Federico Anaya Gallardo
Te pido, lectora, que recuerdes las líneas elegantes del auto Citröen DS creado en 1955 y del que se produjeron millón y medio de unidades durante veinte años –hasta 1975. Estos autos son un ícono de los años sesentas franceses. Equivalen al Jaguar Mark 1 de la Inglaterra de aquéllos años. Ahora imagina una docena de esos citróens, modelo circa 1962, todos negros, estacionados en la rotonda de entrada en el Palacio del Eliseo en París. Los vemos desde el aire bien alineados, esperando a los altos funcionarios gaullistas de la Quinta República. A continuación, la cámara nos muestra a un gran ujier, vestido de estricto traje negro y con un gran collar en el pecho. Atraviesa la puerta de entrada del Palacio, y desde lo alto de la escalinata se dirige a los choferes. Les grita: “—¡Atención: La reunión de los ministros ha terminado!” Los conductores, que fumaban en un gran corrillo conversando entre sí, se despiden. Cada uno se dirige a su vehículo y luego lo enfila a la escalinata. Uno a uno, en estricto orden, los ministros salen, abordan y se retiran de la residencia oficial del presidente Charles de Gaulle.
Así empieza la película de 1973 titulada El Día del Chacal (The Day of the Jackal), dirigida por Fred Zinnemann (1907-1997) de quien ya te he comentado en este espacio, a santo de su versión de A Man for All Seasons de 1966. (Liga 1.) El guion lo escribió Kenneth Ross a partir de la novela del mismo nombre de Frederick Forsyth (n.1938). La puedes ver en la plataforma de streaming de Amazon Prime en territorio central mexicano –ó en la Одноклассники (Odnoklassniki.ru, posteado por “Gabriel Day”) en la Liga 2. En ambos casos, en Inglés con subtítulos en Castellano.
En su versión de A Man for All Seasons de 1966, Zinnemann recuperó la puesta en escena de la obra de teatro de Robert O. Bolt –incluso conservando al actor principal. Siete años después, el director adapta la primera novela de gran éxito de Forsyth. Las reseñas de la época coinciden en que el cinematógrafo con sus imágenes exitosamente substituye largas descripciones. Pero el traslado requiere mucho arte. Déjame contarte del novelista y de su tema, para que calibremos juntos la importancia de esto que acabo de comentar.
Forsyth nació un año antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial en Kent, cien kilómetros al sureste de Londres . La conflagración la vivió como niño hasta los siete años. Se educó en una public school es decir, en una institución privada de élite (recuerda que los ingleses hacen algunas cosas al revés que el común de los mortales). Cuando llegó a la edad adulta (1956-1959) aún estaba en vigor el Servicio Militar Obligatorio ó Conscripción ó National Service. Por lo mismo, el joven de 18 años Forsyth debió enrolarse en las fuerzas armadas. Lo hizo en la RAF (Royal Air Force) al parecer, piloteando un De Havilland Vampire –un elegante jet monomotor de doble cola.
De la RAF, Forsyth pasó a la BBC como periodista, cubriendo asuntos franceses –incluido el atentado contra De Gaulle en 1963. Años más tarde, la BBC lo mandó a reportear sobre la guerra civil nigeriana (1967-1970), un truculento episodio en el cual se rajó momentáneamente la vieja alianza anglo-francesa y que provocó la hambruna de Biafra en que murió al menos un millón de personas. Forsyth rompió con la BBC y se quedó como freelancer reporteando (y denunciando) la hambruna desde el delta del Río Níger. De hecho, el primer libro publicado por Forsyth fue Génesis de una leyenda africana (1969: The Biafra Story), realizado a partir de su experiencia en campo. Conoció al líder de los separatistas biafranos, Odumegwu Ojukwu, quien inspiró uno de los personajes de su novela Los perros de la guerra, publicada en 1974.

Sobre Forsyth, Nigeria y Biafra, puedes ver una parte de un panel sobre periodismo en la Liga 3. (¡Atención, lectora! = Míra ese vídeo con cuidado. Forsyth es un conservador anti-Unión Europea, que dice que el apoyo del Establishment británico a Nigeria contra los rebeldes biafranos es la única vez que Gran Bretaña apoyó una dictadura…) El panel fue organizado por el Frontline Club en Septiembre de 2013, lo puedes ver completo en la Liga 4.
