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Opinión

Ver para Pensar: Estrella del Alba

Federico Anaya Gallardo

La semana pasada, lectora, te recomedé la cápsula de Paco Ignacio Taibo II sobre Estrella del Alba, la novela del colectivo Wu Ming 4. Recuerda el consejo de Taibo: lee todo lo que puedas acerca de los cuatro escritores y luego disfruta del relato proto-histórico de su encuentro en la Universidad. El centro de la novela es el mayor de los personajes, Thomas Edward Lawrence, arqueólogo convertido en guerrillero que luchó al lado del pueblo árabe contra los turcos otomanos. Lawrence había regresado a Oxford para escribir su historia de aquélla revolución árabe.

Los otros tres oxonians (Graves, Tolkien y Lewis) también eran veteranos, pero Lawrence era sin duda el más notable. De acuerdo a la propaganda de guerra, él sólo –singlehandedly– había logrado la independencia de la mítica Arabia. A principio de Estrella del Alba, los Wu Ming nos presentan una función teatral en 1919, adonde con música de Haendel se proyectaba una película acerca de “las misteriosas tierras de Oriente, repletas de historia y aventuras”. En la pantalla “apareció la imagen de un occidental en ropas árabes, con un vistoso puñal curvo en la cintura. Desde la cima de una duna sonreía al objetivo. El contagio de la maravilla recorrió la platea de un codo al otro.”

Lawrence es un héroe difícil. En la biografía que escribió Graves en 1927, Robert afirma que tenía una “personalidad de complejidad exasperante”. Durante la guerra, el arqueólogo se alistó en los servicios de inteligencia británicos y, por lo mismo, estaba al tanto de la posición europea frente a los árabes rebeldes: usarlos y desecharlos para apoderarse de los despojos del imperio otomano. Lawrence era el enlace británico con el jeque Hussein, rey de los lugares sagrados (el Hijaz, الحجاز, adonde están Meca y Medina); pero también comandó parte de la tropa rebelde árabe. Antes de la guerra, el británico había trabajado en la región por al menos cinco años y se identificaba sinceramente con la causa árabe. En el caos de la gran guerra, Lawrence trató de servir a dos amos. A Gran Bretaña le ayudó a ganar la guerra contra los turcos otomanos; a los árabes les ayudó a construir una patria propia e independiente.

Los Wu Ming relatan que, en el encuentro de Lawrence con el tercer hijo de Hussein, Faisal, éste dice que los árabes no confían en Inglaterra, aunque acepten sus ofertas para vencer al opresor otomano. El príncipe hachemita (que terminará siendo rey de Irak) aceptó así la alianza y reconocía que Lawrence era sincero en su intención de liberar a la Nación árabe. Pero le advierte: “–Es difícil ser fiel a dos señores. Sólo hay un tipo de hombre que puede lograrlo y es aquél que combate por sí mismo. Pero a ese hombre no lo envidio, porque ninguna causa le pertenece realmente. El suyo es un camino solitario.”

Los Wu Ming nos presentan al guerrillero desencantado que se lamenta haber “traicionado a todos, a los amigos, a los compañeros de lucha, superiores y subordinados. Incluso a sí mismo.” Pero está atado a su propia leyenda. Los estudiantes de licenciatura lo admiran y escuchan extasiados sus relatos de la gran aventura. Los sirvientes de Oxford hacen una huelga animados por su presencia y valentía personal. Sus amigos escritores lo ven como el ejemplo mejor de cómo las palabras pueden sanar el mundo destrozado por la guerra industrial.

Joven intelectual devenido guerrillero, Lawrence “está vestido de blanco y nadie puede mirarlo a la cara, porque los ojos deslumbran hasta cegar, tiene el poder de destruir lo que toca y el don de estar por doquier. A veces está solo, a veces guía columnas de jinetes. Aparece y desaparece. El desierto es su casa, las rocas su comida… Su nombre vuela de un oasis a otro. / Los peregrinos en viaje a la Meca lo avistan en las tormentas de arena y lo llaman Iblis, el diablo. Todos le temen…” Hoy día en los países árabes se recuerda a Lawrence como Iblis, pero porque muchos le consieran traidor a la causa nacionalista. Sobre esto, mira el ensayito de Marco Cardini para National Geographic de Febrero de 2021. (Liga 1.)

En 1962, David Lean (1908-1991) dirigió Lawrence of Arabia, adonde el contradictorio héroe es interpretado por Peter O’Toole. En la Liga 2, gracias a YouTube puedes ver una versión completa (218 minutos) doblada al Castellano. El guión de este filme siguió la versión histórica del propio Lawrence en su libro Los Siete Pilares de la Sabiduría (1926) –el manuscrito que el héroe trata de completar en el Oxford de los Wu Ming. El retrato de Lean complementa bien el de los Wu Ming. Para mí, este héroe encarna la tragedia del intelectual occidental quien, fascinado por la Otredad, trata de alistarse en la causa de quienes desea sean sus hermanos –pero a quienes nunca termina de comprender.

Un ejemplo y una advertencia: Iblis es el arcángel caído, Venus, el lucero del alba que trata sin éxito de imitar al astro-rey.

Ligas usadas en este texto:

Liga 1:
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/lawrence-arabia-britanico-apasionado-por-oriente_16369

Liga 2:
https://www.youtube.com/watch?v=Hpne_E-_v-o&ab_channel=Warlord

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