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Opinión

Mesa Revuelta/Oviedo versus Benavente

A la diputada Beatriz Benavente le atribuyen en gran medida el cese de Marcelina Oviedo de la oficialía mayor del Congreso del Estado, cuota de poder del partido Morena y sus aliados parasitarios como lo son el PT y el PES, lo cierto es que éstos tampoco la quieren.

Es cierto que su perfil de agrónoma contraviene la normatividad aunque sea muy capaz y una cruzada contra la corrupción legislativa, en la que están inmersos la mayoría de los integrantes de la coalición “Juntos Haremos Historia”.

A Benavente le quieren abrir un expediente por su desempeño como la oficial mayor de la pasada legislatura, considerada en su momento como la más corrupta de la historia.

Ella cruzó el pantano y no se ensució, goza del blindaje de un grupo mediático, ni de broma se le relaciona con las facturas de empresas fantasmas que le entregaron durante tres años sin chistar.

Cuando era navista se le veía al frente de los hermanos Nava, Hugo Stevens, Eduardo Martínez Benavente y otros ninguneando al ahora consejero electoral Rodolfo Aguilar en el CEEPAC, el combate a la corrupción y la defensa de la dignidad eran sus consignas.

Ahora, como cuadro distinguido del PRI, es la segunda vez que es diputada local, fue funcionaria de Mario García y ha ocupado otros cargos, su carrera política ha sido meteórica y cada que puede les da su desconocida en tribuna o de manera soterrada a los y las legisladoras pejistas.

Un solitario abogado, Juan José Frías Aguilera, sin nexos con Morena, le enderezó varias denuncias y hasta la solicitud de un juicio político contra Benavente por su desempeño como exoficial mayor de la pasada legislatura.

La disputa por la oficialía mayor del Congreso del Estado está que arde, todas las bancadas quieren a una figura decorativa que les firme los cheques sin reservas, como bien lo advirtió el diputado vitalicio Óscar Vera Fabregat.

Hay mucha grilla y todos quieren meter mano, hasta el “super delegado” Gabino Morales ya presentó una recomendada pero se la rechazaron; mientras que el dirigente de Morena, Sergio Serrano, salió en defensa de Oviedo y se insistirá en que se mantenga como oficial mayor.

El largo adiós al PRI

El PRI está de fiesta por sus 90 años de vida, sus mejores tiempos ya pasaron, no toda su herencia es maldita, se le reconocen instituciones, estabilidad y desarrollo en algunas décadas, pero al contraponerlos en la balanza con los desvíos, corrupción, impunidad, estancamiento y excesos, queda a deber.

En el aniversario su dirigente nacional Claudia Ruiz Massieu Salinas habló de renovación y de proyección hacia el futuro, sin mayor convicción ni fundamento, sus apellidos le pesan y causan desconfianza.

A nivel local el panorama no pinta muy halagador, dirigido por Elías Pesina, subordinado al gobernador Juan Manuel Carreras, cuyo optimismo expresado la semana pasada de que en el 2021 se volverá a ganar la gubernatura, no deja de ser una declaración artificiosa.

Otra pieza colocada por el gobernador en el PRI para garantizar una sucesión de terciopelo, es su exsecretario particular Edmundo Torrescano como secretario de Organización, el mismo que se entrometió en la elección pasada en Tamazunchale, por lo que fue denunciado por el PAN.

Se ve muy difícil que el PRI potosino se recupere en el 2021, antes el gobierno federal de Morena tendría que desbarrancarse y  agudizarse la crisis interna del PAN, de otro modo no hay razones para alzar las campanas al vuelo.

Lo más probable es que el gobierno estatal y el PRI vayan a negociar con Morena la elección estatal, no será una sorpresa, en el fondo son partidos hermanos y es preferible seguir en la nómina que permitir el regreso del PAN [Javier Padrón].

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