Primero desistieron de salir a jugar a la calle por la criminalidad, después dejaron de ir a la escuela porque permanecieron más de dos años encerrados por la pandemia, ahora ellos han decidido no socializar con su entorno; tienen una nueva vida virtual que les parece placentera e interesante: son los niños y adolescentes caracol.
Esta afectación emocional que están viviendo los menores en el mundo, es un fenómeno ya documentado en Asia (Japón) a consecuencia del confinamiento, explica Gabriela Porras, en entrevista con El Heraldo de México.
“Es una preferencia, gusto o selección de permanecer aislado y ensimismado en propias conductas gratificantes: jugar, chatear, navegar en el ciberespacio. Prefiere no convivir en el mundo real. Se parece a la patología del trastorno de ansiedad social… pero en el fenómeno de los niños caracol parece que lo optan, lo quieren.
“Su origen sería el propio confinamiento al que fue sometido producto de la pandemia, encerrado aprendió a divertirse solo, distraerse solo y le resultó cómodo”, explicó.
Para la psicóloga, se trata de una pandemia emocional “en mi institución (Integra-T Centro de Blindaje Emocional) estamos viendo un incremento de 70% del servicio psicológico, y una tendencia de llegar a 80% más de lo que teníamos. Ésta población viene a ser atendida por irritabilidad, poca tolerancia a la frustración, sobrerreacción, conductas autolesivas, ansiedad y pánico”.
El proceso de descaracolización emocional con terapia de acompañamiento para superar el estrés podría llevar más de un año. Sin embargo, hay dos retos a superar: las consecuencias emocionales y las académicas, estas últimas llevarán al menos tres ciclos escolares señala Porras, que tiene más de 20 años de experiencia en desarrollo humano y psicoterapia.
Con información de El Heraldo de México