Para Rogaciano Ramos Jiménez, maestro abuelo totonaco, ser volador significa ser fuerte, claro, soñador, alguien que se sostiene por las cuerdas y por cuatro ejecutantes y su caporal, pero que en la vida cotidiana, es soportado por la fuerza de la familia y de nuestros pueblos; “ser volador es un compromiso y un honor. Por eso, esta placa nos compromete a llevar en alto el honor de un volador”.
Lo anterior fue expresado por el venerable anciano durante la develación de una placa que refrenda la declaratoria de la UNESCO de la “Ceremonia ritual de los voladores” como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. El acto se efectuó este 21 de diciembre en la Plaza Media Luna de la Zona Arqueológica de El Tajín, en Veracruz.
En su idioma natal, el totonaco, y ante diversas autoridades locales y estatales, entre ellas el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez; y Aída Castilleja González, secretaria técnica del INAH, en representación de Diego Prieto, director general del instituto; el experimentado volador manifestó que para él y sus compañeros voladores, el ritual para pedir la lluvia y agradecer la salud tiene un origen y principios, por lo que se debe promover, difundir y conservar esta tradición, ya que de ésta deriva el bienestar de sus familias, sus pueblos y su cultura.
“El origen de lo que somos nos forja en la vida, nos posiciona, son aspectos que se deben entender para que tenga sentido el valor patrimonial de nuestra danza. Ser portador significa conocer el valor del patrimonio que le da sentido a nuestra danza, por eso, no sólo es saber hacer el ritual, sino incorporar los principios de vida y origen en nuestra vida cotidiana”, afirmó.
En su intervención, el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, destacó que ningún otro lugar del país tiene tres inscripciones en las listas de patrimonio de la UNESCO: la Zona Arqueológica de El Tajín, declarada Patrimonio Mundial el 14 de diciembre de 1992; la “Ceremonia ritual de los voladores”, inscrita en la Lista de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, el 30 de septiembre de 2009, y el Centro de las Artes Indígenas de Papantla, integrado en el Registro de Buenas Prácticas de Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, el 16 de diciembre de 2012.
Sobre el ritual de los voladores, el mandatario estatal expuso que se trata de un pedimento ancestral de la llegada de la lluvia para ver florecer la tierra. “Tiene que ver con un sentido humano, porque de la tierra vivimos todos, y estos rituales relacionados con ella, llevan ese sello humano de vivir en conjunto, en comunidad, con nuestras tradiciones y respetando lo que la naturaleza nos da”.
Con la presencia de Olaf Jaime Riverón, titular de la Zona Arqueológica de El Tajín; y de Salomón Bazbaz Lapidus, director de la Cumbre Tajín, así como de diversos funcionarios locales y estatales, el gobernador Cuitláhuac García aseguró que su gobierno impulsará las actividades de las comunidades, principalmente aquellas que se mantienen vivas y que defienden el origen de nuestros pueblos.
Declarada como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, el 30 de septiembre de 2009, la “Ceremonia ritual de los voladores”, es un rito que data de la época prehispánica, asociado a la fertilidad y que practican diversos grupos étnicos desde México hasta Centroamérica.
Se tiene evidencia de la existencia de este ritual desde el año 600 a.C. Son ceremonias que expresan principios y valores fundamentales de la cosmovisión indígena que, de acuerdo a la tradición totonaca, en épocas lejanas, durante un periodo de sequía y hambruna, los sabios ancianos enviaron a mensajeros-sacerdotes (los voladores) para brindar ofrendas a los dioses y pedirles la lluvia que fecundaría la tierra.
Esta es la leyenda de la región del Totonacapan, ubicada a lo largo de la costa veracruzana y la Sierra Norte de Puebla, donde se observa esta práctica con mayor arraigo, principalmente en el municipio de Papantla, Veracruz, que es reforzada por su cercanía con la Zona Arqueológica El Tajín, aunque diversos grupos étnicos, como los totonacas, nahuas, otomíes y mayas quichés, entre otros, realizan la danza del volador con variaciones.
El vuelo es la parte final de la ceremonia, que se inicia desde la vestimenta (muchas veces elaborada por los mismos voladores) y una preparación espiritual previa, que requiere de alguien que se juega la vida. El proceso incluye la búsqueda del palo sagrado, su corte, arrastre y levantamiento, la danza previa, la petición de perdón al bosque y el montaje de un altar.
Presentan el libro Mujeres de humo
Posteriormente, en el Parque Takilhsukut, sede de la Cumbre Tajín, fue presentado el libro Mujeres de humo. Recetario de la cocina espiritual totonaca, compilación de diversas historias de quienes han hecho de la cocina no sólo el lugar de preparación de alimentos, sino de un espacio que nutre con su sabiduría, el alma y el corazón de los veracruzanos.
En el evento, la antropóloga Aída Castilleja, secretaria técnica del INAH, destacó que en El Tajín se congregan los tres elementos del estado de Veracruz referidos que han sido reconocidos a nivel mundial como Patrimonio Mundial.
Particularmente, dijo, tratándose del patrimonio cultural inmaterial, si se habla de la comida, los conocimientos y los saberes de las mujeres veracruzanas, como de muchas otras, no podrían ser posibles si no están sustentados en la tierra, en lo que las manos producen, en todo aquello que la tierra da, ya sea como productos domesticados o de los que se obtienen directamente de la naturaleza.
Por su parte, Sol Rubín de la Borbolla, subdirectora del Conservatorio de la Cultura Gastronómica Mexicana, indicó que la publicación cuenta con fotografías de Alejandra Zermeño, y es resultado del trabajo de un grupo de mujeres que nació hace más de 25 años, y que hoy forman parte del Centro de las Artes Indígenas de Papantla.
“El libro es resultado de un largo proceso de reconocimiento de las raíces culturales, de las cocinas de una región con una gran diversidad de recursos naturales y culturales”, finalizó.