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Opinión

Ver para Pensar: Gumihos en 1938

Federico Anaya Gallardo

Hoy te propongo, querida lectora, seguir las aventuras de Lee Yeon (이연), el zorro-celestial que come helado de menta con chocolate en Seúl. La segunda parte de la saga del 구미호뎐 (Gumiho-dyeon ó El Cuento del Zorro de las Nueve Colas) nos explica que nuestro héroe no siempre vivió bien el dolor de haber perdido, allá por los 1600s, a su amante humana. En la segunda temporada de la serie –que puedes ver en Amazon Prime– veremos al Lee Yeon de 1938. Se trata de un adicto al opio que aterroriza a la población –y seguramente come hígados humanos. La inmortalidad tiene sus problemas y el que espera desespera.

Los productores de la segunda temporada nos proponen un viaje en el tiempo. Todo se dispara en el presente (nuestro tiempo) cuando el zorro celestial Lee Yeon ha encontrado al fin a su amada reencarnada (Nam Jiah) y ambos viven en la suavidad apática de la modernidad neoliberal sudcoreana (a K-Pop paradise). De pronto, un extraño ataca la oficina de “asuntos celestiales” y se roba una joya que protege a la diosa y al dios de los muertos de ataques demoníacos. El ladrón se escapa por una puerta mágica al pasado y Lee Yeon recibe la encomienda de perseguirlo para rescatar la joya, retornar a nuestro presente y salvar el futuro.

Para que el héroe no esté solo, la diosa de los muertos manda al otro gumiho, Koo Sinjo (구신주), quien sirve de mayordomo a nuestro zorro celestial. Nam Jiah, la amada humana se queda en nuestro presente y no tendrá ningún papel en la segunda temporada. Este arreglo respeta la línea de tiempo que ocurrió en la primera temporada –y permite cambiar de estelar femenino.

Persiguiendo al ladrón, tanto Lee Yeon como Koo Sinjo aterrizan en 1938 –hace 85 años– cuando Corea era dominada por el Imperio Japonés. Clásico, Lee Yeon descubre eso en medio de la calle, al leer un periódico que lleva el año 13-Showa (treceavo de la Era Showa, el nombre divino del emperador Hirohito). Nuestro héroe exclama: “—¿El periodo colonial japonés? ¡Oh, no!” (Esto lo verás en los subtítulos, querida lectora.) Otras tres traducciones occidentales disponibles en Amazon Prime nos dicen lo mismo: Japanese colonial period (Inglés), Período colonial japonês (Portugués) y Japanische kolonialzeit (Alemán). Sin embargo, los subtítulos en Francés dicen L’occupation japonaise y los italianos L’occupazione giapponese. Puedes ver que no es lo mismo. Si pones los subtítulos en coreano (closed-caption para personas sordas), verás que la expresión es 일제강점기 (Ilje Gangjeomgi) que se traduce como ocupación forzada japonesa.

¿Recuerdas la frase aquélla de traduttore, traditori (traductor, traidor)? Al revisar cómo se dice lo mismo en distintas lenguas uno descubre qué han vivido los hablantes de cada una. Italia, Francia y Corea vivieron el periodo global fascista (1900-1945) sufriendo la opresión de un ejército extranjero que pretendía asimilarles de un modo ú otro en un proyecto imperial ajeno. En cambio, durante el mismo periodo, los países angloparlantes eran centros imperiales que hacían eso mismo (dominar y asimilar) con sus pueblos sujetos (Inglaterra en la India, EUA en Filipinas). Portugal era una potencia fascista y colonial (bajo el dictador Salazar aún dominaba Angola y Mozambique) y Alemania fue el ocupante por excelencia del periodo. En las lenguas de estos tres últimos pueblos se habla de un “periodo” y se usa una palabra descriptiva relativamente neutra (colonial). En Francés, Italiano y Coreano la expresión usada recuerda el dolor de la invasión extranjera y dice duro y directo: Ocupación. Y adonde hay Ocupación, hay Resistencia.

