Felipe Morales
A lo largo de un año con cuatro meses el Lienzo Rancho del Charro permaneció cerrado al público, sólo hubo algunos eventos estrictamente privados o charreadas con algunos invitados ingresando por otros accesos.
El domingo se abrieron las puertas, se vendieron boletos, ingresó el público amante de las tradiciones mexicanas, del deporte nacional.
Volvió a escucharse la “Marcha de Zacatecas” para enmarcar el desfile de los equipos, los charros escucharon con devoción y esperanza su oración “La oración del Charro”, con la que se encomiendan a “Supremo Caporal” para salir bien librados de sus faenas.
El juez, con tabla en mano listo para aplicar el reglamento, el locutor charro describiendo los movimientos de los jinetes en las calas, piales, colas etc.
Nuevamente los equipos se desplazaron de su lugar de origen con sus remolques con inquietos caballos listos para ser ensillados y trotar en el lienzo; sombreros, sogas, el traje de faena, el calígrafo, los cajones, el ganado, todo se volvió a activar en el lienzo edificado por el Coronel García Zamora hace 84 años.
En la competencia los equipos Cocomacan JB de Dolores, Hidalgo, Guanajuato, el equipo Rancho San Miguel y el anfitrión: La Potosina de Charros Verde.
Y comenzó todo con la suerte “del patrón”, la cala de caballo, alternándose los competidores para seguir con la suerte de “los dedos mochos”, los piales en el lienzo y la suerte del “tumbacuero”, el coleadero tratando de sumarle puntos a la hoja de calificación y cuidándose de no cometer faltas a la tradición o al reglamento que se castigan con puntos menos.
El público novedoso, gustoso de volver a ocupar un lugar en el graderío aplaudió además a los valientes jinetes de toro que además de soportar estoicamente los reparos del burel, debían bajar con el pretal en la mano y sin caer a la arena.
Siguiendo con la terna en el ruedo que permite el lucimiento con la reata en el floreo vistoso con ese caleidoscopio de ixtle y los certeros o a veces fallidos lazos de cabeza y patas traseras de la res.
La suerte reina, las manganas a pie, precedidas de floreo y con remate de” rodada”, “máscara” o “bigotona”, para derribar a la “greñuda” como se le dice en el argot, a la yegua bruta; las manganas a caballo “suerte princesa”, y el esperado colofón con el paso de la muerte donde el charro lo arriesga todo al saltar en plena carrera de su caballo montado a pelo a la veloz “cerril” como también se le dice a la yegua.
En esta ocasión, la victoria correspondió al equipo visitante de Cocomacan que logró 204 puntos, seguido del anfitrión, la Potosina que fue calificado con 151 y quedando en tercer lugar Rancho San Miguel con 103 puntos.