La semana pasada, lectora, te contaba de la necesidad que tienen los anglo-americanos de reconectarse con sus raíces europeas. La temática no era nueva cuando Frances Hogdson-Burnett escribió su Little Lord Fauntleroy en 1885. El padre de la literatura estadounidense, Mark Twain (1835-1910, originalmente Samuel Clemens de Hannibal, Missouri), escribió un libro de viaje titulado The Innocents Abroad or The New Pilgrims’ Progress en 1869 –justo cuando la familia Hogdson estaba migrando de Inglaterra a Tennessee. El viaje allí relatado era simbólico de muchos modos. Su destino final era Tierra Santa. Una peregrinación/cruzada de los “inocentes americanos” que venían saliendo de su Sinaí en llamas.
La travesía se hizo a bordo del vapor Quacker City… que durante la Guerra Civil ayudó a bloquear los puertos confederados. El nombre del barco recordaba la radicalidad protestante. La iglesia cuáquera nació de los ranters radicales de la Revolución Inglesa. Cuando en 1660 se restauró la monarquía en las islas, muchos cuáqueros zarparon a América a construir allí su ciudad santa en la colina. Así que era muy razonable que dos siglos más tarde el USS Quacker City cañoneara esclavistas y defendiese el gobierno del Pueblo. Estoy seguro de que mucho de esto pasó por la mente de Twain mientras cruzaba el océano con sus conciudadanos en aquél Junio de 1867. El novelista se embarcó como corresponsal del Alta California, un periódico de San Francisco. Mandó reportes periódicos sobre las escalas en Francia, Italia, Grecia, Egipto, Turquía, Rusia y Tierra Santa. Dos años más tarde sus cartas vieron la luz como libro.
He encontrado referencia a tres adaptaciones cinematográficas de The Innocents Abroad, que se tradujo al Castellano como Guía para viajeros inocentes (Ediciones del Viento, 2009). Al parecer, la BBC hizo una en 1991. Otra fue dirigida por Peter H. Hunt en 1987 para la sexta temporada de la serie American Playhouse del Public Broadcasting System (PBS) de los EUA. Ninguna de estas las he localizado en la www. Cuatro años antes, en 1983, Luciano Salce adaptó el libro para una serie sobre obras de Twain co-producida por la Televisión de Nebraska y otras firmas. Esta versión se puede ver en YouTube gracias a “MegaTellmenow” (Liga 1).
La sátira de Twain se reparte entre la inocencia de sus conciudadanos (unos turistas extraños, pues el objetivo del viaje era religioso), las estúpidas antiguallas de la sociedad europea y el mercantilismo con el que los europeos vendían su historia a los turistas (como siguen haciéndolo). En 1880, Twain escribió otro libro de viajes (A Tramp Abroad, Un vagabundo en el extranjero) adonde completa su visión del viejo continente luego de recorrer el norte de Italia, Suiza y Alemania.
Pero lectora, para lo que me interesa comentarte hoy, son más interesantes sus novelas El príncipe y el mendigo (1881) –adonde Twain contrasta la honestidad de los pobres y la perversión de los ricos y que probablemente sirvió de modelo para la confrontación del pequeño Lord Cedric con su abuelo el gran duque en la novela de Hogdson-Burnett aparecida cuatro años más tarde. En 1889 Twain publicó Un yanqui en la corte del Rey Arturo (A Connecticut Yankee in King Arthur’s Court) –donde esa misma confrontación se lleva al terreno de la fantasía y la ciencia ficción. A quienes la película sobre El pequeño Lord de Cromwell y la novela de Hogdson-Burnett les hayan parecido demasiado melosa; cuando terminen de verla, corran a los libros de Twain para quitarse el azúcar de la boca.
La expresión del título de esa última novela de Twain se quedó en el imaginario estadounidense. En 1938 la MGM produjo A yank at Oxford, dirigida por Jack Conway con un libreto más bien sonso en el que un joven universitario de EUA (interpretado por Robert Taylor) viaja a Inglaterra para estudiar en la venerable Oxford. Allí triunfa en los deportes, enamora una chica y se confronta con los estirados estudiantes británicos. Acaso lo más interesante es que en uno de los cortos promocionales la compañía presumía los once mil kilómetros que Conway y Taylor viajaron (de Hollywood a Oxford) para rodar algunas de las escenas del filme. (Liga 2.) El locutor señala que director y actor desembarcaron en “Southampton, adonde recibieron una bienvenida majestuosa (royal reception) por nuestros primos de más allá del mar”.
