Las esculturas siempre ha formado parte de la leyenda que ha rodeado al enigmático Leonardo da Vinci (muy especialmente una de un caballo gigante). Sin embargo, no se ha logrado atribuir ni una sola pieza hasta ahora, cuando los comisarios de una exposición en Florencia han desvelado que «La Virgen con el Niño Sonriente» es la única estatua del maestro del Renacimiento que ha sobrevivido.
De acuerdo con estos especialistas (cuya muestra «Verrocchio: Maestro de Leonardo» acaba de inaugurarse en el Palacio Strozzi), esta pieza es una excepción milagrosa. Atribuida al genio italiano sin género de dudas, se dice que la esculpió en torno al año 1472, cuando tenía apenas diecinueve o veinte años y era pupilo del artista florentino Andrea del Verrocchio.
«La Virgen con el Niño Sonriente», que pertenece al museo británico V&A desde 1858, ha sido atribuida tradicionalmente a Antonio Rossellino. Francesco Caglioti, profesor de la Universidad de Nápoles y reputado investigador que lidera esta nueva investigación, ha afirmado al periódico The Guardian que este fallo en la autoría se debe a que, durante años, los estudiosos creyeron a John Pope-Hennessy, historiador del arte que fue director del Museo Británico.
Pope-Hennessy, un afamado experto que ejerció su influencia durante el siglo XX, dictaminó que la obra era de Rossellino. No obstante, de acuerdo con Caglioti (un auténtico prodigio que hizo el catálogo del museo francés Louvre con tan sólo ocho años), lo hizo sin evidencias reales y siempre quiso promocionar a Rossellino, a quien atribuyó obras «a su antojo».
En esta escultura de arcilla roja de 50 centímetros de altura, la Virgen María mira al niño Jesús en su regazo con lo que puede ser el prototipo de todas las sonrisas enigmáticas en el arte de Leonardo, la más famosa de las cuales es la Mona Lisa. Así lo ha corroborado también la prestigiosa estudiosa de Leonardo Carmen C Bambach, de el Metropolitan Museum de Nueva York.
Tanto Bambach como Caglioti se centran en dos aspectos cruciales. Primero, los voluminosos y complicados pliegues que la Madonna luce en las piernas son muy similares a los que realizaba en ese tiempo Leonardo en sus dibujos. Estos, que se exhiben en la muestra, son estudios casi obsesivos de pliegues abstractos y huecos sombríos que Caglioti y Bambach ven también en la escultura.
En segundo lugar, la cara de Jesús niño y su estudiada pose que, de tan realista, le hacer parecer vivo. Esa atención especial al comportamiento de los niños se aprecia, asimismo, en los dibujos del genio italiano. Sin embargo, retratar a un Cristo que se reía en el siglo XV no solo era radical, sino prácticamente blasfemo. Precisamente, Leonardo escribe en sus cuadernos que se metió en problemas al retratar a Jesús niño, ¿se referiría el maestro a éste?
Pese a todo, el museo V&A ha decidido mantener por el momento la cautela y solo afirma: «Se propuso una primera atribución a Leonardo da Vinci en 1899, por lo que el profesor Caglioti abre de nuevo con este estudio la discusión sobre su autoría».
Con información de ABC.