James Clavell (1921-1994) es un escritor británico de esos que ya no puede haber. Nació en 1921 en Sídney, Australia, porque su padre, Richard Charles Clavell, era un oficial de la Marina Real Británica estacionado en ese puerto para apoyar a la Real Marina Australiana fundada en 1901, cuando las colonias australianas formaron una Federación bajo la corona británica. La marina aussie fungía como Guardia Costera (green-water navy) y la marina británica proveía la protección de alta mar (blue-water navy). Estos detalles biográficos ayudan –Aunque Ud no lo crea, querida lectora– para comprender por qué James escribió lo que escribió sobre Japón.
La obra literaria más conocida de James Clavell es Shógun, publicada en 1975 en Nueva York por la casa editora Paul R. Reynolds. Se trata de una novela histórica ubicada en el Japón del año 1600. Clavell cuenta en ella las aventuras de un capitán inglés que naufraga en las costas de la gran isla de Honshu, a quien pone de nombre “John Blackthorne”. El nombre, pronunciado Yon Blakffórn por los hablantes de Castellano, se nos hace difícil. Pero es aún peor para el hablante de Japonés, adonde no hay equivalente a la “th” inglesa. Como de paso, luego de explicar la dificultad lingüística, Clavell nos dice que los japoneses decidieron no llamar a Blackthorne por su nombre, sino como Anjin.
Anjin se escribe 按針 con los ideogramas chinos (kanjis). Los dos kanjis significan “aguja” (按) y “estudiar” (針). Anjin es “el que estudia la aguja”, “el que usa la brújula” –pues el inglés Blackthorne era el navegante de una flota holandesa que se aventuró en el Pacífico –usando un derrotero robado a los portugueses. Otra vez, como de paso, pero en un plano más profundo, Clavell nos cuenta cómo John Blackthorne es instrumentalizado por la sociedad japonesa. Lo que les interesa no es la persona, sino en qué les puede ser útil para sus propios fines.
Cosa extraña para una nación insular, el Japón de 1600 apenas se había empezado a aventurarse fuera de su territorio. Es decir, no había una blue-water navy japonesa. Clavell nos muestra los prejuicios de los marinos de alta mar como su padre (expertos en viajes a vela) frente a los marinos costeros. Blackthorne odia las galeras de remos –que en el Mediterráneo español y otomano del siglo XVI eran propulsadas por esclavos llamados galeotes. Clavell nos cuenta que su Blackthorne quedó muy sorprendido al descubrir que los remeros japoneses eran hombres libres é incluso que los soldados y los samuráis se ponían a remar en caso de necesidad. En la Liga 1 puedes ver un clip de la miniserie de ocho capítulos producida para la TV estadounidense por la NBC. Allí, Blackthorne se niega a subir a una galera, creyendo que lo van a esclavizar.
La novela Shógun se volvió sensación gracias a esa miniserie de ocho capítulos creada para la TV estadounidense por la NBC en 1980. Clavell era uno de los productores. Un solo director, Jerry London, realizó todos los capítulos. (En la Liga 2, la introducción de los capítulos.) En esta serie, Blackthorne fue interpretado por Richard Chamberlain (n.1934). Toshiro Mifune (敏郎-三船, 1920-1997) –el Ánimas Trujano de Ismael Rodríguez en 1960–dió vida al protagonista japonés central en Shógun: Yoshi Toranaga –quien en realidad es Yeyasu Tokugawa (家康-徳川, 1543-1616, el unificador final del Japón). Agrego una foto de Mifune como Toranaga-Tokugawa, frente a dos tigres en combate.
En la novela, la persona lectora siempre usa su idioma. (Si los personajes japoneses piensan algo, lo piensan en Inglés ó en Castellano.) Esto muestra al lector cuánta complejidad y cuántos detalles pasan desapercibidos para el extranjero Blackthorne. Cosa interesante, eso no se podía hacer tan fácil al llevar la novela a la pantalla. Clavell y Jerry London decidieron que todos los personajes japoneses (una inmensa mayoría) hablarían Japonés todo el tiempo. Y la serie NO agregó subtítulos. La idea era que la audiencia experimentase lo que el personaje Blackthorne sufría: el estar en un mundo que hablaba y pensaba en un idioma diverso al suyo. Para que las y los espectadores no se perdiesen, en la serie de 1980 se recurrió mucho al narrador omnipresente –cuya voz en Inglés fue la de Orson Welles (1915-1985). El objeto de la novela (y de la serie) era enseñar a la audiencia una cultura ajena, no-occidental, en sus propios términos. (Un pasaje nos muestra esto en la Liga 3.) La serie, por otro lado se filmó íntegramente en Japón.
