Federico Anaya Gallardo
En 1986, Roland Joffé nos hechizó con La Misión. Durante las siguientes cuatro décadas mi generación ha tarareado la música que Morricone compuso para esa película. Entre 1991 y 1993 yo aprendí a tocar la quena a orillas del Potomac y luego de 1994 tocaba la melodía del Oboe de Gabriel en Ciudad Las Casas y las montañas de Tila. Pero esa es otra reseña y deberá ser contada en otra ocasión. 14 años más tarde de darle vida a la utopía jesuita entre los guaraníes, en 2000, Joffé y Morricone trabajaron otra película histórica… en el otro extremo del mundo y de la sociedad.
Esta nueva película recordaba las últimas semanas de un artesano singularísimo: François Vatel (1631-1671). Este señor era el mayordomo (mâitre d’hôtel) del desgraciado superintendente de Finanzas Fouquet (del que te platiqué, querida lectora, la semana pasada). En 1661, luego de la caída de su jefe, Vatel fue el otro artista que siguió siendo fiel al caído. Pero, mientras La Fontaine se quedó en Francia escribiendo cuentos y fábulas en París; Vatel huyó al extranjero. El Rey Sol “confiscó” a los artistas que crearon el entorno paradisiaco de Fouquet en Vaux-le-Vicomte y los puso a trabajar en su nueva Corte de Versalles. Se llevó allí al maestro jardinero La Nôtre, al arquitecto Le Vau y al pintor Le Brun. (Los tres Les.)Es muy probable que también se habría quedado con el maestro de ceremonias y gran cocinero Vatel. Pero este no quiso arriesgarse y buscó refugio en la Inglaterra de la Restauración. Luego estuvo en el Flandes español. Y allí hizo contacto con un poderoso príncipe francés: Luis II Duque de Condé (El Gran Condé). Este era el primogénito del segundo hijo de Henri IV –abuelo de Luis XIV. Es decir, era primo hermano del Rey.
Te cuento un poco de política de la época. Condé era 17 años mayor que el rey Luis XIV. Cuando este último subió al trono, en 1643 (de cinco años), su primo Condé tenía 22 años –y casi de inmediato demostró que era un hombre de acción. En su Siglo de Luis XIV, Voltaire dice de Condé: “Este príncipe había nacido general; el arte de la guerra parecía ser un instinto natural en él” (Capítulo 3, Liga 1.) Él es quien venció por vez primera a los Tercios españoles en la batalla de Rocroi (1643). Líder militar nato, ganó muchas batallas para Francia; pero se unió a los rebeldes aristócratas durante La Fronda (1648-1653) y dirigió sus tropas contra el Rey de quince años. Vencido y condenado a muerte, Condé huyó a los Países Bajos españoles y se puso al servicio del Rey Católico, atacando a Francia. El Gran Condé será derrotado por las tropas leales a Luis XIV en 1658. En el tratado de paz con España, diez artículos tratan de este príncipe rebelde. Mazarino y el Rey Sol le perdonan y le permiten regresar a Francia en 1659. Condé se dedica a embellecer su castillo-palacio de Chantilly, situado a 40 Km al Nor-Noreste de París.
Dos años más tarde, en 1661, muere Mazarino y Luis XIV toma el control absoluto de su gobierno. El Gran Condé se mantiene en el retiro. Es entonces cuando el gran cocinero Vatel entra a su servicio. El Rey Sol vuelve a usar los servicios de su primo en 1667-1668 pero aún le tenía desconfianza. Lo cierto es que Francia no tenía generales de la calidad de Condé. En 1671 el rey prepara una guerra contra Holanda y le era indispensable asegurar la lealtad de su poderoso primo.
Este es el contexto de la película Vatel de Joffé. Pero antes de que te cuente de ella, te recomiendo revisar un video-clip del film de 1966 La prise du pouvoir de Rossellini. (Liga 2.) En ella vemos al Rey diseñando los extravagantes trajes que impuso a la Corte. Le explica a Colbert que él será el primero en usarlos, de modo que su ejemplo sea seguido por toda la nobleza. Colbert le dice que esos gastos obligarán a los nobles a pedir préstamos. El Rey le instruye para que se facilite ese endeudamiento. Y siempre que sea necesario, la Corona intervendrá para pagar esas deudas, de modo que los aristócratas queden encadenados al Rey. Como ya te conté, lectora, la película de Rossellini es muy exacta en lo histórico aunque sea pesadísima en cuanto que entretenimiento.
La cuestión es que el esquema de dejar que la nobleza levantisca se endeude lo aplicó el Gran Luis incluso a su primo el Gran Condé. Al principio de Vatel vemos cómo los proveedores del palacio de Chantilly atosigan al mayordomo Vatel para que les pague las mil y un deudas pendientes. Es en medio de esta crisis que el Rey requiere de un buen general para su guerra contra Holanda. Condé, que en ese 1671 ya tiene cincuenta años y sufre de gota, está desesperado porque el Rey lo rescate. Por lo mismo, decide ofrecer al monarca tres días de fiesta en su palacio. Apenas el Rey confirma que visitará a su primo, los proveedores aceptan extender nuevos créditos.
