En la disputa por la Comisión Nacional de Derechos Humanos en el Senado, el PAN desplegó un operativo de choque que no ha funcionado, nunca antes había mostrado tanto interés por la renovación del organismo.
Como si fuera un Noroña cualquiera, el senador Madero subió a la tribuna dispuesto a reventar la toma de protesta de Rosario Piedra Ibarra pero fue sometido y tirado al suelo por senadoras morenistas.
Si a los alcaldes panistas les echaron gas lacrimógeno por andar de revoltosos en el Palacio Nacional, a Madero le echaron montón y no hubo ninguna segunda votación como se había anunciado para superar el conteo de votos impugnado.
El coordinador Ricardo Monreal y el expanista Germán Martínez, desde sus curules festejaron con risas y aplausos cuando se consumó la toma de protesta, en las redes sociales los compararon con Humberto Roque Villanueva y su “roqueseñal” lanzada cuando el PRIAN aumentó el IVA.
Además de los panistas, otros opositores y activistas suponen que Piedra será una tapadera de los excesos del Presidente AMLO y su gobierno.
Es otro contrapeso que cae bajo el dominio de la 4T, Piedra no tiene la experiencia para ocupar el cargo, su condición de víctima indirecta no es suficiente, se debilitará a la CNDH, son algunos de los argumentos que esgrimen para descalificar el arribo de la hija de doña Rosario Ibarra de Piedra, dirigente histórica de Eureka.
Los alcances de la agenda de derechos humanos del PAN se anulan cuando antepone convicciones religiosas en un Estado Laico para rechazar el aborto, el matrimonio igualitario, la diversidad sexual, la legalización de la marihuana… Su celo por la CNDH obedece más a la teoría delirante de que vamos rumbo a una dictadura tropical.
La controversia se mantiene en los medios, fue necesario que el senador Primo Dothé desquitara su sueldo y acudiera a un noticiero de Televisa para defender el conteo de votos frente a la aguerrida Xóchitl Gálvez, está terca de que el huasteco se birló un voto.
Si se mantiene firme su elección, el tiempo dirá si Piedra partidiza a la CNDH, como lo ha estado desde que fue creada por Salinas de Gortari para presumir una falsa imagen de demócrata y humanista ejemplar.
EL IMPACTO DE PIEDRA EN LA CEDH
Por ley, la CNDH marca directrices y está por arriba de las comisiones estatales, tiene facultades para conocer “de las inconformidades que se presenten en relación con las recomendaciones, acuerdos u omisiones de los organismos equivalentes en las Entidades Federativas”.
Al presidente de la CEDH, Jorge Andrés López Espinosa, identificado con el PRI, antipejista declarado, le tocará lidiar con Piedra.
Su carrera en el organismo es de casi dos décadas, llegó muy joven de ayudante del doctor Sergio Teobaldo Azúa; en la presidencia de José Ángel Morán Portales fue designado primer visitador y repitió con Jorge Vega, a quien sucedió en el cargo apoyado por el PRI y el gobernador en turno.
De manera reciente, por las tres recomendaciones que le giró al alcalde Nava, para restarles legitimidad y justificar su incumplimiento, se la ha considerado erróneamente un subordinado del exalcalde Ricardo Gallardo Juárez, dándole a éste supra poderes que no tuvo como para haberlo impuesto en el cargo.
Jorge Andrés realiza su labor con un consejo “ciudadano” en el que algunos de sus miembros destacan por su simpatía con la derecha, desde sus redes sociales critican y se mofan todos los días de AMLO, fungen como asesores de diputados panistas y litigan por su cuenta y riesgo en contra del gobierno carrerista en materia ambiental.
Por su perfil y con estos antecedentes, se antoja difícil una relación cordial de Jorge Andrés con Rosario Piedra. Por fortuna para ambos, en el 2021 el abogado concluye su periodo al frente de la CEDH, no buscará la reelección porque se lo impide la Ley de Equidad, tendrá que ser una mujer la próxima presidenta.
Lo que buscará será una candidatura a diputado, quiere seguir una carrera política, de acuerdo a lo que se escucha en la sede del barrio de Tequis, lo que nos hace recordar el intento del entonces gobernador Horacio Sánchez de quitar al primer presidente de la CEDH, Luis López Palau para poner a Julio Hernández López, y a cambio le ofreció una diputación por el PRI, la negativa fue contundente, “no soy priista y no me interesa”, luego vendría el “Lavinazo”, en el que “Papuy” tuvo un papel destacado, como también en la preliberación de la viuda de Antonio Ledezma, lo que molestó mucho a la vieja guardia priista. [Javier Padrón]