Regresemos a la Historia. Cuando el Blackthorne de Clavell llega a Cipango, la situación social y política es increíblemente compleja. La larguísima guerra entre los reinos (Sengoku-Jidai, 戦国-時代) recién había terminado con varias batallas. Clavell no nos explica todo con detalle, pero sí nos deja entrever que esa guerra había dejado muchos dolores y resentimientos en todas las capas de la sociedad.
En la Batalla de Yamazaki (1582) el general campesino Hideyoshi Toyotomi venció al traidor Matsuhide Akechi –asesino de Nobunaga Oda, quien al tratar de escapar fue ajusticiado por una banda de campesinos indignados por la muerte de su protector.
En la batalla de Shizugatake (1583) Hideyoshi venció a una facción del clan Oda que se negaba a reconocer su liderazgo –y provocó la muerte de la Dama Oichi, hermana de Nobunaga. Anécdota relevante: antes de que los rebeldes se suicidasen y quemaran su castillo, se permitió escapar a la masacre a las tres hijas de Oichi (sobrinas del gran Nobunaga): Yodo-dono, Oeyo y Ohatsu. La primera sería más tarde consorte de Hideyoshi y le daría al campesino-vuelto-señor el único hijo que le sobrevivió (Hideyori Toyotomi). En su novela, Clavell llama a Yodo-dono “Dama Ochiba”, madre de un niño que todos llaman El Heredero.
Luego, en 1584, una última facción de los Oda atacó a Hideyoshi con el apoyo de Yeyasu Tokugawa –el gran aliado aristócrata de Nobunaga. Varias batallas demostraron la inutilidad de la confrontación y en 1585 ambos firmaron la paz. En 1590 juntos atacaron y vencieron al clan Hojo en el oriente de la isla principal. Yeyasu se convirtió desde entonces en el Señor de Kanto –la inmensa llanura arrocera en la cual levantaría su nueva capital, Edo (la actual Tokio).
Dos años después de la derrota de los Hojo y de la fundación de la moderna Edo-Tokio, Hideyoshi emprendió un alucinante sueño personal: invadir China. En la serie Taikoki(2006) que te conté la semana pasada, el general campesino le explica a Nobunaga que como las tierras de las islas japonesas quedarán al final de cuentas en manos de los aristócratas él, que es un campesino, debe ir a Corea y a China a buscar sus dominios. De hecho, la guerra exterior fue un modo de canalizar hacia fuera el exceso de tropas movilizadas por las guerras civiles japonesas. Por otra parte, se ofrecía recompensar así a muchos soldados y oficiales que –como Hideyoshi– se habían elevado socialmente. La primera invasión ocurrió en 1592. Unos 158mil soldados japoneses desembarcaron en Busán, al sur de la península coreana.
El problema es que la marina coreana logró cortar los suministros desde Japón. En tierra, la invasión provocó un alzamiento campesino patriótico. Los japoneses quedaron encerrados en una ratonera. Sólo la muerte de Hideyoshi permitió a Japón escapar de aquélla trampa en 1598. El consejo de regentes que administró el país a su muerte ordenó la retirada y negoció la paz con las dinastías Joseón (Corea) y Ming (China). En otras palabras, hacia 1600 la élite política y militar japonesa estaba perfectamente al tanto de su debilidad naval. Clavell ubica en este escenario histórico a su protagonista y nosotros podemos entender por qué Blackthorne será llamado Anjin-san, el “Señor Navegante” de alta mar.
Yo leí la novela Shógun de Clavell en 1989. Mi copia es de la décima edición en Castellano, publicada en 1987 por Plaza & Janés en Barcelona y con una traducción de J. Ferrer Aleu. Creo recordar que la compré en un Aurrerá de la ciudad de México. En Marzo de 1989, yo estaba muy interesado en All Things Japanese, porque acababa de regresar de una visita a Japón y de una travesía de dos meses en barco por el Pacífico (Tokio-Honolulu-Acapulco-Panamá-La Guaira) rodeado de japoneses.
