Pablo Mier y Terán
Una vez finalizado el tsunami electoral, igual que cuando pasa la tormenta, empezar a ver con cierta claridad, desde la óptica electoral, cuatro grupos importantes de Mexicanos o, para ser más claros, cuatro Méxicos.
El México ganador, con más de 35.9 millones de votos a favor de Claudia Sheinbaum; el México perdedor, con más de 22 millones de votos a favor de Xóchitl y Máynez, el México que pudiendo hacerlo no voto con 40 millones de mexicanos y por último el México que no podía haber votado, pero que en un futuro podrá hacerlo, con 29.6 millones de mexicanos.
Ninguno de los 4 Méxicos está en la lona ni mucho menos muerto.
El México que gano, liderado ahora por una mujer que parece ser de hierro, tiene el reto enorme de cumplir lo que prometió en campaña, de incrementar la seguridad, de mejorar la salud, de organizar bien la educación…, y pensamos que es posible que lo logre, ella se va a desmarcar e impondrá su propio estilo de gobernar. Tranquiliza saber que no se tiene registro en la historia de mujeres dictadoras.
El México perdedor deberá organizarse, reconocer los errores graves que cometió, sin refugiarse en los partidos, porque todos sabemos que no perdió Xóchitl, perdieron los partidos que la arroparon.
El México que pudo votar pero no lo hizo es el más grande de todos, es el México más difícil, el México apático, el México esclavizado que no voto porque no pudo ir, el México ignorante que no voto porque no se enteró bien de que pasaba; ese México que si se trabaja bien desde ahora puede decidir la elección del 2030.Podríamos incluso en pensar en el partido de los que no votan que si se arma bien gana la elección.
Por último está el México que no pudo votar por edad, de ese México se estima que en el 2030 podrán ir a las urnas más de 10 millones de jóvenes.
Pasó la ola, pasó el tsunami y empieza a amanecer, parece que el sol se asoma e ilumina a un México que ni Venezuela ni Dinamarca insiste en ser México.
Un México con historia, un México conquistado, un México Guadalupano, un México muy México, una México práctico que en esta votación eligió la dadiva, el beneficio inmediato, a la solución profunda de los grandes problemas nacionales.
En el tsunami del 2030 volverán a emerger cuatro Méxicos, el ganador, el perdedor, el que no voto porque no quiso y el que no tenía edad para votar.
Mi esperanza y la de muchos mexicanos es que nuevos jugadores salten a la cancha y el juego sea mejor y más parejo.
Es ya vox populi entre muchos grupos que los partidos huelen mal. Llegó el momento de los ciudadanos, hace falta un movimiento que proponga lo que todos queremos, la construcción de una casa común en la que quepamos todos por el simple hecho de ser mexicanos, sin importar ideologías, creencias, clases sociales…; un movimiento que cree y defina un camino propio sin importar modelos extranjeros, un movimiento en el que la ambición y el beneficio personal se quede en el perchero.
Un movimiento que vaya por los que no votan pudiendo hacerlo y por los que podrán votar dentro de 6 años. Un movimiento capaz de explicar a todos que los programas sociales no son beneficios de las personas o los partidos, son beneficios de la nación. Un movimiento que ofrezca lo que en verdad a los votantes les interesa.