Javier Padrón
En los medios y redes sociales se ha expresado un rechazo hacia Mónica Rangel y Xavier Nava como los nuevos paladines de la Cuarta Transformación en suelo potosino —tierra fértil de cacicazgos y sus contrapartes—, la mayoría de la militancia y simpatizantes de Morena no los reconocen como candidatos a la gubernatura y la alcaldía capitalina respectivamente, les llaman espurios.
Solo una escasa parte de la burocracia morenista, una fantasmal delegada y algunos que se dicen de “la opción proletaria”, se ha rendido gustosa a la devastadora intromisión carrerista en la vida interna de este partido que, en teoría, es un camino a la beatitud decimonónica, la justa medianía republicana, el cimiento de la espirituosa 4T.
El converso frecuente, Nava, aún no es candidato a reelegirse de manera oficial, el trámite lo dio por cumplido este domingo de San Valentín el dirigente nacional Mario Delgado al darle un trato comedido y de aspirante único, fue parcial y excluyente, más temprano se había registrado el navista y activista de la Sierra de San Miguelito, Enrique Rivera y después Vicente Domingo Hernández Ramírez, líder de la comunidad mazahua asentada en la ciudad desde hace varias generaciones y con reconocimiento legal, a ningún miembro de esta comunidad —sin servicios públicos— se le puede regatear su calidad de potosino.
Asistido por abogados, Vicente Domingo tiene un récord extraordinario y no reconocido: con amparos echó abajo al titular de la unidad de asuntos indígenas del gobierno de Nava, paralizó el Plan Estatal de Desarrollo del gobernador Carreras por no consultar a los pueblos indígenas y le dio uno de los puntillazos a la reciente reforma electoral que costó una millonada para nada y la diputada Paola Arreola, coordinadora de los trabajos, decía que era una maravilla con la complacencia de la bancada espartana de Morena.
En palabras de Vicente Domingo, al que la prensa en su mayoría prefiere silenciar por obvias razones, ningún otro alcalde ha tratado con tanto desprecio a los indígenas como Nava; el mazahua confirmó lo que se sabe desde hace mucho tiempo y los politólogos descubren y callan por conveniencia, el navismo cupular tiene marcados rasgos misóginos, clasistas y racistas: la CEDH lo documentó en sus recomendaciones no atendidas en el trienio de Nava; el interino Alfredo Lujambio, es un velador de la UAM.
Domingo ni Rivera fueron invitados por el dirigente nacional de Morena para ser presentados en la CDMX y recibir el mismo trato que le dispensó a Nava solo por ser nieto del doctor Salvador Nava y un alcalde con buenos resultados (sic). La línea oficial de la “cargada” fue para Nava, Delgado se brincó los estatutos y reglamentos del partido, ya lo hizo antes cuando presentó a la doctora Rangel como la candidata a suceder al doctor Carreras, la subordinada incondicional y con un presupuesto envidiable, la más cuestionada del gabinete. Una doble puñalada y por la espalda a Morena.
Estos agravios de Mario Delgado al morenaje y anexos, no le quisieron dar todas las canicas al gallardismo, ¿tienen el aval del Presidente AMLO? ¿Qué acuerdos tienen en lo oscurito el tabasqueño con el charquense para permitir estos desfiguros? En el juego que se traen el engañado, el perdedor podría ser AMLO ante el subestimado Carreras que salió mandamás del cambio verdadero y en su trayectoria en la función pública se revela como un prianista funcional. Es complejo ser amigo de Felipe Calderón y AMLO al mismo tiempo.
MUY CALLADITO
Con su desastroso sexenio, el gobernador Carreras se mantiene en silencio, ningún medio lo cuestiona por el sorprendente manejo de la sucesión, cómo logró imponer en Morena a la doctora Rangel y rescatar a Nava que estaba perdido, y al mismo tiempo alentar la coalición Sí por San Luis Potosí, que encabezan el panista Octavio Pedroza y el priista Enrique Galindo.
Debe tener un plan horacista, en el que se prevé ganar los distritos federales que Morena le cedió a la gallardía, otrora aliada del doctor Carreras y hoy también como él en la 4T.