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Opinión

Ver para pensar: Su Alteza Serenísima (según Fuentes Mares)

Federico Anaya Gallardo

Hace casi tres años, en Agosto de 2021, la cámara de Google Maps iba andando sobre el Paseo Simón Bolívar de la ciudad de Chihuahua cuando captó la imagen que pongo al inicio de esta kino-reseña. Se trata del monumento a José Fuentes Mares Silló, un escritor del Estado Grande nacido en 1918 y muerto en 1986. Lo vemos sentado con actitud regia en una gran silla de brazos, encaramada sobre placas de piedra que semejan una pila de libros. En letras de oro, sobre los lomos, leemos los títulos de algunas de las obras de don José. Atrás a la izquierda, un hombre pasa frente a “Bolívar Laboratorios” y al lado a la derecha, un chavo en patineta cruza el camellón que cerró la Calle Segunda para colocar allí a don José. El chavo parece dirigirse a el “Servicio de Taxi Pacífico”. (Todo lo anterior, gracias a Google Maps… que nos entrega siempre más información que la esperada.)

¿Qué habría dicho de la escena que acabo de comentar el doctor Fuentes Mares, augusto rector que fue de la Universidad de Chihuahua por seis meses entre 1958 y 1959? Yo no me atrevería a contestar –pues acabo de conocer a este autor– pero tengo a mano un comentario de alguien que sí le conoció y leyó atento, Luis González y González, el legendario microhistoriador de El Colegio de México: “[Fuentes Mares] fue un hombre contradictorio: tuvo que bailar con una nación que le parecía fea. Era moreno pero tomó el partido de los blancos.” (Liga 1.)

La cosa, querida lectora, es que Fuentes Mares escribió en 1969 una interesante obrita de teatro llamada Su Alteza Serenísima: Farsa Patriótica en Tres Actos. Puedes leer sus 31 páginas en la edición publicada por Jus (la editorial chilanga de los católicos) en la Liga 2. Esa edición consigna que el Grupo Teatral Tierra Nueva la estrenó en el Paraninfo de la Universidad de Chihuahua bajo la dirección de Fernando Saavedra. Santa Anna fue protagonizado por Luis Saavedra. Rocío González Serrano, del Centro de Estudios Literarios de la UNAM (Liga 3) comentó para la Enciclopedia de la Literatura en México que este drama es “una denuncia del proceder de los presidentes y la abyección de sus subordinados”. ¿Recuerdas aquél chistorete acerca de los presidentes imperiales del PRI, sobre qué le respondían sus subordinados a los primeros mandatarios si éstos preguntaban “qué horas son”? Las que Usted mande, Señorpresidente. Pues Fuentes Mares lo incluye en el primer acto, mientras Santa Anna dicta sus memorias al “secretario Jiménez”.

Gracias a Malkah Rabell (Liga 4) sabemos que la pieza se estrenó en la ciudad de México antes de 1980, en el Teatro Jesús Urueta (que al parecer estaba en el barrio de la Merced y ya ha desaparecido). Entonces fue dirigida por Olga Consuelo Mejía y contó con Luis de León como el Dictador Resplandeciente. En 1990 regresó a la cartelera en el antiguo Teatro Arlequín (en la colonia Cuauhtémoc, cerca del Monumento a la Madre chilango), bajo la misma directora y con Joel Palazuelos como Santa Anna –pero en opinión de Rabell esta escenificación fue un desastre.

Puedes ver una puesta en escena más reciente de Su Alteza Serenísima de Fuentes Mares en YouTube gracias a Salvador Reyes Téllez (@SalvadorReyes1951) de la Autónoma de Chihuahua. (Liga 5.) Data del 27 de Diciembre de 1993 y en ella Alfonso Varona Trevizo interpreta al dictador.

En la obra de Fuentes Mares Santa Anna y su mujer, Dolores Tosta, están en una de las Islas Vírgenes, Santo Tomás, que era posesión de Dinamarca. Allí llega a visitarlo el secretario de Estado de EUA, William H. Seward. Era el año 1866 y la entrevista efectivamente ocurrió. Lincoln había sido asesinado a principios de 1865 y su vicepresidente, Andrew Johnson lideraba la Reconstrucción de los derrotados Estados sureños. En México, el imperio de Maximiliano se tambaleaba y los franceses habían anunciado su retirada. Fuentes Mares aprovecha el hecho y su segundo acto se centra en el encuentro entre el Dictador Resplandeciente y el antiesclavista. Igual que con las “horas del Señorpresidente”, el autor ridiculiza ahora al imperialismo estadounidense.

En el tercer acto, el objeto de la mofa serán los gabinetes presidenciales –y el papel de los intelectuales orgánicos.

