El dramático y lamentable caso de la señora Caridad Chávez es un ejemplo del fracaso de los gobiernos en materia de salud. Es evidente que tienen otras prioridades y qué perdidos o escondidos detrás de la burocracia, evaden su responsabilidad.
Caridad es una mujer de 53 años, es madre de familia, ingeniera que trabajó más de 25 años y cotizó al IMSS y que enfrenta un agresivo cáncer y que desde enero del 2022 ha tenido que darle batalla con recursos propios. Hoy el dinero ya se acabo y le queda medicamento solo para 5 días. Cada 15 días debe comprar un frasco que cuesta más de 53 mil pesos.
En el IMSS, luego de vueltas interminables, le han dicho que no hay ni presupuesto, ni personal, ni equipo para darle la atención que requiere ni los medicamentos ni nada. Que se vaya a su casa a esperar el fatal desenlace, pero… ella quiere vivir. Vaya pecado de esta valiente mujer, aferrarse a la vida para seguir siendo madre de familia, esposa, y todo lo que se pueda.
Ofreció una rueda de prensa esta semana y de inmediato salieron algunas esperanzadoras opciones. Pero lamentablemente solo fueron llamaradas de petate para atajar el impacto mediático. Ya no se supo más de la Secretaría del Bienestar, el IMSS apenas respondió en twitter, quizá pata ofrecer de nuevo un camino burocrático sin entender que lo que menos tiene la paciente es tiempo y de la oferta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos ni hablar, se desentendieron al saber que ya está tramitando un amparo, como si eso les deslindara de sus responsabilidades de defender el derecho humano a la salud.
En fin, este caso es solo un botón de muestra de los cientos o miles de casos de pacientes y familias que enfrentan el drama de enfermarse y de no contar los recursos ni la atención que el Estado Mexicano debiera proporcionar. Lo más triste de todo es que el problema de fondo parece ser que la salud no es precisamente su prioridad. Porque es evidente que presupuesto público si hay, aunque se vaya a otras prioridades más banales.
Por Lidia Juache