Cuatro años más tarde, en 1942, uno de los guionistas de A yank at Oxford (George Oppenheimer) participó en otra producción de la MGM: A yank at Eton, dirigida por Norman Taurog, quien era famoso por sus películas sobre niños inadaptados desde la década previa. (Puedes ver un corto promocional en la Liga 3.) La misma historia de A yank at Oxford se traslada de la educación universitaria a la media superior. Un chico (Tim Dennis, protagonizado por un Mickey Rooney de 22 años), es la estrella deportiva en su highschool y aspira a una beca en la Universidad de Notre Dame. Pero sus sueños se quiebran porque debe mudarse a Inglaterra: su madre viuda se ha casado con un ricacho británico. Allá le inscriben en la más famosa y super-exclusiva de las public schools (preparatorias privadas de élite): Eton. De nueva cuenta, el tema central es la confrontación entre el flexible igualitarismo del bachillerato yanqui y las rígidas jerarquías de la prepa británica –sólo que ahora el rol del “trasplantado” le toca a Rooney. En Eton, un estudiante nativo ayudará a Tim a adaptarse. Se trata de Peter Carlton, protagonizado por un Freddie Bartholomew de 18 años. Estoy seguro de que las audiencias que conocían a ambos en El pequeño Lord de 1936 se divirtieron con estas inversiones de roles y papeles.
Una de las reseñistas del International Movie Data Base (Edie H. Nolan, “HotToastyRag”) nos recuerda el contexto específico del filme de 1942: Providing a united front with our brothers across the pond, it shows that cultural differences don’t matter, as long as we become friends in the end. … The overwhelming theme of the movie is camaraderie, and the Americans and the English needed to become fast friends to fight the Germans. “[Se trataba de] proveer un frente unido con nuestros hermanos del otro lado del charco, mostrando que las diferencias culturales no importaban siempre que al final de la historia terminemos amigos. … El tema central es la camaradería. Estadounidenses e ingleses necesitaban urgentemente ser amigos para pelear con los alemanes.”
La misma temática de El Pequeño Lord de Hogdson-Burnett (1885) y de su adaptación cinematográfica de 1936 por Cromwell. Ciertamente, en 1942, la guerra contra los fascistas hizo más urgente la reconciliación entre los “hermanos” ó “primos” anglo-americanos; pero el tema precedía a la guerra y permaneció después de ella.
El casting de la película de 1942 fue bueno porque hilaba sobre el éxito de ambos actores juveniles en la película de 1936. Rooney había nacido en Nueva York, mientras que Bartholomew era súbdito de Su Graciosa Majestad Británica. Otra diferencia, que resultaría esencial en sus vidas paralelas, es que el padre y la madre de Rooney eran actores así que estrenaron a su hijo a los 17 meses –con un frac diminuto. Pero siempre estuvieron allí. La familia era parte del show-business. En contraste, Bartholomew fue abandonado por sus padres al cuidado de una tía –quien lo acompañó en sus primeros éxitos teatrales y en su viaje a Hollywood.
Sin duda, los roles de ambos actores en El Pequeño Lord y en A yank at Eton fueron muy adecuados. Cuando en 1936 se filmó la primera Rooney (16) era cuatro años mayor que Bartholomew (12) pero la corta estatura del estadounidense arregló el problema de su amistad callejera. De todas maneras, el personaje de Dick el bolerito era mayor que el pequeño Lord. Seis años más tarde, en 1942, la corta estatura de Rooney (ya de 22) obligaba a que él asumiese el papel del joven recién llegado. Bartholomew (18) era ya muy alto y debió jugar el rol del amigo mayor.
Aparte, en los seis años que van de 1936 a 1942, MGM había creado a Rooney como el perfecto All American Boy en la serie de catorce películas de Andy Hardy (que merecerían más y mejor análisis). Así que, en el corto promocional de A yank at Eton, el locutor podía presumir su star-spangled succession of entertainment hits (“su lista de éxitos de barras y estrellas”). Pese a que el actor ya no era adolescente, sino un adulto de 22 años, el anunciante (y MGM) aún podía venderlo como this young fellow (“este muchacho”).
Anécdota: En 1936, Bartholomew parecía mejor encaminado a asumir el personaje de teen-idol que MGM estaba preparando. Lo impidió la aparición de sus padres biológicos británicos, quienes –ante el éxito de El pequeño Lord en 1936– abrieron un litigio de siete años para apoderarse de la custodia del adolescente (y su fortuna). Para cuando terminaron los juicios, no quedaba nada del dinero y el actor estaba al borde de entrar a la edad adulta. Su utilidad como estrella adolescente había terminado. Pese a ello, Bartholomew fue aprovechado en películas en las que personificaba a un joven adulto preparándose para el combate: Naval Academy (1941), Cadets of Parade (1942) y Junior Army (1942). Rooney, por su pequeña estatura, quedó encasillado para siempre jamás en el rol de adolescente.
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