Esta será una de las tramas principales de la segunda temporada de la serie: la resistencia contra el invasor japonés.

Seúl se llamaba entonces Gyeongseong (경성, Ciudad Capital; en Japonés sería Keijō [京城]). Nuestro zorro de nueve colas se verá involucrado en un primer acto de resistencia precisamente en la estación de ferrocarril Gyeongseong (Estación Ciudad Capital). Sobre los nombres, Wikipedia nos informa de su importancia nacionalista. Resulta que Seúl es una palabra sin origen chino ó japonés. Por lo mismo, no se puede escribir en ideogramas chinos. Sólo en la escritura coreana (hangul): 서울. Esto es tan relevante, que en 2005, el ayuntamiento de la ciudad exigió a China y a Taiwán que abandonaran los caracteres ideográficos chinos tradicionales para nombrar Seúl, que reflejaban un nombre chino antiguo del poblado. Seúl exigía que se usaran ideogramas que reflejasen fonéticamente el nombre de su ciudad. Pekín y Taipei desdeñaron imperialmente la exigencia, pero en la práctica las guías de turistas que se distribuyen en ambas Chinas usan el nuevo ideograma propuesto por el cabildo seulense.

Que nuestro zorro de nueve colas combata por vez primera a los japoneses en una estación llamada Gyeongseong encierra un mensaje nacionalista coreano. En la misma línea, los productores de la serie remontan hacia el pasado la premisa básica de la serie: en la vida diaria conviven con los humanos seres divinos ó semidivinos. Si esto es verdad, entonces estas entidades sobrenaturales también vivieron la Ilje Gangjeomgi (ocupación forzada japonesa). No sólo eso: el imperio fascista japonés también movilizó a sus kami (神) y uno de ellos “huele a sangre” –según descubre nuestro héroe zorro. Este monstruo japonés es comandante de un operativo en el cual se secuestra y tortura a seres sobrenaturales coreanos. Japón necesita materias primas y se ha descubierto que entre los “nahuales” coreanos hay una bebita que trae fortuna (indicando el lugar exacto de vetas de oro).

En otras palabras, la segunda temporada de la serie es algo más que un viaje en el tiempo. Hay un momento en que los “nahuales” coreanos más humildes se manifiestan ante la oficina de “asuntos celestiales” para demandar a la diosa de los muertos que les proteja contra los secuestradores japoneses. Ella se niega alegando que los dioses no deben involucrarse en asuntos humanos. A sus espaldas, su marido se enlista voluntario en la Resistencia. Que este juego sea posible proviene de dos fuentes. Una, de la tradición del comic occidental en donde los seres super-humanos toman partido y apoyan distintas naciones. Otra, del hecho antropológico que los kami japoneses, los sin coreanos y los shin chinos son parte del culto a los ancestros. ¿¡Cómo no van a unirse nuestros dioses a nuestra lucha nacional, si son nuestros abuelos y abuelas?!

Los productores aprovechan conscientemente las raíces antropológicas de la religión tradicional coreana. En esta segunda temporada del Gumiho-dyeon nos enteramos que Lee Yeon fue criado por la diosa de los muertos como sansin (dios de la montaña) junto con otros dos infantes. Una se llamaba Ryu Hong-joo (류홍주) y es interpretada por Kim So-yeon (김소연, n.1980). Ella es la diosa de las montañas del Oeste. El otro se llamaba Cheon-Muyoung (천무영) y es interpretado por Ryu Kyung-soo (류경수는, n.1992). Él es el dios de las montañas del Este. Los tres fueron reclutados desde pequeños –hace 1600 años– por la diosa de los muertos y entrenados para ser deidades de la montaña (sansin, 산신). Ya sabíamos que Lee Yeon era un pequeño zorro, pero parece ser que Ryu Kyung-soo era una pequeña búha y Cheon-Muyoung un pequeño tigre. (Por eso en el cartel que anexo vemos a cada uno con su animal tótem detrás.) A lo largo de su entrenamiento, estos tres sansin se hicieron los mejores amigos. Aparte, la búha siempre deseó al zorro, y el tigre siempre amó a la búha. Todo esto se va develando cuando nuestro héroe se encuentra con sus antiguos amigos en 1938.

