Federico Anaya Gallardo
Terminé la semana pasada diciéndote, lectora, que al repasar las películas sobre el Affaire Dreyfus –ocurrido hace 130 años– uno inmediatamente piensa en temas de actualidad: qué es una prueba, qué es el debido proceso, qué es información pública y quién debe tener acceso a ella. Un amigo de la Academia comentó, a santo de mi primera kino-reseña en esta serie (el Dreyfus de 1991 producido por Richard Dreyfuss) que era mucho más que una reseña. Cierto. En ella señalé que en el México de hoy nos faltan militares que sean prisioneros del honor al estilo del coronel Marie-George Picquart. Otro amigo, pero del Foro, me decía que sí los teníamos. Y mencionó al general José Francisco Gallardo Rodríguez. Sin embargo, en la comparación histórica, Gallardo se parece más a Dreyfus que a Picquart. Y –la verdad– sin Picquart jamás habríamos tenido Affaire Dreyfus. Pero &&&
Pero en esta comparación entre el novecento francés y el México del nuevo milenio, existen otros paralelos –algunos fuertes y otros débiles. Hoy te quiero platicar de uno de ellos a santo de otra versión cinematográfica del Affaire Dreyfus que vine a descubrir en la www mientras escribía esta serie dreyfusard.
Supongo que has oido hablar, querida lectora, del francés Georges Méliès (1861-1938). Se trata de uno de los pioneros de la industria cinematográfica. Su fama se renovó gracias a las celebraciones del centenario del cinematógrafo, a partir de 1995. En 2011, Martin Scorsese dirigió Hugo –que en Castellano conocimos como La invención de Hugo– adonde ese cineasta pionero aparece como un anciano juguetero (interpretado por Ben Kingsley), semi-retirado y amargado.
Navegando por internet encontré noticia de una exposición sobre Méliès en Tarragona: Georges Méliès: La magia del cine. Esa expo ya es cosa lejana y del pasado (estuvo abierta entre Septiembre de 2015 y Enero de 2016), pero en la Liga 1 aún puedes leer la guía-introducción preparada por el principal patrocinador, la Obra Social “La Caixa”. Allí podrás enterarte de la trayectoria de este pionero cinemático.
La guía de la exposición en Tarragona (2015) iniciaba con una frase atribuída al director: “Las películas tienen el poder de capturar los sueños”. La película de Scorsese (2011) se basó en la novela fantástica (The Invention of Hugo Cabret, 2007) del ilustrador Brian Selznick (n.1966), en la cual imperan los elementos oníricos.
También en 2015, nuestra ciudad de México celebró a Méliès. En el Foro del Tejedor, en la Colonia Roma, se exhibieron varios de sus cortos, musicalizados por la compañía Las Agujas. De acuerdo con la reseña-anuncio de MxCity (Liga 2) el conjunto inetrpretaría las partituras originales que se escribieron para esos cortos. Esa reseña afirma que, si bien “los hermanos Lumière inventaron el cinematógrafo … quien realmente lo dotó de contenido y convirtió el cine en espectáculo” fue Méliès.
La cuestión es que Georges Méliès era un dreyfusard.
En una vena opuesta a lo que nos cuentan las exhibiciones conmemorativas de 2015, el cineasta francés puso su nuevo arte al servicio de su causa é hizo documentación y periodismo político con sus filmes. Allí no hay fantasía ni sueños. Méliès reporta la pesadilla de un ciudadano acusado falsamente. En 1899, cinco años después del primer juicio y de la degradación de Alfred Dreyfus, Méliès filmó once cortos en los que relató el Affaire. Él mismo aparece en escena, interpretando al abogado dreyfusard Labori –a quien los fanáticos religiosos del campo anti-dreyfusard trataron de asesinar a balazos durante la segunda corte marcial al capitán Dreyfus. (La escena realista que te comparto es cuando la Inteligencia Militar le puso una trampa al capitán para que escribiese una nota que lo auto-incriminaría.)
