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Ver para Pensar: Los no-derrotados

Federico Anaya Gallardo

He repasado para ti, lectora, tres series inglesas recientes que recapitulan el periodo 1950-1980: Call the Midwife (2012-2020), The Crown (2016-2021) y Endeavour (2012-2020). Interrumpo la reseña de series para recomendarte un documental que podrás encontrar en YouTube. Se titula The Undefeated (Los no-derrotados), data de 1949, ganó el BAFTA de 1950 al mejor documental, y fue producido por la Central Office of Information de una Administración Británica cuando sus naciones apenas iban saliendo del Estado de Guerra. (Liga 1.) En aquél año, el gobierno laborista de Clement Attlee llevaba 4 años en el poder y los cimientos del Estado de Bienestar estaban ya consolidados. El filme inicia con vistas del Londres reconstruido, con multitudes de mujeres y hombres yendo a su trabajo.

Me acordé de este documental porque, en el capítulo 2 de la temporada 5 de Endeavour, titulado “Cartouche” (2018) una de las primeras escenas muestra cómo se recordaba la gran guerra europea en la Inglaterra de 1968. En este capítulo, el director Andy Wilson nos muestra a un abuelo y a un nieto en la covacha del cácaro del Cine Roxy en Oxford. La función nocturna (La maldición del faraón) terminó con música en vivo tocada en un pequeño órgano que se elevaba en medio del escenario. Luego de la pieza principal, el organista interpreta Good Save the Queen y todos se levantan. En la covacha, el nieto sigue sentado y se ríe. El abuelo (70) le comenta: “—No te haría daño mostrar algo de respeto. Hombres buenos murieron para que tú puedas burlarte ahora (cock a snook)”. El nieto (20) sigue sentado, viendo a la sala por la mirilla y responde al viejo sonriendo: “—Abuelo, no tienes que decirme quiénes murieron… ¡Por Cristo! ¿Tú crees que a los muertos les importa quién se levanta o no se levanta con el himno nacional?”

El peso de los muertos a veces es excesivo. Luego de la gran revolución inglesa de 1640 y la heroica saga de la república cromwelliana, los ingleses se entregaron desafordamente al disfrute de todos los sentidos. De esto nos habla la película The Libertine (El decadente, Dunmore, 2004) que reseñaré en otra ocasión. La gran guerra civil europea de 1914-1945 con su terrible interludio, la Gran Depresión de los 1930s, al tiempo que propiciaron el heroísmo también agotaron a los pueblos. Ciertamente, hay que decir que el destrampe de los 1960s fue más consciente y responsable que el de los 1660s –el tiempo no pasa en balde.

Vuelvo al documental. The Undefeated fue dirigido por Paul Dickson (1920-2011) y en él, el narrador es un welfare officer a través de cuyos ojos la audiencia va conociendo los nuevos servicios sociales. (La foto que te acompaño es una vista de lo que el narrador observa camino de su trabajo, a bordo del carro de un amigo.) El documental se concentra en la rehabilitación de un veterano y en las instituciones creadas para atender a las personas con discapacidad adquirida. El narrador nos cuenta la tragedia del piloto aviador Joe Anderson quien, en 1945, durante la última etapa de la guerra, perdió ambas piernas en una misión sobre la Alemania fascista. Algo hay de melodrama estilo teletón, pero el film se cuida de explicar a la audiencia lo complicado que era organizar el servicio de pensiones. Con Joe Anderson de excusa, el narrador relata cómo se organizó la burocracia del ministerio de pensiones: “—El expediente de Joe se envió a Norcross en Blackpool, el centro neuronal de todo el papeleo. El expediente de Joe y de otro millón de Joes”.

Detalle revelador de la oleada liberadora de la que nos hablaba Harry Leslie Smith, el narrador del documental señala que en Norcross no sólo estaban los expedientes de los service men, sino también de las service women, recordando que las mujeres también sirvieron en las fuerzas armadas británicas. Esta aclaración es pedagógica. Pero hay más: el director nos muestra las oficinas de esta nueva burocracia –nacida antes del desarrollo de las computadoras– y aprovecha para ilustrar a las audiencias lo esencial que es identificarse adecuadamente: Vemos a un par de oficinistas británicos (perfectamente trajeados) abriendo el correo. Uno comenta: “—¿Sabes cuántas formas de escribir MacLaughlin existen? ¡27!” Luego abre una carta y luego de revisarla, descorazonado se la lee a su compañero: “—Estimados señores: Me han enviado una carta hace apenas dos semanas y ahora me piden mi nombre completo y grado. ¡¿Acaso no llevan registros?! Atentamente, su seguro servidor F. Smith”. La conversación nos lleva –a través del teléfono– a la inmensa sección de archivo, donde otro perfectly british bureaucrat responde: “—Tengo registrados 32mil Smiths, de los cuales 2,300 son ‘F. Smith’. ¿Quiere que los revise? [Se lo piden.] Claro que sí.”

El director Dickson pone otro ejemplo: el señor Russell, veterano de la primera guerra mundial, veterano de 1917, jornalero agrícola semivagabundo, quien no recuerda bien su fecha de nacimiento, ha llegado caminando a Norcross porque se enteró que podía pedir un complemento de su pensión. Un campesino en Cornualles le pasó un volante. El viejo barbón saca sus documentos astrados de una vieja mochila. Su registro estaba en el archivo y el aumento se autorizó. “—El caso sirvió para comprobar que nuestra campaña de promoción estaba funcionando” reporta el narrador. El documental buscaba que la audiencia se comprometiese con la nueva burocracia y ayudase a que el sistema funcionase mejor. El Estado de Bienestar era responsabilidad de todos y de todas. Por eso es que Harry Leslie Smith se dolía tanto del desmantelamiento neoliberal. Thatcher agravió a millones de personas.

Paul Dickson dirigió otro documental en esta etapa: David (1951) en el que relata la vida del minero y poeta galés D.R. (Dafydd Rhys) Griffiths, conocido como el bardo Amanwy. El British Film Institute tiene una página sobre este otro film (Liga 2). No hay neutralidad política: el hermano de Amanwy fue John Griffiths, líder de la Federación de Mineros del Sur de Gales, parlamentario por el distrito de Llanelli de 1936 a 1970 y primer Secretario de Estado para Gales en 1964-1965. Ya regresaremos, lectora, a los mineros británicos.

Con todo, en la nueva sociedad que anunciaba el laborismo inglés en 1949 y 1951 cabían todos. The Undefeated termina cerrando un círculo. El narrador explica a la audiencia que todo lo que nos ha contado le vino a la memoria al ver a un joven con dos bastones entrado a la oficina londinense del ministerio de pensiones. En un pasillo, este joven le pregunta a la cámara (y al narrador) que adónde está la oficina de su welfare officer. El narrador le dice que es él. Le da direcciones y él junto con la cámara siguen al joven con discapacidad. Resulta que el narrador es el propio Joe Anderson, quien deja sus propios bastones al lado del escritorio y pregunta al recién llegado qué puede hacer por él.

Ligas usadas en este texto:

Liga 1:
https://www.youtube.com/watch?v=cLJk5wEmsx8&t=703s

Liga 2:
http://www.screenonline.org.uk/film/id/498874/index.html

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