En las islas de los kami, una de las cosas que más me sorprendió fue que, en el hogar campesino que me recibió por una semana en las montañas de la Prefectura de Fukushima, en el altar familiar estaba un daisho (大小, grande-pequeño) es decir, un par de espadas, una larga (刀,katana) y otra corta (脇差, wakizashi). Mis anfitriones me explicaron con orgullo que hacía siglos, sus ancestros habían luchado por la unificación de Japón. Les pregunté por qué la vaina de la katana estaba vacía. Me explicaron que, luego de la victoria y de que el país estaba unificado, Tokugawa había ordenado desarmar a los campesinos y que el gobierno confiscó la katana.
En la novela de Clavell encontré referencias a eso. En la primera parte, capítulo I, cuando Blackthorne y los suyos son rescatados en un pueblo de pescadores llamado Anjiro de la provincia de Izú, el jefe de la comunidad se llama Mura. Este hombre ya peina canas. Mura había peleado en las guerras civiles, sabía algo de Portugués y se había convertido al cristianismo. Era jefe de la comunidad gracias a su experiencia, pero seguía siendo un plebeyo. A través de él, Clavell nos empieza a retratar la organización social japonesa.
Mura teme que, luego de diez años de paz, la guerra civil empiece de nuevo. Toranaga (Tokugawa) domina el oriente de las islas. Y se enfrentará con el hegemón del occidente, Ishido (en la vida real, Mitsunari Ishida, 三成-石田, 1559-1600). Mura nos dice (página 28 de la novela): “Me empezaba a gustar la paz… Pero el hombre que hizo la paz [Hideyoshi] ha muerto. El campesino soldado que se había convertido en samurai, y después en general, y después en el general más grande, y por último en el Taiko, el absoluto señor Protector del Japón, murió hace un año, y su hijo de siete años es demasiado joven para heredar el poder supremo. Lo cierto es que estamos todos atrapados y pronto llegará la guerra…”
Luego, en la página 29, Clavell nos informa que Mura fue soldado con el Taiko “mucho antes de que fuese el Taiko… cuando los campesinos podían ser samuráis y los samuráis podían ser campesinos, o artesanos o incluso viles mercaderes, y convertirse de nuevo en guerreros. «Es extraño –pensó Mura…–. Lo primero que hizo el Taiko al asumir el poder fue ordenar a todos los campesinos que dejaran de ser soldados y entregaran todas las armas». El Taiko había establecido también el inmutable sistema de castas que hoy regía en todo el Imperio. En primer lugar, los samuráis; debajo de éstos, los campesinos; después los artesanos; después, los mercaderes, seguidos de los cómicos, los parias y los bandidos…”.
La familia de mis anfitriones campesinos en la Fukushima de 1989 había logrado preservar la vaina de la katana y la daga wakizashi completa porque ésta última era considerada un arma menor que podían usar los campesinos. Y sabían lo que el personaje Mura de Clavell explica en la novela. La Historia no es privilegio de las élites y su memoria se reproduce siempre de modos inesperados… frente a un joven mexicano que quería conocer campesinos nipones ó en la novela de un australiano.
Por lo que te cuento, lectora, disfruté mucho de la novela Shógun cuando la leí a mi regreso de ese Lejano Oriente (ó más bien, Lejano Occidente, si lo vemos desde México). La serie de 1980 ha estado disponible en diversos formatos desde entonces –incluído un corte como película para salas de dos horas. Si haces una búsqueda en YouTube encontrarás fragmentos de ella. Hoy las búsquedas se han generalizado porque Disney y Hulu acaban de estrenar una nueva versiónen este 2024.
Al releer Shógun en este contexto, redescubrí una de sus virtudes. Clavell parte de la idea de que la persona lectora no conoce la cultura del país al que llega Blackthorne y, por lo mismo, asegún se van revelando detalles acerca de lo que es ser japonés, quien lea saltará de la admiración a la repugnancia. Aparte, Clavell usa la Historia como un truco. En los 1970s, Occidente se enorgullecía de su modernidad(palabreja que incluye, inter alia, cosas como “aseo”, “cortesía”, “tolerancia”, “espíritu crítico”). Pero el Occidente de Blackthorne era todo lo contrario en 1600. La suciedad, zafiedad, fanatismo y cerrazón de todos los Europeos en el Japón de Toranaga/Tokugawa subrayan la limpieza, amabilidad y capacidad de asombro de los japoneses de aquél tiempo. Recuerda, lectora, que Nobunaga se admiraba de las nuevas perspectivas que le traían los europeos: por esousó sus mosquetes y arcabuces para vencer en la Batalla deNagashino.