Te recomiendo conocer a Forsyth porque, a sus 87 años, es considerado uno de los mejores escritores de thrillers sobre espías. Él mismo ha señalado que estuvo en contacto, como informante, del MI-6 –el departamento de inteligencia militar (military intelligence)británico en el extranjero. (El MI-5, famoso gracias a la saga de James Bond creada por Ian Fleming, es el departamento especializado en política interior del Reino Unido.) En este sentido, el autor se presenta como una especie de insider y conocedor profundo del modo en que trabajan los servicios de inteligencia británicos.
Sobre lo anterior, revisa la entrevista que le hizo Stephen Cole a Forsyth para China Global Television Network-Europa (CGTN) en 2020. (Liga 5.) Allí explica cómo ha buscado a sus contactos en la comunidad de inteligencia para platicar acerca de sus ideas en una novela, oyendo sus opiniones y descubriendo –a veces– que un incidente que él se había inventado se parecía a otro que efectivamente había ocurrido. Y a veces, la comunidad de inteligencia no tenía problema conque el novelista desarrollase ese incidente en que ficción y realidad se habían mezclado/confundido (blurring).
Sin embargo, ese NO fue el caso para El Día del Chacal. Un grave atentado contra la vida del presidente Charles de Gaulle había ocurrido en 1962 y la organización reaccionaria que lo organizó sobrevivió a la represión de los involucrados en la conspiración. Se llamaban a sí mismos Organisation de l’Armée Secrète (la Organización del Ejército Secreto), la OAS y eran militares desencantados con la Quinta República por la decisión de De Gaulle de reconocer la Independencia de Argelia. El gobierno republicano los persiguió como terroristas y paramilitares. La versión fílmica de Zinnemann inicia con un texto en blanco sobre negro que explica lo anterior y luego abre con la escena de los citróens y los ministros.
El último citröen que sale de El Eliseo llevaba al general-presidente y a su mujer. La OAS los esperaba en la ruta que usarían y durante siete segundos acribillaron el auto presidencial con más de 140 disparos de sus ametralladoras. De Gaulle y sus acompañantes resultan ilesos. El líder de la OAS, el teniente coronel Juan Bastien-Thiry es procesado, condenado y fusilado en 1963. (Fue la última ejecución por fusilamiento en Francia. La Hermana República Francesa siguió guillotinando gente hasta 1977.)
Con este contexto, la novela y el filme nos llevan a Austria, adonde el liderazgo remanente de la OAS planifica un nuevo atentado. Han llegado a la conclusión de que deben contratar a un “profesional”. Ese asesino a sueldo es El Chacal. El director Zinnemann escogió para ese papel a Edward Fox (n.1937) entonces de 35 años. Esta fue la primera película de éxito de Fox. Una década más tarde (1982), Fox interpretó al infame general Reginal Dyer cuando perpetró la Masacre de Amristar en la India (en el Gandhi de Attenborough). Fox es repulsivo pero elegante. En su Chacal el sentido de la justicia está supeditado a la ganancia, pero es un “profesional” en el sentido de que una vez comprometido en un proyecto, lo llevará a término con decisión y eficacia.
La novela de Forsyth está llena de descripciones minuciosas de cómo El Chacal crea varios personajes, cada uno con su pasaporte separado, para viajar de Inglaterra a Italia y luego a Francia. Se trata de un ciudadano consciente de la eficiencia inanimada de los servicios burocráticos. Uno lo imagina inglés por lo disciplinado y frío, pero nunca se aclara quién era realmente. El Chacal diseña un rifle que le permitirá partirle el cráneo a De Gaulle en una ceremonia pública. Se las ingenia para transportar el arma oculta en un blanquísimo Alfa Romeo Julia Spider convertible y luego la usa como muleta cuando se disfraza de veterano inválido para entrar al edificio desde donde disparará al salvador de la Francia Libre.
