tengan pérdida de memoria y niebla mental semanas después de contraer Covid). De hecho, la reducción de los niveles de serotonina estaría provocada por la presencia del virus en los intestinos, los cuales producen un 95% de esta sustancia.
Para llegar a la conclusión en torno a cómo la serotonina juega un papel importante en la presencia de Covid largo, los científicos se dieron a la tarea -como menciona una nota reciente del periódico The New York Times– de “analizar la sangre de 58 pacientes que habían padecido Covid largo por un periodo que iba de entre los tres y los 22 meses desde que se infectaron”. Posteriormente estos análisis fueron comparados con los análisis de sangre realizados a 30 personas sin síntomas poscovid, así como de 60 pacientes que se encontraban en una fase inicial de la enfermedad.
Los expertos también analizaron algunas muestras de heces de algunos de los pacientes que tenían Covid largo y, para su sorpresa, encontraron la presencia del virus.
Otra de las conclusiones a las que llegaron, y como lo mencionó en una entrevista con el New York Times la investigadora Maayan Levy, profesora adjunta de Microbiología en la Escuela de Medicina Perelman de Pensilvania, Estados Unidos, “los niveles de serotonina y otros metabolitos se alteraban justo después de una infección por coronavirus, algo que también ocurre inmediatamente después de otras infecciones virales”.
¿Qué es la serotonina?
La serotonina es un neurotransmisor, lo cual significa que sirve como vehículo para que las células nerviosas envíen y reciban señales. Además, los científicos creen que juega un papel fundamental en el estado de ánimo, por lo que de ahí se le conozca también como la hormona de la felicidad y sea recetada por los psiquiatras cuando se padece depresión.
Pese a la que pudiera pensarse, esta sustancia química se produce mayoritariamente en el intestino y no en el cerebro, por lo que la relación entre intestino-cerebro posiblemente sea más estrecha de lo que muchas veces imaginamos porque ambos están conectados por el nervio vago el cual surge en el cráneo y se prolonga desde el bulbo raquídeo hasta el tórax.
Por otro lado, si la serotonina es realmente el motivo para que surja y se agrave el Covid largo, ¿no sería conveniente y lógico entonces que los médicos aumentasen la dosis de serotonina para combatir esta enfermedad? ¿Esto podría lograrse a través de medicamentos que aumenten los niveles de esta sustancia química en el organismo? ¿Es así de sencillo?
Justamente, sobre el hecho de recetar antidepresivos y así aumentar la producción de serotonina para combatir la Covid-19 -en 2021 en plena pandemia- entrevisté vía telefónica al psiquiatra de origen francés Nicolas Hoertel del Centro de Psiquiatría y Neurociencias de la Universidad de Paris-Descartes.
Durante la conversación me dijo que -gracias a una investigación realizada por él y su equipo en aquel año, que por cierto apareció publicada más tarde en la revista Nature– no solamente los antidepresivos reducían el riesgo de enfermarse gravemente por Covid, sino que, además, éstos tienden a reducir los niveles de las sustancias que producen inflamación cuando el sistema inmunitario intenta protegerse del ataque del virus, evitando así una tormenta de citoquinas que suele ser mortal.
Para respaldar la investigación de Hoertel, también en 2021, pero de manera independiente, apareció publicado un trabajo de investigación en la prestigiosa revista The Lancet, en el que se relaciona el hecho de suministrar un antidepresivo llamado fluvoxamina con la reducción de las hospitalizaciones por Covid, por lo que, una vez más, el vínculo entre Covid y serotonina es más que evidente.
Si con la investigación publicada en Cell se comprueba realmente (faltan evidentemente otras investigaciones para terminar de corroborar y respaldar lo que afirman estos autores) que el Covid largo puede atacarse mediante el suministro de serotonina, no solamente mediante antidepresivos, sino a través de otros medicamentos que la contengan, entonces dicho descubrimiento será un hito de la investigación médica porque daría esperanzas a muchísimas personas que aún hoy, después de más de tres años de que surgiera la Covid-19, presentan esta enfermedad reduciendo considerablemente su calidad de vida.
Desafortunadamente, tanto en México como en el mundo, las cifras exactas de gente con Covid persistente son inexactas y prácticamente inexistentes debido a que el fenómeno no se ha visibilizado demasiado a pesar del gran número de personas que lo padecen. Aunque, seguramente, con este tipo de investigaciones como la de Cell y otras que vengan en el futuro, se ataje la enfermedad de una vez por todas. Al menos hay esperanza.
Con información de: Aristegui Noticias