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El Papa Francisco ingresa en el hospital Gemelli aquejado de bronquitis

El papa Francisco, de 88 años, ha sido trasladado al hospital este viernes para someterse a pruebas y continuar el tratamiento de la bronquitis que arrastra desde hace varios días, según informó la Sala de Prensa del Vaticano pasadas las once de la mañana. “Esta mañana, al término de sus audiencias, el papa Francisco ha sido ingresado en el Policlínico Agostino Gemelli para someterse a algunas pruebas diagnósticas necesarias y continuar su tratamiento contra la bronquitis, que sigue en curso, en un ambiente hospitalario”, ha informado en un comunicado. De momento ha quedado cancelada su agenda hasta el lunes, añadió después el Vaticano hacia la una del mediodía. Ese día tenía previsto visitar los estudios cinematográficos de Cinecittà, y era la primera vez que lo hacía un Pontífice, pero la cita queda suspendida, al igual que la audiencia del Jubileo de mañana sábado. El domingo, la misa en San Pedro será celebrada por el cardenal portugués José Tolentino de Mendonça.

Antes, por la mañana, Francisco había trabajado con normalidad y había tenido cinco audiencias, entre ellas una con el primer ministro eslovaco, Robert Fico. Esto no indica una emergencia repentina, sino un progresivo deterioro de su estado de salud, que tal vez el Papa no acababa de asumir, y que finalmente ha aconsejado ir a un hospital. Jorge Mario Bergoglio no tiene fama de ser un buen paciente y hacer mucho caso a los médicos, de hecho desde hace tres años no tiene un médico personal, solo un enfermero. Su estado de debilidad era evidente en los últimos días, con los ojos cansados, la voz débil y el rostro hinchado por la cortisona que se le administra para combatir la infección respiratoria.

La bronquitis del Pontífice, que ya es el Papa más anciano desde que León XIII falleció en 1903 con 93 años, no es ningún secreto. Él mismo anunció que la padecía en la audiencia semanal del miércoles de la semana pasada, 5 de febrero, aunque la describió como “un fuerte resfriado”. Este domingo renunció a leer su discurso “por la dificultad para respirar”, y pasó el texto a un colaborador, y anteayer, en la audiencia general, volvió a pasar lo mismo, delegó la lectura. “Porque yo con mi bronquitis no puedo todavía”, se excusó. Ha permanecido en su residencia, pero ha seguido manteniendo su agenda de encuentros, afrontando la enfermedad como una molestia pasajera. Hasta hoy.

Para Francisco, papa desde 2013, ya es habitual en los últimos inviernos sufrir fuertes gripes y resfriados. De hecho, ya en septiembre suspendió su agenda por “un estado gripal leve”. Entonces, el Vaticano relativizó el incidente, señalando que era “una medida de precaución teniendo en cuenta los viajes de los próximos días”, en referencia a la visita que debía emprender al final de esa semana a Luxemburgo y Bélgica, que luego transcurrió con normalidad.

El escenario actual es similar a lo visto a partir de 2023. En primavera de ese año sufrió una afección respiratoria que le impidió leer discursos largos y el 29 de marzo fue también ingresado en el Gemelli, pero de urgencia, porque se sintió mal tras la audiencia general, y cundió la alarma. Salió a los tres días y desdramatizó la situación diciendo que había sido solo “una pulmonía aguda y fuerte”. “Estoy todavía vivo”, dijo bromeando con los periodistas. Después del verano, con la llegada del frío, tuvo que suspender en noviembre un viaje a Dubái por un estado gripal con fiebre. Y en febrero de 2024 pasó de nuevo por el hospital para hacer un TAC (Tomografía Axial Computerizada) de los pulmones. De forma inédita, en Semana Santa no pudo leer la homilía del Domingo de Ramos.

Tres operaciones en tres años

Los pulmones son uno de los puntos débiles del Papa, pues en su juventud, con 21 años, le extirparon la parte superior del derecho por una grave pulmonía. Pero no es su único achaque. Bergoglio ha pasado por el quirófano tres veces en tres años ―extirpación de parte del colon en 2021, rodilla derecha en 2022 y obstrucción intestinal en 2023―, más una operación de cataratas en 2019. Por sus problemas de movilidad, por el dolor que sufre en la rodilla al caminar, desde hace dos años se mueve habitualmente en silla de ruedas y con bastón. Sin embargo, ha sufrido dos caídas en su residencia vaticana: en diciembre se golpeó la barbilla y en enero se lesionó un brazo.

Como es natural, cada recaída en la salud del Papa se observa con aprensión, más de que lo que era normal hasta ahora en el Vaticano, por el precedente que se creó en 2013 con la dimisión de Benedicto XVI, su predecesor, quien alegó que no se encontraba en condiciones de seguir en el cargo. Una renuncia de un Papa era algo que no ocurría desde el siglo XIII. Como hizo Pablo VI, Bergoglio ya ha dejado escrita una carta de renuncia en caso de tener un grave y repentino impedimento de salud, pero al margen de esta precaución ya ha dicho sin rodeos que el día que no se vea con fuerzas seguirá el ejemplo de Ratzinger. Aunque siempre ha añadido que por el momento lo ve lejos. El año pasado volvió a decir en un libro: “Creo que el ministerio petrino es ad vitam y, por tanto, no veo condiciones para una dimisión. Las cosas cambiarían si se produjera un impedimento físico grave y, en ese caso, ya firmé al inicio del pontificado la carta con la renuncia que está depositada en la Secretaría de Estado (…). Pero esta es una hipótesis lejana, porque realmente no tengo motivos tan serios para pensar en una renuncia”.

Con información de: El País

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