Los tres dioses guardianes de montaña enfrentarán no sólo a los kami imperiales del Japón, sino a una entidad supernatural coreana extraña: el Tigre de Jangsan (장산호랑이). Jangsan (장산) es una región de Corea del Sur, alrededor de la cual se ha creado una leyenda urbana acerca de una especie de demonio que imita las voces de nuestros seres queridos para hacernos entrar al bosque –adonde nos devorará. Este es el tigre (호랑이). No he podido discernir si estamos ante una figura tradicional ó ante un ente imaginario moderno, pero te dejo algunos datos que te harán disfrutar mejor la lucha de nuestro héroe zorro contra este tigre.

En 2017 el director coreano Heo Jung (허정) realizó una película, que conocimos en Occidente como The Mimic: voces del más allá, pero que en coreano se tituló Jansang-beom (장산범). En esta expresión, Beom (범) se puede traducir como tigre, delito ó delincuente. En la www algunos traductores convierten Jansang-beom en “copycat” ó “imitador”. En 2023, los productores de El Cuento del Zorro de las Nueve Colas retoman esta idea y nos presentan (capítulo 5) al Tigre de Jangsan como una creatura que vive en un lugar a mitad del camino entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos. Ese espacio –explica aterrado el dios de los muertos en nuestra serie– es “el patio de juego de demonios milenarios”. Ese mundo-entre-los-mundos es una especie de limbo de pesadilla (C.S.Lewis creó algo como eso en sus Crónicas de Narnia). La diosa de los muertos complementa la explicación: el Tigre de Jangsan es un “impostor” que imita a los demás (animales, humanos y dioses). El tigre anhela convertirse en lo que imita… en el caso de nuestro héroe zorro, en una sansin, una deidad de la montaña. Para eso usa las memorias de las personas que seduce, de modo que los amigos del imitado le permitan pasar al mundo de los vivos. Esta figuración del maligno como un ser que envidia la autenticidad de humanos y “nahuales” es sugerente. Se nos presenta como tigre, pero es sólo un cuento… un tigre de papel.

¿Es esto una elaboración televisiva de una leyenda urbana moderna, como el chupacabras mexicano, ó se trata de una derivación de una tradición más antigua? Wikipedia nos reporta que entre los mitos de origen coreanos hay uno en que un hijo del cielo baja a la tierra y se encuentra con una osa y un tigre que desean ser humanos. Les pone una prueba (una especie de ayuno dentro de una cueva). Sólo la osa soporta. El tigre se sale antes de tiempo. La osa se vuelve humana y se casa con el hijo del cielo, engendrando a los primeros humanos. Podemos suponer que el tigre, envidioso del premio, se convertirá en un imitador de humanos y dioses. (Estoy elaborando con mi propia imaginación. Si entre las lectoras alguien sabe más de mitos y leyendas coreanos, por favor ilústrenos.)

Finalmente, los productores aprovecharon el éxito de pantalla de un actor secundario de la primera temporada: Kim Bum (김범, n.1989), quien interpreta al medio-hermano de Lee Yeon. Él mismo es un dios-zorro llamado Lee Rang (이랑), pero como su madre era humana tiene broncas con el hermano mayor que es zorro “puro”. La oposición de estos dos zorros en la primera temporada fue muy exitosa. A veces era violenta, otras cooperativa. En la segunda temporada evoluciona, literalmente en un bromance (brother’s romance) ó en una versión extraña de los father-issues del cine estadounidense. Te dejo una foto fija de ambos zorros caminando frente a un tranvía.

Resumo. La segunda temporada del Gumiho-dyeon, situada en 1938, es una maravilla. Los cuentos que cuenta son atractivos é interesantes. El modo en que se cuentan es ordenado y emocionante. El desarrollo de los caracteres es complejo, pero entendible. (Y con buena técnica nos los van presentando poco a poco, sin abrumarnos.) Vale la pena ver con atención sus 12 capítulos.

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