Esta línea general me quedó grabada desde que, siendo niño, ví la película en Cine Permanencia Voluntaria de Televisa. Al regresar a ella recientemente, descubrí que el otro hilo fascinante y fascinador es cómo los servicios secretos y policiacos persiguen con la misma frialdad y eficiencia a El Chacal. (Y sí, querida lectora, en esta trama las agencias de “seguridad pública” y de “seguridad nacional” se entrecruzan, tanto en la liberal Inglaterra como en la burocrática Francia.)

Al detalle de las descripciones de Forsyth y la composición de Zinnemann se suman las imágenes limpias de la cámara de Jean Tournier (1926-2004). La película de 1973 podría pasar por un documental acerca del modo en que avanzan, lentos pero seguros, los engranajes de las poderosas burocracias de los Estados francés y británico. El rodaje ocurrió en 1972, en la Francia del presidente gaullista Georges Pompidou; dos años después de la muerte natural del general-presidente. La Administración francesa le dio todas las facilidades a Zinnemann –a excepción del Palacio del Eliseo (que fue sustituido por muy parecido Hôtel de Soubise, sede de los Archivos Nacionales franceses). Las escenas del atentado del Chacal, que en la ficción habría ocurrido el 25 de Agosto de 1963 durante una ceremonia en la Plaza de la Liberación, se filmaron nueve años más tarde durante la ceremonia real. En el anecdotario, Wikipedia inglesa nos reporta que algunos ciudadanos franceses reales ayudaron a los actores vestidos de policías a atrapar sospechosos. Un ejemplo inesperado del blurring de ficción y realidad que tanto gusta a Forsyth…
Hoy en día tenemos en pantalla una nueva versión de El Día del Chacal, sólo que adaptada a TV streaming en diez capítulos de más ó menos una hora. La produjo en 2024 la compañía Sky en colaboración con Universal, el estudio que nos dio la versión de 1973. Esta serie tiene la bendición del novelista Forsyth, contrario a una película de 1997 adonde Bruce Willis es El Chacal. La versión 2024 la puedes ver en México mediante Disney Channel con el título El Chacal.
El Chacal de 2024 es interpretado por Eddie Redmayne (n.1982), a quien todos recordamos por su Newt Scamander en las tres pelis de Animales Fantásticos del universo de J.K. Rowling (2016-2018-2022) ó por su Einar Wegener/Lili Elbe en La Chica Danesa (Hooper, 2015). Definitivamente, muy alejado del carácter que imprimía al personaje el rostro helado de Edward Fox en 1973. La virtud de la serie es que, a lo largo de sus diez capítulos tenemos oportunidad de ver muchas más facetas de El Chacal que las que se podían percibir en las dos horas y media de la peli actual. Pero yo sigo dudando. ¿La actuación de Redmayne puede ser realmente maligna, oscura como la belleza de Luzbel? Me parece que los guionistas de la serie decidieron no arriesgarse a un fracaso en ese frente y prefirieron suavizar el personaje, proveyéndole de una familia con un hijito y una justificación para su decisión de matar. Lo que convertiría a El Chacal de 2024 en un Newt Scamander enojado…

Nada de eso estaba en el plan original de Forsyth para su Chacal, según me parece. La serie, por último, actualiza el mundo del espionaje. Como ya no hay Unión Soviética ni Guerra Fría, los espías ya no pelean por grandes ideas, sino que tratan de robarse secretos industriales. La conspiración de los ultra-derechistas de la OAS en Francia se sustituye por una oscura intriga de capitalistas que no quieren que un billonario-genio libere un programa de cómputo que transparentaría todas las transacciones del 1% rico de la Humanidad (una especie de Elon Musk pero buena ondita). Hay cosas que no cambian: el MI-6 hace la cacería del asesino y éste persiste en su plan –aunque ambos usan tecnologías que hacen ver las técnicas de 1963 como si fueran de la Edad de Piedra.
El Chacal de 2024 no es malo. Entretiene y es complejo con sus propios méritos. Pero para mí, lo mejor que me dejó fue la curiosidad de regresar a El Día del Chacal de 1973 y volver a ver este clásico.
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