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Cabos sueltos. Todos fuimos cultos y todos fuimos pueblo

La cultura está en todos lados y anoche se vivió en la centenaria presa San José, un concierto con el tenor Fernando de la Mora, en el que todos fuimos cultos y todos fuimos pueblo.

Desde el alcalde Enrique Galindo quien decidió ocupar un lugar en gayola con su esposa Estela, hasta donde lo acompañó el ex gobernador Marcelo de los Santos con su inseparable doña Guille, hasta una terna de señoras de Escalerillas y Mesa de los conejos, que en su calidad de representantes de Comités de Participación Ciudadana, aceptaron la invitación -aunque de ópera no supieran gran cosa- salvo la emoción que les dio reconocer la interpretación del tenor del Funiculì Funiculà y que emocionadas identificaron como la canción de Alka Seltzer, que en los años 90s fuera utilizada en la publicidad del popular analgésico.

El concierto se organizó para celebrar los 430 años de la capital potosina como parte de una interesante agenda cultural programada a lo largo del mes de noviembre. La cortina de la presa lució imponente con la iluminación y las gradas montadas ex profeso, que fueron llenadas desde la tarde del jueves ante la invitación gratuita y la excelente respuesta de miles de personas.

“A los potosinos si nos gusta la cultura, lo que pasa es que somos jodidos” se oyó exclamar entre la multitud a una mujer cercana a los 50 años que intentaba acomodarse desde temprano en las sillas colocadas en la Presa San José, y tenía razón. Anoche todo mundo quería un lugar para apreciar al tenor de la Mora, quien en sus inicios fuera suplente del gran Lucciano Pavarotti y quien en su trayectoria artística cuenta importantes escenarios mundiales del Bel canto

Todos fuimos pueblo porque los impuntuales, no tuvieron ningún privilegio. Las presidentas de las otrora juntas de colonos, lograron con su arribo antes de las 5 de la tarde un buen lugar, varias filas adelante incluso del que logró Juan Carlos Machinena, ex candidato a gobernador, quien llegó cuando ya el concierto estaba iniciando.

Las indicaciones de los organizadores fueron claras desde el principio. Con varios días de anticipación se informó la logística del concierto, y es que el estrecho acceso del camino a la presa y la cómplice oscuridad del tramo, obligaban a tomar las precauciones debidas en virtud de los riesgos que siempre implica un evento masivo.

A pesar del aviso de que no habría acceso a los autos particulares, no faltaron algunos que quisieron jugarle al “influyente”, pero se toparon con la persistente autoridad de quienes custodiaron el primer filtro de acceso.

Los puntuales disfrutaron de un buen concierto en el que apreciaron las fusiones entre ópera, huapangos y boleros, sin faltar el recorrido por los recientes autores de música popular como el Buki, Joan Sebastian y su Secreto de Amor, hasta el infaltable Juan Gabriel con  Hasta que te conocí y un tributo a José José con el triste, que en la impecable voz de Fernando de la Mora, resultó todo un deleite.

A casi tres horas de concierto, llegó el mariachi con su alegre entrada con el son de la negra para que luego, el virtuoso cantante interpretara Ella, del gran José Alfredo Jiménez, ya ataviado con un sobrio traje de charro color negro, culminó con una magistral interpretación del  Cielito lindo.

Los impuntuales en cambio, seguramente disfrutaron a medias del concierto, porque para ellos hubo desorganización y falta de logística que los obligó a caminar los más de 2 kilómetros del camino a la presa, ese pequeño reducto de naturaleza que se ha logrado salvar de los voraces intereses de desarrolladores inmobiliarios que ya se apoderaron de todos los terrenos que le rodeaban, y que antaño estaban protegidos como zona de recarga del acuífero potosino.

Ya al final del evento, los precavidos se perdieron el último fragmento del concierto y es que, espantados por el tráfico inicial, prefirieron retirarse de manera anticipada.

Al rescate de la presa San José

 Ojalá que entre los saldos del concierto, se logre la mirada obligada al recinto seleccionado como sede, le urge una intervención de fondo por parte de la autoridades. Sea el gobierno municipal o el estatal, o ambos, ahora que ya conviven más de cerca.

Es impostergable la recuperación del otrora paseo dominical, más allá de solo tapar con algo de pintura los grafitis. Es uno de los pocos espacios urbanos que mucho valoran los potosinos y al que no le vendría mal una intervención a fondo, un rescate para dejar digna esa presa inaugurada en 1903.

Ya el alcalde Galindo hizo el compromiso de invertir, ojalá que los potosinos pronto recuperen esa gran obra de ingeniería hidráulica del siglo pasado, que aunque ahora ya solo surta al 8 por ciento de la población, su valor arquitectónico e histórico es invaluable o que al menos la protejan del invasivo lirio acuático.

Por Lidia Juache

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