Federico Anaya Gallardo
Aunque el más evocador de nuestros sentidos es el olfato; el oído y especialmente el oído músico, está en un muy potente segundo lugar. Así las cosas, una película empieza con buen pié cuando tiene una melodía base para empezar. Y si más que melodías –por ejemplo, las tomadas de Wagner y Orff para la Excalibur de Boorman (1981)– tenemos una buena canción, que une melodía y letra, el truco es aún más potente. De hecho, hay un filme que hila 34 canciones de los Beatles para narrar su historia, Across the Universe (Taymor, 2007). Otra historia para analizar en otra ocasión.
Hoy quiero contarte, lectora, de dos películas que usan este artilugio para contar una historia notoriamente similar. Se trata de Stand by me de Rob Reiner (1986) y de Live is Life de Daniel de la Torre (2021).
La primera utiliza la balada del mismo nombre popularizada por Ben E. King (1938-2015) y estrenada originalmente en 1961. Stand by Me es una canción inspirada en una spiritual popularizada por The Soul Stirrers (“Los Agitadores del Alma”) un grupo de Gospel. (Liga 1.) Un éxito en su año, 25 años más tarde, cuando Reiner la usó para su película, la canción escrita por King, Jerry Lieber & Mike Stoller alcanzó de nueva cuenta los primeros lugares entre la audiencia.
La segunda utiliza la canción Live is Life de 1985 de la banda austriaca de pop-rock Opus. (Liga 2.) Esta banda había estado activa desde 1973, pero fue con este sencillo que llegaron a la fama internacional. Estaba en los primeros lugares en EUA y Canadá cuando la película de Reiner llegó a la pantalla grande, a mediados de los 1980s. Todo está conectado… (este es el título de otro filme, del que hablaremos en otra ocasión).
Coincidencias. El director de Stand by Me (Reiner) nació en 1947 en el Bronx neoyorquino. Así que tenía quince años cuando la canción de King et al tuvo su primer éxito. El director de Live is Life (de la Torre) nació en 1975 en Monforte de Lemos al sur de Lugo en Galicia. Tenía entre nueve y once años cuando la canción de Opus se volvió un éxito mundial. Podemos sospechar que ambos directores se dejaron llevar por nostalgias personales al escoger el score músico de sus filmes.
De hecho, Stand by Me sitúa la acción a principios de los 1960s en la Nueva Inglaterra y Live is Life en la Galicia de mediados de los 1980s. La música y la era escogidos por los directores corresponden. También el hilo narrativo de ambas películas muestra estrechos paralelos. En una reseña de 2022 sobre la película del gallego, IndieHoy reporta que la crítica en la Península la recibió como “la Stand By Me del cine español” (ABC, Liga 3).
[En este punto debo insertar una nota de abogado. El guión de Stand by Me sigue la novela corta The Body the Stephen King y, alrededor de su éxito, el famoso escritor de terror debió enfrentar un juicio por plagio que le impuso un viejo amigo. (Triste nota de pié a la anécdota de la novela y la película: un escritor rememorando sus amistades juveniles.) En esta era de interminables sobre-interpretaciones legales, espero que nada ocurra a la película de De la Torre por las semejanzas con la de Reiner. Estos paralelos son, en mi opinión, un homenaje a la obra del neoyorquino y un ejemplo de que las reflexiones de Stephen King sobre las amistades adolescentes pueden tener una resonancia universal (al menos en el Occidente global).]
Te propongo tres aspectos para comparar ambas. Stand by Me de Reiner está disponible en Amazon Primer Video y Live is Life de De la Torre en Netflix. Primero, ambas enfrentan a un grupo de amigos con la naturaleza. Este elemento es recurrente en el cine estadounidense –reflejando el enamoramiento perenne de los angloamericanos con la Wilderness. El equivalente mexicano es el “Desierto” ó la “Soledad”. El Desierto de los Leones chilango es un área deshabitada en la sierra del Ajusco –bosque espeso en que hay fieras (leones) salvajes (wild). La Wilderness encierra tesoros y aventuras. Los cuatro chicos de la historia de Reiner se meten al busque para encontrar el cuerpo de otro muchacho –al que se ha reportado perdido desde hace días y a quien la banda local de bullies asegura haber encontrado. Como esos chicos mayores no pueden reportar el hallazgo pues encontraron el cadáver durante una parranda en la que se habían robado un carro, los cuatro amigos deciden volverse héroes y re-encontrarlo ellos. El viaje será el pretexto para que el narrador nos cuente las cuitas y valores de cada uno de ellos.
