Héctor U Tello B
Hasta su última participación pública dejó de sesear, sabiendo que debía morir más mexicano que español; más potosino que asturiano.
Llegó de 35 años a San Luis con una mochila vacía y por llenar; idealista y sin complejos, por eso encontró tierra fértil con su personalidad apabullante.
Encontró en la Cultura el rescoldo a su sensibilidad, libertad e independencia. Entonces, ya nada lo detendría en su andar, él sería la letra mayúscula al iniciar y el punto final del libro.
Hombre demasiado generoso y humano, con una preocupación real del dolor de los demás.
Hombre con una humildad enorme que recalaba en las decenas de manos y abrazos que recibía diariamente.
Cuántas veces lo vi abrazar, besar y dar saludos a gente que se emocionaba al verle y él no rehuía al deber de alimentar su alma.
Hombre enérgico hasta la perfección, con la pasión denodada de un joven.
Creó un sistema de símbolos a su alrededor. Tejió durante décadas una red en la que todos quedaban atrapados: amigos, compañeros, músicos, artistas plásticos y escénicos, bailarines, funcionarios públicos, etcétera.
Todos cedían libremente, nunca vi a alguien que se resistiera.
Cómo funcionario público no quería fallarle a nadie, por eso le dolía no apoyar a alguien, y entonces buscaba con quién interceder, con quién buscarle colaboración. Se ponía a contar junto con su querida contadora Rocio los pesos que sobraban, que servirían para un último apoyo.
Siempre tuvo la visión de pensar en grande, sin dejar de saber que -en Cultura-, los esfuerzos grandes y chicos pesan al final igual.
En Cultura marcó un hito en San Luis; pero en materia de amistad, humanidad y generosidad se rompe un molde difícil de llenar.
Viaja ligero amigo Daniel, así como llegaste a San Luis hace 42 años.
Tu mochila entonces vacía, nos la dejas llena y pesada.
Siéntete con el deber más que cumplido.
Todos acá te extrañaremos mucho y nos sentiremos siempre satisfechos de haber cruzado tu camino.
Hasta siempre.