Vatel diseña tres días de fiesta, a partir de la tarde del Jueves 23 de Abril de 1671. Ese primer día se exaltaría el poder del sol como energía que hace florecer la naturaleza. El Rey entraría a un jardín encantado y golpeando el piso con su bastón haría surgir palmeras, flores y mesas repletas de alimentos. La profesora Beatriz González, del Uruguay, ha recomendado un vídeo-clip de este banquete para mostrar a los estudiantes “la magnificencia de las escenografías en el espectáculo y la participación de la música en todas las actividades”. (Liga 3.)
En la película vemos a Vatel supervisar todo: escenarios, músicos, tramoyas, platillos. Resuelve con ingenio los problemas. Joffé incluye aquí la anécdota de cómo se inventó la crema chantilly. Durante la noche, Vatel preparó un espectáculo nocturno, con fuegos de artificio sobre el lago del palacio, de modo que la luz destronase a las sombras. Un gran maestro de ceremonias, productor y director de un espectáculo. Imagina el estrés, lectora.
El segundo día, Viernes 24 de Abril de 1671, era día de vigilia para los devotos católicos. Por lo mismo, se comería pescado. Vatel diseñó un entorno ¡con esculturas de hielo! …que representarían la sumisión de Poseidón ante el Rey Sol. (Y lanzaban una advertencia a los holandeses, hasta entonces orgullosos de sus fuerzas navales.) El problema es que el pescado fresco que Vatel había ordenado llegó con gran retraso. El cocinero genial se creyó perdido y en la madrugada de ese viernes se lanzó sobre su espada. La provisión de pescado llegó más tarde. Cuando buscaron a Vatel para empezar a cocinar, lo encontraron sobre un charco de su sangre. (Y no: no existe un platillo llamado Vatel en su tinta.)
Así fue como ese viernes de vigilia terminó en tragedia. Una de las damas de la Corte, María de Rabutin-Chantal, marquesa de Sévigné (Mme. de Sévigné) registró la fiesta en Chantilly en dos de sus cartas y dedicó una a relatar las cuitas y destino de Vatel. (Liga 4.)
En una reseña de esta película publicada en 2001, José María Aresté reportó que el director Joffé había declarado que «No se puede recrear el pasado tal y como fue. (…) Es imposible.». (Liga 5.) Lo cierto es que la escenificación de la fiesta de reconciliación entre los primos borbones franceses y el relato de las últimas jornadas del gran cocinero Vatel a mí me parecen muy razonables. Vatel es interpretado por Gérard Depardieu (n.1948) y el Gran Condé por Julian Glover (n.1935) quienes tenían 52 y 65 años, respectivamente, cuando se rodó la película. En 1671 el Vatel real tenía 40 años y Condé 50. Es decir, los actores son una década más viejos. Igualmente el Luis XIV real tenía 33 años y el interpretado por Julian Sands tenía 42 años en 2000. Esta discrepancia se sostiene bien, sin embargo, si uno recuerda que la expectativa de vida hace cuatro siglos era mucho más corta.
Condé ganó el comando de la guerra holandesa y Luis XIV pagó sus deudas. Condé ganó la guerra y Luis XIV lo recibió con honores en Versalles. Pero en la sociedad cortesana todo es apariencia y protocolo. El Rey Sol recibió en 1674 a su general triunfante en la Escalera de los Embajadores de Versalles. Condé sufrió al subir los escalones por el reumatismo y la gota. El Rey debió esperarlo. Condé le pidió perdón por la demora y el Gran Luis le respondió: “—Primo, cuando uno vive cargado de laureles como Usted, la marcha siempre es difícil”.
Nota: el Rey sabía que la enfermedad de su primo. Pudo evitarle subir la gran escalera. Pero Luis no podía (ni debía) olvidar que su primo, el mejor general de Francia, se había rebelado contra él durante La Fronda. Aún en su día de triunfo, Condé debía ser humillado por el Estado.
Pero de todo eso no se enteró Vatel. Ese hijo de un labrador que aprendió repostería en la casa de un padrino y que se colocó por sus propios méritos en las casas de la nueva burocracia; ese mayordomo que siguió fiel a Fouquet y que prefirió el exilio antes de trabajar para el Rey; ese: el cocinero del Gran Condé… fue sustituido inmediatamente.
La señora marquesa, Mme. de Sévigné, nos dice que en aquél viernes de vigilia y suicidio, “cenamos muy bien, merendamos, cenamos, caminamos, jugamos, salimos a cazar. Todo estaba perfumado de narcisos, todo estaba encantado. Ayer, que fue sábado [25 de Abril de 1671], volvimos a hacer lo mismo”.
Y por doce décadas más, hasta 1791, la fiesta de los aristócratas franceses continuó.
Ligas usadas en este texto:
Liga 1:
https://www.gutenberg.org/ebooks/68355
Liga 2:
https://mubi.com/fr/films/the-taking-of-power-by-louis-xiv/trailer
Liga 3:
https://uruguayeduca.anep.edu.uy/recursos-educativos/2098
Liga 4:
https://www.gutenberg.org/files/43901/43901-h/43901-h.htm
Liga 5: