El mercado mayorista más grande de América Latina, la Central de Abasto de Ciudad de México, normalmente lleno de bullicio y rebosante de clientes, lucía semi vacío en medio de una crisis de abastecimiento de gasolina que ya empezó a retrasar la llegada de productos al enorme complejo comercial.
En un intento por frenar el alarmante robo de gasolina, el Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador cerró ductos de la petrolera estatal Pemex que transportan los combustibles desde sus refinerías y son atacados por delincuentes.
La medida ha provocado desde inicios del año largas filas en las estaciones de servicio de varios estados, incluyendo las de la populosa capital, dificultando traslados de clientes y mercancías.
El complejo de más de 320 hectáreas con capacidad para almacenar 120,000 toneladas de productos y donde diariamente convergen unos 62,000 vehículos y camiones de carga, no está exento de los efectos secundarios del plan gubernamental.
Proveedores de los mayoristas que surten a otros comercios como tiendas y pequeños mercados o “tianguis”, cafeterías, restaurantes, bares y hoteles, han dejado de entregar sus productos con la regularidad habitual debido a las dificultades para transportarlos por la falta de combustibles.
“Hemos tenido afectaciones en entregas por parte de nuestros proveedores, los clientes no están llegando”, dijo el viernes Rafael Pérez, de 43 años, director de compras de Drinks Depot, un mayorista de todo tipo de bebidas.
“La proveeduría se ha afectado en un 40, 50%. Estamos hablando de proveedores que vienen de Hidalgo, Guerrero, Cuernavaca, Puebla y Tlaxcala”, agregó, denotando preocupación en el rostro mientras explicaba su caso.
La afluencia en los pasillos del enorme complejo ubicado en el este de Ciudad de México era poca el viernes, a pesar de que tradicionalmente comienza a elevarse ese día y alcanza su pico durante el fin de semana.
A los retrasos en la llegada de mercancías se le suman caídas en ventas de hasta 40 por ciento, dijeron mayoristas, que temen que la situación empeore si se alarga el desabastecimiento de combustibles porque empezarían a agotarse sus inventarios.
“Lo que me está llegando, (…) jarabes para hacer aguas, se pidió la semana pasada pero de 10 (pedidos) me está llegando uno”, dijo Emilio Aparicio, encargado de 45 años de La Molinera, que vende a los llamados abarroteros.
Mientras hablaba, empleados descargaban productos enviados por una empresa de la localidad de San Pedro Atocpan, en los límites entre la Ciudad de México y el vecino estado de Morelos. Ellos dijeron que sus camiones utilizan diésel, que ha tenido menos fallas durante la crisis de distribución de combustibles.
Algunos comercios que venden también al consumidor final reportaron caídas de hasta 60 por ciento en sus ventas de la última semana por la menor afluencia.
“Las ventas nos bajaron por lo mismo de las gasolineras, los clientes no llegan”, dijo Jorge Romero, vendedor de 42 años en La Texana, que surte a dueños de abarrotes de Puebla, Querétaro, Estado de México y Ciudad de México.
“Es preocupante eso porque de aquí nos sostenemos todos los trabajadores”, agregó Romero mientras esperaba que llegaran más clientes a la tienda.
Pemex incrementó el traslado de gasolina mediante carros tanques para surtir las estaciones de servicio, pero ha sido insuficiente para cubrir la demanda.
No obstante, un portavoz de la Central de Abasto dijo a Reuters que “solo han dejado de venir algunos comerciantes pequeños que usan sus autos (a gasolina)”, y en su cuenta oficial de Twitter el mercado mayorista dijo que estaba garantizada la provisión de alimentos.
Con información de Forbes.