En Live is Life los chicos son cinco y también se adentran en el bosque. Pero la naturaleza en la que se hunden no es “salvaje” sino que está llena de historias y narraciones. Estamos en la Galicia cuya capital, desde la Edad Media, es Compostela –punto de llegada de una de las peregrinaciones más famosas de Europa (el Camino de Santiago). Los muchachos, aparte, no van a la búsqueda de un cadáver que los hará famosos, sino de una flor que –si se corta en un monte famoso antes de que amanezca en la Noche de San Juan– sirve para hacer una tizana milagrosa.
En otras palabras en la aventura angloamericana se va en búsqueda de la muerte a un bosque salvaje; mientras que en la europea se persigue una tradición de siglos para mejorar la vida. Los chicos estadounidenses encontrarán el cadáver y estarán a punto de morir y matar por el mismo. Los chicos gallegos buscan una cura y en el camino, en un monasterio convertido en picadero, arrancan de los brazos de una muchacha inconsciente a una bebita –a quien entregarán en un hospital.
Mientras en Stand by Me el bosque está alejado de cualquier civilización y sólo el ferrocarril lo atraviesa, matando lo que haya a su paso (como el chico accidentado); el bosque gallego está habitado tanto por leyendas antiguas como por humanos que viven allí sus tragedias modernas. Los chicos yanquis traen de regreso la noticia de un muerto arrollado por el tren, los chicos gallegos regresan cargando una bebita descuidada por su madre.
Live is Life de De la Torre es más densa que Stand by Me de Reiner. Los chicos yanquis de 1960 llevan al bosque tragedias siempre domésticas y siempre individuales. Un chico carga con la reciente muerte del hermano mayor, el otro con la enfermedad mental del padre. Todas esas pequeñas tragedias se resolverán “equilibradamente” cuando el narrador (Stephen King) cierra su story (historia con minúscula) dando los últimos teclazos en una compu y saliendo a su cuidado jardín a jugar con sus hijos. Rainer regresa a sus espectadores a la tranquilidad de un American Way of Life del que nunca ha disfrutado la mayoría de la ciudadanía estadounidense.
En cambio, las tragedias de los chicos gallegos de 1985 son más complejas. El más grande de ellos ya está trabajando, pues su padre (maestro albañil) está en coma por un accidente de trabajo mientras construía una piscina para uno de los ricos (madrileños ó barcelonetes) que estaban comprando fincas rústicas en los bosques de Galicia. Por supuesto, ni la seguridad social y ni los que le contrataron han cubierto todo lo que debían. La bebita rescatada por los chicos será entregada a una seguridad social que –en ese 1985– aún es seria, pero cuyas grietas ya empezaban a ser evidentes. Luego de su inmersión en el bosque y de realizar el ancestral corte de flores durante la Noche de San Juan, los chicos regresarán a una España llena de problemas estructurales que De la Torre se cuida de mostrarnos. El director aprovecha su story para conectarnos con la Historia que se escribe con mayúscula.
Finalmente, un detalle descorazonador. Las dos películas cuentan aventuras de varones. En Stand by Me no hay presencias femeninas claras. En Live is Life la bebita que rescatan los chicos es mujer y es una abuela sabia quien les da las últimas señas de cómo encontrar las flores de San Juan –pero más allá de eso, la narración es sólo masculina. Incluso en los romances medievales europeos había más agencia femenina en los trayectos que atraviesan los bosques…
Ligas usadas en este texto:
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https://www.youtube.com/watch?v=CQH4O58X0Qo
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