En YouTube puedes ver, lectora, una versión muy bien restaurada de esos once cortos. (Liga 3.) Se la debemos a “Lobster Films” que la pusieron a disposición del público desde 2019. El relato hablado que le acompaña (en Francés, pero con buena traducción automática de los subtítulos franceses) se basó en los apuntes que Méliès escribió al preparar los cortos. Así, podemos oír/leer el “reporte” que hace un dreyfusard de la primera hora.
Lobster Films utilizó las copias sobrevivientes de esos once cortos en el British Film Institute (BFI). Esta institución los tenía porque la compañía de Méliès (Star Films) los había distribuido en varios países. Lobster Films incluyó esta restauración en un DVD titulado «Meliès, le Premier Magicien du Cinéma» (Méliès el primer mago del cine) publicado en 2009.
La anécdota de que estos once cortos de Méliès hayan sobrevivido en Inglaterra es relevante para lo que quería contarte sobre conexiones raras México-Francia, lectora. La pugna entre dreyfusards y anti-dreyfusards estuvo al borde de provocar una guerra civil en Francia. De hecho, la herida que provocó el Caso fue tal que en ella crecieron las raíces envenenadas del antisemitismo francés que, entre 1940 y 1945, colaboró con los nazis alemanes. ¡Terrible perversión! Porque los anti-semitas que insistían en la culpabilidad del “judío Dreyfus” y en el “honor inmaculado” del Ejército eran católicos nacionalistas rabiosos que deseaban la revanche contra los alemanes.
Los dreyfusards reunieron en su campo no sólo a los liberales defensores del debido proceso legal (tan importante en el Dreyfus de Boisset, 1995), sino a los republicanos radicales que insistían en separar definitivamente la Iglesia y el Estado y –al final de la lucha– a los socialistas que comprendieron que garantizar los derechos humanos del capitán Dreyfus era la bandera para demandar ese mismo respeto a los derechos humanos para todo el proletariado. Esta convergencia liberal-republicana-radical-socialista convenció a sus oponentes católicos-nacionalistas-militaristas-monárquicos que “la judería” había construido una red de conspiradores para destruir definitivamente la Francia católica tradicional.
En el México de finales del siglo XIX, esa polarización nos resultaba extremadamente familiar –especialmente entre las élites. A excepción del elemento judío/anti-semita que no tenía un equivalente claro en los debates sociales y políticos del Porfiriato, las y los mexicanos se sumaron al debate del Affaire y lo tropicalizaron. La semana que viene te contaré más de esto, lectora.
Hoy sólo quiero contarte que, la división provocada por el Caso Dreyfuss fue tan grande y tan traumática que, cuando estalló la Gran Guerra en 1914, el gobierno francés decidió censurar todos los filmes que trataban del caso. Se prohibió la exhibición de los once cortos de Méliès y se dejaron de distribuir. Aparte, justo durante la guerra, la compañía de Méliès empezó a sufrir por el débil marco legal para proteger los derechos de autor en el cinematógrafo. La guerra redujo los ingresos, los distribuidores no pagaban lo debido, los competidores usaban sus artilugios é ideas sin pago. Méliès se retira y, casado con una de sus viejas estrellas, se dedica a vender juguetes en una estación parisina de ferrocarril… el escenario de La Invención de Hugo Cabret.
Vuelvo al Affaire Dreyfus. Al parecer (pero aquí convoco a quienes mejor sepan del cine francés) el caso ya no fue tratado por la industria fílmica francesa. La terrible división social é ideológica de la que te he hablado no sólo provocó la censura de guerra, sino que convirtió el Caso en un tabú… que sólo fue roto por Boisset en 1995.
Ligas usadas en este texto:
Liga 1:
https://prensa.fundacionlacaixa.org/wp-content/uploads/2019/09/47834.pdf
Liga 2:
Liga 3: