El estudiante de economía de la UASLP, José Luis Sandoval Torres, primero desde el Comité Central de Lucha, después en el Frente Estudiantil Popular y la Federación Estudiantil Potosina (FUP), encarnó un liderazgo de izquierda durante los sexenios de Antonio Rocha Cordero (1967-1973) y Guillermo Fonseca Álvarez (1973-1979), en luna de miel con las élites económicas y políticas, reacios a cualquier cambio social.
Los ecos del 68 llegaron tarde a San Luis Potosí pero llegaron con un movimiento estudiantil que puso en jaque el orden establecido, se vinculó a las luchas campesinas y obreras, y sacudió la estructura vertical de la UASLP, Sandoval y sus compañeros fueron echados de la institución.
El exilio fue su destino, el autoritarismo se vio reforzado con represión brutal con los bombazos de 1975 y la disidencia se diluyó al paso de los años.
Del polvo de esas luchas salió en la década de los ochenta el libro “El acecho conservador y el oportunismo político. Derroteros del movimiento estudiantil en la UASLP 1970-1983”, de la coautoría de Sandoval, José Javier Martínez Ramos y Pedro Hernández Sánchez.
El libro, hecho en mimeógrafo y grapado, tamaño carta, fue presentado en el pequeño auditorio del Ágora DIF (Vallejo y Galeana), el lugar se llenó al tope, para entonces de la izquierda estudiantil no quedaba nada, más que la caricatura en que se convirtieron los grupos estudiantiles, cuyos líderes terminaban en la nómina oficial.
Sandoval radicó muchos años en el norte del país y regresó al terruño a principios de la década de los 90 invitado por el matrimonio gobernante de Horacio Sánchez y Conchalupe Nava para incorporarse como funcionario al gabinete estatal, lo que desató la ira del rector en turno, Alfonso Lastras Ramírez, presunto heredero del orden rochista, el conservadurismo se sintió amenazado con el retorno del exlíder estudiantil.
Comenzaron a suceder diversos hechos, a repetirse la historia de manera grotesca para tratar de incriminar a Sandoval, además estaba en curso el proceso sucesorio de Sánchez Unzueta, y Lastras quería que Juan Ramiro Robledo, su hijo político, fuera el nominado del PRI.
Tras haber declarado Sandoval -ya como flamante funcionario- a un periódico que Lastras había “mutilado” a la UASLP al cerrar las preparatorias, en la Facultad de Economía alguien hizo estallar una “bomba” de risa loca, después desde la misma rectoría se conspiró contra la estabilidad del gobierno horacista y se utilizó al líder de la FUP para generar un artificioso conflicto con los camioneros, varias unidades fueron quemadas en la Zona Universitaria, de estos hechos el diputado vitalicio Óscar Vera Fabregat tiene mucho que contar.
Sandoval siguió en su cargo, Horacio concluyó su cuatrienio e impuso con la venia del centro a Fernando Silva Nieto, Lastras perdió y por enfermedad dejó la rectoría en manos de la ultraderecha representada por Jaime Valle Méndez, cuyo padre Felipe Valle había sido funcionario rochista.
La tarde de este jueves en el Centro de las Artes será presentada una segunda edición del libro de Sandoval, Martínez y Hernández, con los comentarios del poeta e historiador Eudoro Fonseca Yerena, cuadro político de Horacio y designado hace poco director de esa misma institución.
Para darle mayor vitalidad al libro y atraer el interés de las nuevas generaciones, hubiera sido preferible agregar algunos capítulos, actualizarlo, extender el periodo digamos hasta Mario García Valdez que, al igual que otros exrectores, brincaron a la política con resultados desastrosos como alcalde, le hicieron creer que sería gobernador y ahora es director del CONALEP.
La dicotomía derecha-izquierda, liberales-conservadores ha vuelto con AMLO en el Palacio Nacional, ve la política con ojo decimonónico; el conservadurismo y el oportunismo político que enfrentaron en su juventud Sandoval, Martínez y Hernández siguen ahí, AMLO apenas les hace cosquillas. (Javier Padrón)