Federico Anaya Gallardo
Hoy quiero recomendarte, lectora, dos películas rusas. Empiezo por la más moderna y termino con la más antigua. Camino a Berlín (Дорога на Берлин, Doroga na Berlin) es una película de 2015 producida por Mosfilm –la antigua casa de cine soviético y dirigida por Sergei POPOV (Серге́й ПОПО́В, n.1971). Está disponible en Youtube en la Liga 1 y puede verse en Amazon Prime en los EUA. En ambas, en Ruso con subtítulos en Inglés. Entre los comentarios de la plataforma Amazon, que podemos ver en México, un estadounidense (“DanH”) elogia el filme así: “Finally a good Russian movie with an interesting story, fair dialog, and no bolshevik propaganda” (al fín una buena película rusa con una narración interesante, diálogos solventes y sin propaganda bolchevique). (Liga 2.)
La película es buena –demostrando que la industria fílmica rusa mantiene altos estándares y ha preservado la tradición de casas serias como Mosfilm. Pero, para desasosiego de “DanH”, la historia que narra es interesante precisamente porque proviene de narradores bolcheviques. Muy al estilo europeo, en los primeros cuadros, justo abajo del título, se nos explica que la película está basada en dos fuentes. Una es Двое в степи (Dos en la Estepa), narración del escritor soviético Emmanuil Genrikhovich KAZAKEVICH (Эммануи́л Ге́нрихович КАЗАКЕ́ВИЧ, 1913-1962). La otra son los diarios de guerra del reportero soviético Konstantín Mijáilovich SÍMONOV (Константи́н Миха́йлович СИ́МОНОВ, 1915-1979).
Kazakevich era un escritor judío, que escribía en Yiddish y se mudó con sus padres al Oblast Autónomo Judío de Birobidzhan en el Lejano Este soviético. (Nota: los bolcheviques no eran antisemitas.) Durante la guerra Kazakevich sirvió en el frente contra la invasión nazifascista y empezó a escribir en Ruso. Sus obras fueron bien recibidas por la crítica. Recibió el Premio Stalin en dos ocasiones por novelas que trataban del avance soviético sobre Alemania: en 1948 por Estrella y en 1950 por Primavera en el Oder. Sin embargo, en 1949, la publicación de Dos en la Estepa causó resquemores entre los censores del partido: les molestaba que uno de los protagonistas hubiese mostrado cobardía ante los alemanes en su primera batalla.
Pese a ello, durante el deshielo khrushevita, en 1962, el director Anatoly Vasilievich EFROS (Анатолий Васильевич ЭФРОС, 1925-1987) convirtió Dos en la Estepa en un drama psicológico analizando la transformación del cobarde en héroe. Esta es la segunda película que te recomiendo, lectora. La puedes ver en la Liga 3 en YouTube. Se trata de una versión en Ruso (los subtítulos automáticos en Castellano son muy malos) pero conociendo el argumento principal, la disfrutarás. Hay una versión más nítida, pero sin subtítulos, en Советское Кино (Sovietskoe Kino, Cine Soviético) Liga 4.
Antes de referirte la trama, veamos quién era Konstantín M. Simonov –el segundo autor que inspiró la versión 2015 de esta narración heroica. Era un escritor ruso forjado desde 1939 como corresponsal de guerra en la campaña de soviéticos y mongoles contra los japoneses en Janjil-gol. Entre 1941 y 1945 cubrió todas las campañas de la guerra contra los nazi-fascistas describiendo la resistencia y redactando poemas. Paradoja familiar: su madre pertenecía a la nobleza y su padre había servido en el ejército zarista. Aunque ella rehizo su vida a partir de 1919 bajo el régimen bolchevique, su segundo matrimonio fue con otro exoficial zarista. Es sencillo suponer que la militancia de Simonov buscaba demostrar que sus orígenes familiares no significaban que él fuese reaccionario. Sin embargo, su expediente de guerra demuestra un compromiso sincero con la causa del Estado obrero.
En 2015, el guión de Camino a Berlín combinó elementos de la novela Dos en la Estepa y las experiencias de Simonov como corresponsal. La historia que nos cuentan tanto Efros (1962) como Popov (2015) es la de dos soldados de diverso origen. Ogarkov es un joven ruso graduado de escuela universitaria con grado de subteniente y parte del selecto grupo de correos a caballo. Jurabaev es un soldado raso kazajo del que todos dicen que no habla bien ruso –y quien a la mitad de sus aventuras deberá pedir a Ogarkov que le escriba una carta para su madre. En la novela de Kazakevich el centro de la narración lo ocupan esa pareja de camaradas y el inmenso horizonte de la estepa ucraniana en la que suceden las aventuras. En la versión fílmica de Efros en 1962, hay un narrador (Kazakevich) que va explicando a la audiencia la acción y quien subraya las soledades esteparias en que los dos protagonistas han forjado su amistad. En 2015 ya no hay narrador, pero el director Popov se asegura que la estepa imponga sobre los personajes su soledad inmensa.
