La semana pasada, querida lectora, te conté de los kami (神) japoneses y cómo esa religión tan extraña para los cristianos (y tan cercana a los mesoamericanos) se reflejaba en la película La Princesa Mononoke de Miyazaki (1997). Hoy te pido que te quedes con la idea de bosques poblados de espíritus y de animales que, luego de sobrevivir mucho tiempo, se vuelven poderosas deidades que protegen la naturaleza. En Mononoke aparece una gran loba de dos colas, cabeza del clan de todos los lobos y un dios-ciervo coronado con veinte astas.
El ideograma 神 se puede leer en muchas lenguas. En japonés puede uno decir “kami” pero también “shin”, por ejemplo, cuando lo ponemos junto al ideograma que representa “camino” ó “vía” (道, to) se pronuncia shinto (神道) –la “vía de los kami” ó “vida de los dioses”– que es la religión tradicional de Japón.
神 se lee shan en chino cantonés y shén en mandarín. En coreano se pronuncia sin. En la escritura moderna coreana, se escribe 신. Igual que en China y Japón, el concepto se refiere a entidades divinas. Así, un sansin (산신) es un dios ó diosa de la montaña. (Montaña es san. Se escribe 山 en kanji y 산 en coreano; se pronuncia shan en chino y san en coreano.)
Entre los posibles dioses de montaña que la Humanidad puede encontrar, están los 구미호 gumihos ó zorros de nueve colas. Te regalo una ilustración china de la Dinastía Qing (1636-1912). Dyeon es coreano para cuento. Así que Gumiho-dyeon significaría El Cuento del Zorro de las Nueve Colas.
Ese es el título de una serie sud-coreana estrenada en 2020 y cuya segunda temprada salió en 2022. En la introducción de los capítulos de la primera temporada (Liga 1) podemos ver el zorro de nueve colas en estilo animé. Pongo también la ilustración para que veamos cómo reencarnan, más allá del Océano Pacífico, los dioses antiguos. Al inicio del primer capítulo de la primera temporada (que se intitula “¿Qué pasó en El Paso de los Zorros?”), el director (Kang Shin-hyo, n.1973) nos explica que “cuando un zorro cumple cien años, puede convertirse en una mujer hermosa ó en un hombre para copular con otra mujer. Un zorro que vive mil años se une a las alturas y se convierte en zorro celestial. Su poder divino es como el de un super-chamán y puede ver a mil millas de distancia.” La señal exterior de su divinidad son sus nueve colas.
Wikipedia nos informa que en Corea los zorros de nueve colas (gumihos) tienen la habilidad de cambiar su forma (como los brujos-nahuales de Mesoamérica) y que están encargados de cuidar los bosques adonde se desarrollaron (como se retrata a los lobos en Mononoke de Miyazaki). Pero también se sabe que en Corea el gumiho tiende a ser malvado: come seres humanos –y degusta especialmente nuestros hígados. Ahora bien, hay ciertos caminos de redención para este “ser misterioso” ó “monstruo”. Si el gumiho se autocontrola y logra no comer humanos por mil días –se vuelve humano. Ó bien, puede comer un hígado humano cada año, por un milenio… igual se volverá humano. (Supongo que todo es cuestión de qué tan paciente sea el zorro.)
Con este material del folklore oriental, como decía mi abuela Lola, estaba ni que mandada hacer una serie de televisión. La dirigió Kang Shin-hyo y el guión lo hizo Han Woo Ri. Los ciudadanos Kang y Han (en Corea igual que en Japón, los apellidos se dicen primero) trabajaron para Studio Dragon y HOW Pictures. Al parecer se han planeado tres temporadas. Cada una de ellas tratará un momento distinto de la larga vida del gumiho principal. La primera temporada (2020) se ubica a principios del siglo XXI. La segunda (2022) en 1938. La primera puedes ver en Netflix y la segunda en Amazon Prime.
El gumiho principal se llama Lee Yeon ó Íi Yeon (이연,… ¿cometa?) y es interpretado por Lee Dong Wook (이동욱, n.1981). A principios del siglo XXI de la Era Común, Yeon ha vivido 1600 años. Es decir, hace seis siglos que ya era un zorro de nueve colas. De hecho, era la deidad encargada de proteger la gran cordillera Baekdu-daegan (백두대간) –que corre desde el Monte Paektu (백두산, Montaña-Cabeza Blanca) en Corea del Norte al Monte Jirisan (지리산, Montaña de la Gente Extraña y Sabia) en Corea del Sur. En la tradición, esas dos montañas representan al padre (Paetku) y la madre (Jirisan) del Pueblo Coreano.