Desde el principio de la obra, el público se ha enterado que Jiménez y Dolores Tosta tienen arreglo con vecinos de Santo Tomás para que varios de ellos se presenten cada semana como un “Consejo de Ministros” que escuche zalamero las ideas del dictador exiliado –quien se ilusiona que aún es presidente de la República. Se trata de “Don Roque el boticario y sus ayudantes; don Blas el de la tienda y don Trini el carnicero”. La ventaja es que a cada rato el Señorpresidente se enfurruña y decide cancelar las sesiones. Problema en el tercer acto: cuando al fin Su Alteza Serenísima decide celebrar “Consejo de Ministros” a Roque le dio un catarro y sus ayudantes deben cuidar la botica, mientras que a Blas y a Trini se los llevó la policía por vender kilos de 800 gramos…

Dolores Tosta desespera y le dice a Jiménez que piense en alguna solución. El secretario responde, desolado: “—No sé, en cuanto le pagan a uno por pensar no se le ocurre nada…” (Bello retrato de los intelectuales enchayotados del PRIAN, ¿verdad?) La hábil y “serenísima señora” (este es el título que Dolores mandó poner en su tumba), ordena tajantemente: “—¡Pues piensa gratis! ¡Considérate despedido desde este momento! ¡Ya estás en la calle!”

La solución de Jiménez es reclutar entre los pobres de la plaza a un grupo de nuevos ministros. De todas formas, imagina, su desquiciado jefe no reconocerá a nadie. El entrenamiento se da en unos cuantos instantes: No importa qué diga Santa Anna, ellos deberán responder a coro “Sí, señor Presidente”.

La escena central de este tercer acto es un largo é incoherente discurso de Su Alteza Serenísima en el que explica su nuevo propósito de ir a México a “salvar la República” de los franceses (con apoyo estadounidense). A cada mosaico oratorio y a cada floritura del lenguaje (copiados no de la era santannista, sino del priísmo de los 1960s), los “ministros” exclaman “Sí, señor Presidente”…

En la representación de 1993, Alfonso Varona Trevizo improvisa. Junto a los mosaicos originales de Fuentes Mares “La verdad os hará libres” (“Sí, señor Presidente”…); “Por mi raza hablará el espíritu” (“Sí, señor Presidente”…), “El gobierno democrático es obra de todos” (“Sí, señor Presidente”…); Varona se lanza con “Luchar para lograr, lograr para dar” (el lema de la Autónoma de Chihuahua… “Sí, señor Presidente”…), ó “Avancemos juntos hacia la modernidad” (“Sí, señor Presidente”…) y “Apoyemos el Tratado de Libre Comercio” (“Sí, señor Presidente”…). Actores y público se burlan del salinismo reinante en aquéllos días. El auditorio se rió largo y contento. En Enero del año siguiente, 1994, el EZLN aparecería en el horizonte chiapaneco… El espectro de Fuentes Mares debe haber sonreído.

Por supuesto, el embrujo de la escena que te cuento, lectora, termina cuando el dictador dice algo que merecía un “No, por supuesto, señor Presidente”. Santa Anna, encarrerado y loco, advierte furibundo: “—¡Pero si se quiere lucha, lucharé! Y si se quiere muerte, ¡mataré! Mis enemigos son los enemigos de México. ¿Creéis que no lo entiendo? ¿Creéis que soy idiota?” (“Sí, señor Presidente”…) Los falsos corifeos fallan y el dictador arremete contra ellos, los echa de la casa y anuncia que gobernará solo…

Lleno de rabia, le empiezan ataques de úlcera y asma… Allí, el Santa Anna de Fuentes Mares se pregunta cómo resolver el problema de su propia muerte. Y descubre una idea genial: “Todo se reduce a fundar un Partido, un partido político invencible; un partido que perpetúe mi gloria y mi nombre: ¡un Partido que jamás pierda las elecciones! … [el cual] llevará tres iniciales! ¡ Sólo tres letras, que se graben en la memoria del pueblo!”… S.A.S. por Su Alteza Serenísima –mientras el público de 1969, 1980, 1990 y 1993 pensaba P.R.I.

Atención: Cuando Jiménez explicó a Dolores Tosta cómo había conseguido a los nuevos miembros del “Consejo de Ministros”, el dramaturgo Fuentes Mares puso en su boca esta explicación: “Tomaban el sol en las bancas de la plaza, y tienen gran curiosidad por saber lo que es un Consejo de Ministros. Que sean pobres es lo de menos, señora Lola; usted sabe que en un gobierno democrático el pueblo ha de formar el ministerio. ¡Acabemos de una vez con las pelucas y las levitas! ¡Viva el gobierno del pueblo!”

Recordemos la dura sentencia de Luis González y González sobre Fuentes Mares: Tuvo que bailar con una nación que le parecía fea: era moreno pero tomó el partido de los blancos. El autor de esta farsa patriótica no ama al Pueblo llano ni confía en su capacidad para participar en la política y, por supuesto, asume que la gente común será incompetente en las tareas de Gobierno.

La Historia mexicana en los 55 años que han pasado entre 1969 y 2024 demuestra cuán equivocado estaba don José. ¡Qué triste que ni su espectro ni su estatua puedan reconocer las hazañas de participación popular que todas y todos nosotros hemos logrado!

Ligas usadas en este texto:

Liga 1:

www.academiamh.com.mx/miembros/jose-fuentes-mares/

Liga 2:

https://es.scribd.com/document/359689211/89-Fuentes-Mares-Su-Alteza-Serenisima

Liga 3:

http://www.elem.mx/autor/datos/381

Liga 4:

https://www.criticateatral2021.org/html/resultado_bd.php?pageNum_rs_busqueda_autor=9&ID=3531

Liga 5:

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