Un humo denso y asfixiante llenaba la celda donde estaba recluido junto a más de 60 migrantes en el norte de México, pero no había salida. La única puerta estaba cerrada con llave.
“Gritábamos para que nos abrieran la reja de la celda pero nadie nos ayudó“, narró el migrante venezolano de 26 años en una entrevista telefónica con Reuters.
Uno por uno, los otros migrantes comenzaron a morir, agregó Caraballo.
En total, 39 personas perdieron la vida en el incendio del lunes de la semana pasada, una de las peores tragedias migratorias.
Los fiscales mexicanos dicen que están investigando el incendio como un posible homicidio y ya arrestaron a cinco personas en relación con el incidente. La investigación se centra en por qué los hombres migrantes retenidos en el centro parecían haber sido dejados en su celda mientras ardía el fuego.
El Instituto Nacional de Migración (INM), que dirigía el centro en la fronteriza Ciudad Juárez, no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios sobre el relato de Caraballo.
Él contó que sobrevivió empapando su suéter en agua, cubriéndose la cara y yendo al baño en la parte trasera de la celda. Cuando comenzó el fuego, todas las luces se apagaron, recordó.
“Cuando vi que todo comenzó a llenarse de humo me preocupé mucho por mi familia”, recordó, con la voz entrecortada. “No me dejes morir Dios mío“, añadió.
Lo último que recuerda son gritos desesperados y cómo, usando un “objeto pesado”, alguien finalmente abrió la puerta de la celda. “Me jalaron de la mano, creo que fue un bombero, y me ayudaron a salir, otros ya estaban muertos”, dijo en medio de llantos.
El sábado, Caraballo fue trasladado a un hospital en El Paso luego de que él y su familia obtuvieran un parole (permiso de permanencia temporal) humanitario para ingresar a Estados Unidos. Todavía recibe oxígeno y está siendo tratado por exposición al humo.
Está ansioso por mejorar para poder reunirse por completo con su familia y comenzar una nueva vida en Estados Unidos.
Como millones de personas, Caraballo y su familia decidieron huir de la crisis económica y política que azota a Venezuela y partieron hacia Estados Unidos en octubre pasado.
El joven padre fue el primero en poder cruzar a Estados Unidos, a través del esquema CBP One del gobierno que permite que algunos inmigrantes ingresen formalmente, pero regresó a México en febrero después de que su hija pequeña enfermara.
Nunca imaginó que podría costarle la vida.
Caraballo fue detenido cerca del mediodía del lunes de la semana pasada y encerrado en la celda. Cuando estalló el incendio, su esposa estaba esperando afuera a que lo liberaran.
“Yo escuchaba desde la ambulancia a donde me llevaron, los gritos de mi esposa, luego perdí la conciencia“, dijo. “Fue un infierno“, agregó.
Con información de: Aristegui Noticias