El joven universitario se acobarda en medio de los primeros combates, falla en su misión de entregar una orden de repliegue y, como consecuencia, muchos soldados soviéticos quedan atrapados por el enemigo nazifascista. Al saberse estos hechos, Ogarkov es juzgado y condenado a muerte por una corte marcial en el frente. Pero –¡ah, formalidades jurídicas!– la sentencia debe ser confirmada por el mando superior y mientras se espera, el prisionero queda a cargo de Jurabaev. En eso estaban cuando los alemanes atacaron de nuevo. Prisionero y guardia deben huir juntos por bosques y estepas. En su trayecto buscando reunirse al resto del Ejército Rojo, el ruso y el kazajo deberán combatir hombro con hombro y compartirán los escasos alimentos disponibles. Juntos se distinguirán en varios combates. Pero el guardia Jurabaev siempre le recuerda a Orgakov que sus órdenes son entregarlo al tribunal superior para que se confirme la pena de muerte decretada en su contra.
La línea narrativa de 1962 subraya la redención de Ogarkov y cómo las aventuras que vive con Jurabaev son reconocidas por la Superioridad soviética y sus camaradas. En este sentido, importa mucho el estilo de fotografía que usa Efros: tanto durante la corte marcial contra Ogarkov como al final del filme, se nos muestran close-ups de las caras de los presentes. A través de ellas primero vemos indignación y vergüenza (al constatar la cobardía del joven subteniente) y luego admiración y alegría (al ver que el subteniente ha servido correctamente a la patria soviética). El cine soviético usa mucho este truco, que a mí me parece traído de los días del cine mudo. Si recordamos que las audiencias de la industria cinematográfica de la URSS no sólo hablaban ruso, es probable que este tipo de recursos sirviese para transmitir mensajes no-verbales a públicos muy diversos.
En la versión de 2015, Popov sigue la misma línea narrativa pero, muy probablemente gracias a elementos provenientes de los diarios de guerra de Simonov, nos deja ver más acerca de las diferencias entre el subteniente ruso prisionero y el soldado kazajo que lo resguarda. Y en esto, esta versión rusa filmada en tiempos republicanos post-URSS resulta, paradójicamente, más soviética que la versión de Efros.
Muy al estilo occidental de las road-novels, la narración de Popov nos deja ver cómo los dos personajes van forjando una amistad. Para esto, Popov debió hacer de Jurabaev un joven recién reclutado. En 1962, en la versión de Efros, el kazajo era un soldado ya mayor quien estableció una relación de padre-hijo con su prisionero. En ambas versiones, la liga entre ambos personajes se basa en la empatía. El guardia se preocupa de que el prisionero no pase hambre ni sea capturado por el enemigo; el prisionero se preocupa porque el guardia trae botas rotas. De hecho, aprovechando que ambos han sido reclutados por un contingente que atacará las líneas alemanas, el prisionero intercambia el reloj de bolsillo heredado por su padre por un par de botas nuevas para su guardia. Entre los dos, salvarán el operativo. Ambos recibirán una recomendación para una condecoración por valientes.
Cuando al fín llegan al cuartel general, Jurabaev entrega a Orgakov al tribunal; pero se preocupa al ver que –por las prisas– nadie revisa con cuidado el caso. ¡Él no cumplió la ordenanza para que otros la violen! Entonces se acerca al presidente del tribunal militar y entrega la recomendación de condecorar a Orgakov. De última hora, el joven subteniente es rescatado del pelotón de fusilamiento. Al tratar de agradecerle, Jurabaev le explica al joven ruso: “—todavía no terminas la carta para mi madre”.
En la versión de 2015 de Popov hay más complejidad. El joven Orgakov tiene las dudas existenciales que bien conocemos en la literatura rusa, incluso las más oscuras: al principio, hay un momento en que tiene la oportunidad de asesinar a su guardia, pero no se atreve… un Raskolnikov fracasado. El joven Jurabaev, en cambio, es una ventana al mundo de las estepas centroasiáticas. Es un magnífico soldado, sencillo, resistente, duro. Digno hijo de las caballerías de Gengis Khan, obedecerá las órdenes recibidas pase lo que pase. Pero, precisamente por ser descendiente de los gengiskánidas, Jurabaev sabe que sólo unidos pueden sobrevivir los oprimidos.
La lucha antifascista une a Orgakov y Jurabaev, a Rusia y Kazajistán, a Europa y Asia. ¿Podría haber un mensaje más bolchevique que este? ¡Pobre “DanH”! Bien se nota que nuestro compañero estadounidense no sabe mucho de Historia y que no puso mucha atención a los mil detalles de la versión de Popov. En la escena final, entrando al Berlín ya derrotado, un coronel reconoce a Orgakov y le entrega un recorte del periódico del Ejército Rojo que reportó las acciones heroicas de los dos camaradas ruso y kazajo. La noticia había dado la vuelta a la URSS y ambos se habían convertido en ejemplo. La película de 2015 ha dado nueva vida a ese ejemplo.
Ligas usadas en este texto:
Liga 1:
https://www.youtube.com/watch?v=Pkjl55XvUQo
Liga 2:
https://www.amazon.com/-/es/Yuriy-Borisov/dp/B092Q5QG8V
Liga 3:
https://www.youtube.com/watch?v=C-KRV4FcILA
Liga 4:
https://m.vk.com/video-165903_456248441?list=3e658902f3f7aed087&from=wall-165903_274190