Una reverencia a los surcoreanos ha cerrado la alocución de Yoon Suk Yeol, con la que ha perdido perdón por su intempestiva -y efímera- declaración de ley marcial, pocas horas antes de una votación parlamentaria que busca su destitución. El presidente ha afirmado que dejará en manos de su partido su poder y la estabilización de la situación política.
“Pido sinceras disculpas por causar preocupación e inconveniencias a la ciudadanía”, dijo Yoon, rebajando la gravedad de su atentado contra la democracia, para justificarlo acto seguido. “Hice la declaración de la ley marcial desde la desesperación, como presidente y responsable último de los asuntos de Estado“. Aun así, añadió: ”No eludiré las responsabilidades legales o políticas derivadas de esa decisión”.
Su breve discurso fue retransmitido este sábado a las diez de la mañana, hora local, en varias televisiones y radios coreanas. En él, Yoon añadió que “nunca habrá otra declaración de ley marcial”. Los legisladores a los que pensaba detener y encarcelar no lo tienen tan claro y la mayoría de ellos pasó la noche en el interior de la Asamblea Nacional. Un reflejo del miedo atávico de poliíicos y militantes demócratas coreanos a que la policía irrumpa en mitad de la noche en sus casas para no volver a ser vistos, como pasaba todavía en 1980.
De hecho, dentro del recinto del parlamento se aparcaron autocares y todo tipo de vehículos para dificultar el aterrizaje de helicópteros, como sucedió el martes. Durante la tarde noche, algunas decenas de miles de personas pasaron por la concentración de protesta en las cercanías de la Asamblea Nacional, en una auténtica fiesta de la democracia.
Luego, hasta el alba, algunos corrillos de ciudadanos se apostaron a modo de guardianes frente a los accesos al perímetro del parlamento, con tazas de café para aliviar las temperaturas bajo cero. No se olvidan de las imágenes de la medianoche del martes, con diputados levantando barricadas con muebles de oficina para retrasar la entrada de comandos con fusiles automáticos.
Yoon Suk Yeol anunció asimismo que dejará “la estabilización de la situación política en manos del partido, com hará con “el mandato presidencial”. Una forma clara de intentar disuadir a sus correligionarios de votar esta tarde a favor de su destitución, para lo cual bastarían ocho defecciones de su grupo de 108 diputados. La oposición a Yoon Suk Yeol suma nada menos que 192 de los 300 escaños de la cámara.
Está por ver si el Partido del Poder Popular (PPP) de Yoon actuará como un bloque, como al parecer volvió a proponerse ayer, tras una nueva reunión del grupo que se alargó hasta muy entrada la noche. Horas antes, el jefe del partido, Han Dong Hoon, había llamado a “la inmediata suspensión de las funciones presidenciales de Yoon Suk Yeol a fin de proteger a la República de Corea y a su pueblo”. Este mismo sábado, Han ha valorado que “una pronta dimisión de Yoon es inevitable”.
El joven ministro de Justicia intenta colocarse como candidato a la sucesión de Yoon Suk Yeol como líder de la derecha, pero disociándose del último órdago de este para ser aceptable por toda la sociedad de Corea del Sur y sus grandes aliados internacionales. Yoon no le debe su posición a un lento ascenso en el seno del partido, sino que era un fiscal con una larga carrera detrás -con fama de ”matagigantes”- cuando dio el salto a la política, utilizando como trampolín a un PPP hundido y desorientado tras la caída en desgracia de la presidenta Park Geun Hye.
Contrición a medias
La reaparición de Yoon busca evitar que sus diputados voten a favor de su destitución
El PPP deberá abordar una última deliberación tras la comparecencia de Yoon Suk Yeol, poco antes de la votación prevista para las cinco de la tarde, hora local. La oposición podría someter justo antes a votación medidas de investigación sobre la primera dama, todavía más impopular que el presidente.
La humilde reverencia de Yoon -más conocido por su soberbia- le sabrá a poco a los cientos de miles de coreanos que se espera que se concentren este sábado frente a la Asamblea Nacional para hacerse oír. Los sindicatos han convocado a sus afiliados. Docenas y docenas de autocares policiales se alinean ya en la carretera que bordea la sede de la soberanía popular.
Con información de: La Vanguardia