Este último detalle es relevante. Otra vez Wikipedia nos reporta que en la cumbre de 2018 entre las dos Coreas, los presidentes de ambos Estados sembraron juntos un árbol usando tierra proveniente de las dos montañas señaladas. Que el personaje Lee Yeon sea la deidad tutelar de la cordillera es un símbolo fuerte –por más que la serie de TV sea increíblemente ligera.
Yeon abandonó su cordillera porque en algún momento hace 600 años (Era Joseon) se enamoró de una mujer. En aquél momento, ella se llamaba Lee Aheum (이아음, … ¿la que oía… a los zorros?). Aheum era apenas una niña. Andaba por el monte y llegó al gran árbol desde el cual el zorro de nueve colas vigilaba. El zorro estaba dormido (mal vigilante, pues) y la niña empezó a acariciarlo –como si fuera perro ó gato. Aheum siguió visitando a Yeon hasta volverse adulta. Y el zorro se enamoró de ella. El problema es que ella debía morir y esto ocurrió de modo trágico. (Este es el gran misterio que desarrolla el guión a lo largo de 16 capítulos.)
Yeon no aceptó la muerte de su amada y, antes de que el alma de ella fuera llevada al más allá, le regaló una “luz de zorro” para que, cuando reencarnase, él pudiese encontrarla. Y así, desde el siglo XVI de la Era Común este gumiho ha habitado en forma humana en Corea –esperando y buscando a su amada.
En por mientras, los dioses y diosas encargan a Yeon controlar a otros gumihos y seres sobrenaturales que causan daño a los seres humanos. Él les rinde cuentas en una especie de oficina de “asuntos celestiales” ubicada, por supuesto, en el modernísimo Seúl. (Aquí ayuda mucho recordar cómo la TV occidental ha banalizado las ideas cristianas acerca de cielo y paraíso. (Ya regresearé aquí para reseñarte la serie Lucifer…) Al parecer, lo mismo hace la TV coreana con sus propias tradiciones. Una extraña manera de aprender de esta Otredad.
Cuando al fín encuentra a su amada, Yeon se ha convertido en un dandi acostumbrado a la buena vida de la élite sud-coreana. Siempre bien vestido y acicalado, recorre la ciudad con un paraguas rojo que –en momentos delicados– se vuelve una espada que mata demonios. Le encanta el helado de menta con chocolate. (Buen gusto, ¿verdad?) La señal de que es en realidad un zorro es su pelo rojizo. Otro zorro inmortal, pero de menor rango, llamado Koo Sinjo (구신주, ¿dios viejo?) le sirve de mayordomo –pues Yeon es como un niño, incapaz de tender su propia cama ó cocinar sus alimentos.
A primera vista, el actor Lee Dong Wook parece sacado de un grupo de K-Pop. Sin embargo, su carrera artística no partió de ese circuito… y su grupo etáreo (cohorte de edad) no coincide con los cantantes-bailarines de las boy-bands coreanas. Los grupos K-Pop más famosos datan de 2005 en adelante; cuando este actor tenía ya 25 años –demasiado viejo para unirse a una banda de adolescentes. (Liga 2.) Con todo, tanto en la serie que hoy reseño como en otros emprendimientos ó episodios, el actor juega a ser juvenil. En un episodio de un programa de variedad que él dirigió entre 2019 y 2020 (Wook Talk), el actor y uno de los productores se sometieron a una prueba genética que luego comentaron frente a las cámaras, ayudados por el especialista en medicina forense llamado Yoo Sung Ho, profesor de la Universidad Nacional de Seúl. Dos descubrimientos causaron placer al actor. Uno, que él compartía genes con poblaciones siberianas. Dos, que su “edad biológica” era siete años menor que la calendárica. (Liga 3.)
Regresemos a la serie. En el siglo XXI, la amada del zorro de nueve colas ha reencarnado en una periodista especializada en leyendas urbanas é historias tradicionales de horror. Lleva el nombre de Nam Jiah (남지, ¿la otra?) y fue atacada cuando niña por dos gumihos que secuestraron a su padre y a su madre. Una vez que descubre la identidad divina de Yeon, trabajarán juntos para revelar el misterio de ese secuestro.
El enamoramiento de Yeon y Aheum/Jiah es una oportunidad para largas escenas románticas. Para los amantes del drama histórico, los actores interpretan a los amantes en la Era Joseón. Para los que gustan de la telenovela rosa contemporánea, hay multitud de escenas en el Seúl moderno. Para quienes queremos acercarnos un poco a esa sociedad, todo esto es una buena oportunidad.
Díme, querida lectora: ¿Qué te parece este experimento de poner al día la tradición animista coreana mediante la industria del entretenimiento forjada en el molde estadounidense?
Ligas usadas en este texto:
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