El descubrimiento de planetas que se encuentran más allá del sistema solar (también conocidos como exoplanetas), aumenta considerablemente mes con mes gracias a las observaciones realizadas por telescopios como Kepler y, más recientemente, por el James Webb de la NASA.
De hecho, hasta el momento, se ha confirmado la existencia de más de 5,500 exoplanetas en más de 4,000 sistemas planetarios y la cifra podría seguir aumentando.
No obstante, en ninguno de estos exoplanetas se ha encontrado algún tipo de forma de vida, por lo tanto, los científicos podrían tener la necesidad de replantearse los métodos actualmente utilizados para hallarla en función tanto de las características físicas como de los compuestos químicos existentes en estos cuerpos rocosos.
Por ejemplo, hace un par de semanas, apareció publicado un artículo en la revista Nature Astronomy en el cual sus autores, encabezados por Amaury Triaud de la Universidad de Birmingham, Reino Unido, plantean que, contrario a lo que pudiera pensarse, una baja presencia de dióxido de carbono en un planeta rocoso que esté relativamente templado -y en comparación con otros planetas del mismo sistema- indicaría la presencia de una cantidad importante de agua líquida.
A pesar de que hoy por hoy resulta prácticamente imposible detectar algún tipo de forma de vida en exoplanetas a través de los métodos actuales de observación y análisis, la propuesta de Triaud y sus colegas podría ser el parteaguas para comenzar a detectar algún indicio de vida -si es que la hay- en otros sitios más allá del sistema solar.
Al respecto, en una entrevista concedida al portal de internet Phys.org, uno de los autores del trabajo publicado en Nature, Julien de Wit, del Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT, por sus siglas en inglés), mencionó que “el Santo Grial en la ciencia de los exoplanetas es buscar mundos habitables y la presencia de vida”, por lo que, también afirma, “ahora tenemos una manera de descubrir si hay agua líquida en otro planeta. Y es algo a lo que podremos llegar en los próximos años”.
Ahora bien, sobre cómo logró este equipo de científicos percatarse de que una baja presencia de dióxido de carbono podría significar que en un determinado planeta hay vida, el ejemplo más claro y evidente es la propia Tierra.
En ésta, la mayor parte del dióxido de carbono -cuyas emisiones, por cierto, son responsables de gran parte del calentamiento global- es absorbido por los océanos. Sin embargo, en planetas vecinos, como Venus y Marte (que también son rocosos como el nuestro, pero no poseen signos de vida), existe un porcentaje mucho mayor de dióxido de carbono debido a que ambos no poseen océanos que puedan absorberlo.
Por lo tanto, de todo ello se deduce que una baja presencia de dióxido de carbono puede ser un importante indicio de que un planeta -o un exoplaneta- poseen en su superficie océanos de agua líquida y, por consiguiente, las probabilidades de encontrar vida ahí aumentarían considerablemente.
Pero ¿cómo es que actualmente los científicos se las ingenian para detectar océanos en otros mundos?
Uno de los métodos más socorridos (al menos este método funciona en nuestro propio sistema solar, por ejemplo, en Titán, una de las lunas de Saturno), consiste en observar a través de telescopios los destellos producidos por los rayos de luz del Sol cuando son reflejados en una superficie líquida como puede ser un océano en otro planeta o satélite.
Desafortunadamente, el método de destellos es prácticamente imposible de utilizar para la detección de océanos en exoplanetas debido a que éstos se encuentran a varios años luz de distancia y, además, actualmente no existe una tecnología que sea lo suficientemente sensible para observar mediante telescopios dicho fenómeno.
Por otra parte, una de las estrategias que proponen Amaury Triaud y sus colegas para detectar exoplanetas es, primero, confirmar que cada mundo tenga al menos atmósfera. Esto puede lograrse buscando la presencia de dióxido de carbono.
Y luego, una vez que los astrónomos determinan que varios planetas en un mismo sistema poseen atmósfera, pasarían a medir el contenido de dióxido de carbono con el fin de detectar si alguno de ellos posee menos dióxido de carbono que los demás. Si es así, es muy probable que el planeta sea habitable, lo que se traducirá en que éste albergue importantes masas de agua líquida en su superficie.
Con información de Aristegui Noticias