Por quinto año consecutivo, el color turquesa del Caribe mexicano se ve amenazado por el inevitable arribo de sargazo a las playas de Quintana Roo. Imágenes satelitales que envía mensualmente la Universidad del sur de Florida, en Estados Unidos, evidencian que la cantidad de sargazo que llegará este 2019 a las playas del Caribe será 300 por ciento mayor a la de 2018, pues la masa de alga que se dirige a las playas de Quintana Roo está creciendo a diario y no deja de moverse.
Para hacer frente a este problema, investigadores, científicos, oceanógrafos y autoridades estatales plantearon un sistema de alerta temprana. Sin embargo, la inversión de mil millones de pesos que se requieren no ha llegado. El proyecto parece cosa fácil.
Consiste, en su primera etapa, en identificar a través de satélite la ubicación de las algas para recolectarlas en altamar con embarcaciones de gran calado o sargaceras. El segundo paso es recoger todos aquellos remanentes de “la maleza marina” y entregarla a distintas industrias para que las procesen y conviertan en combustibles, zapatos o casas.
Para el subsecretario de Ecología y Medio Ambiente de Quintana Roo, Óscar Álvarez, el proyecto puede tener una solución sencilla. Sin embargo, la actual política de recorte presupuestal y austeridad complica y alenta la medida.
“Para obtener los recursos el Congreso de la Unión tendría que incluirlos en el presupuesto que año tras año se le otorga a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, a la zona federal marítimo terrestre o alguna otra dependencia gubernamental, pues mientras no esté en la legislación no puede asignarle fondos, y dependemos únicamente del dinero del Fideicomiso Fondo de Desastres Naturales (Fonden) o de lo que aporten los hoteleros”.
El año pasado el gobierno del estado invirtió 62 millones de pesos del Fonden. No obstante, este dinero solo duró un mes, además que este presupuesto solo cubre gastos de reconstrucción tras sismo o huracanes y no un programa mensual de recuperación de playas. Por lo pronto, este año la recolección seguirá siendo de manera manual, además de que la afectación seguirá dañando pastos marinos, playas y el arrecife de coral, como lo señala Joel González, integrante de la mesa técnica contra el sargazo.
“El arribo de esta alga no es cosa menor. Cuando llega a las playas no solo se descompone, sino que además crea mal olor, mal aspecto, moscos y segrega un ácido que cambia la textura de la arena, además de que mata todo aquello que se encuentra a su alrededor.
“No podemos dejar que todo muera lentamente. Quintana Roo vende postales y en éstas se encuentran sus aguas cristalinas. Imagínate que llegan los turistas y en lugar de un azul turquesa se encuentran con aguas de color marrón y con una textura fangosa”. Cada año, desde que el problema comenzó, hoteleros invierten hasta 2 millones de pesos al mes en la limpieza del sargazo, pero aseguran que esto nunca es suficiente.
“Imagínate que contratas a alguien para que esté todo el día limpiando un charco de agua que provoca una gotera en tu techo, es absurdo, pues si no te ocupas en impermeabilizar el techo, de nada sirve que tengas a alguien secando el agua que cae. El problema se debe atacar de fondo”.
Este fenómeno no solo afecta a México. También está ocasionando estragos a 19 países del Caribe, por lo que el estado de Quintana Roo ya convocó a un congreso para atender la problemática, el cual se realizará el 28 de mayo.“Es un encuentro donde participarán varios países, porque todos los países del Caribe tienen esta afectación, incluso Estados Unidos, y pues bien vale la pena hacer un trabajo en conjunto porque daña las bellezas de las playas”, aseguró Carlos Joaquín González, gobernador del estado de Quintana Roo.
Óscar Álvarez, oceanógrafo de la mesa contra el sargazo, asegura que la creciente contaminación del Caribe aumenta hasta 100 veces los daños causados por el aporte de contaminantes resultado de la actividad humana en las costas caribeñas, en donde hay asentamientos irregulares y tratamientos inadecuados de aguas negras y grises. “Hay una conciencia general en torno a sus efectos, pero hasta la fecha las medidas para su control son una especie de curita y no un remedio”.
Con Información de: Milenio