El Tren Maya, el gran proyecto de infraestructura del presidente Andrés Manuel López Obrador para reactivar el rezagado sur de México, ha captado el interés de empresas internacionales de todos los continentes.
En entrevista, el director del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), Rogelio Jiménez Pons, destacó la importancia del “interés de grandes empresarios” en este proyecto, de unos 150,000 millones de pesos (unos 7,800 millones de dólares).
Estamos convocando para que para la construcción de todo esto tengamos las mejores empresas posibles”, apuntó el titular de Fonatur al hablar del Tren Maya, que contará con inversión público-privada y contratos de servicios a 30 años.
Detalló que han mostrado interés tanto fondos de inversión como las empresas canadiense Bombardier, la francesa Alstom, China Railway Construction Corporation y la española Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles (CAF).
Buscarán participar en alguna de las licitaciones “abiertas y de carácter internacional” que arrancarán a mediados de este 2019 y se dividirán en tres etapas.
El Tren Maya es uno de los grandes proyectos del López Obrador -nacido en el suroriental estado de Tabasco- y recorrerá 1,500 kilómetros de cinco estados: Quintana Roo, Tabasco, Campeche, Chiapas y Yucatán.
Contará con paradas en puntos tan importantes como Cancún -que recibe unos 15 millones de turistas al año- o las ruinas de Palenque, y promete ser un revulsivo para la región cuando termine la construcción, en unos cuatro años.
“Hay una deuda con el sureste, y tiene un potencial muy grande”, apuntó Jiménez Pons, quien encabeza el organismo encargado de gestionar este ambicioso proyecto, que ha de tener “sentido común y respeto ambiental y social”.
El tren será utilizado tanto por ciudadanos de la región como turistas -con distintos tipos (y tarifas) por servicio- y sobre todo será de enorme utilidad para transportar mercancías desde y hacia la región.
Las obras arrancaron oficialmente el 16 de diciembre en Palenque, y la construcción en este municipio contempla la habilitación de toda una zona de transporte, que además busca revolucionar el escenario urbano de esta ciudad.
Alrededor de la estación se crearán zonas verdes, tiendas comerciales e incluso casas destinadas a poblaciones con pocos recursos, todo ello con el apoyo de fideicomisos y vehículos financieros como las fibras.
“Es una visión multisectorial y multilateral, para buscar que el tren genere un beneficio”, defendió Jiménez Pons, quien destacó que, para tal fin, se incorporó a la comunidad científica mexicana al proyecto.
La construcción se divide en varias etapas y, para mitigar riesgos, contempla el aprovechamiento de las vías ya existentes en una parte del trayecto, junto a la construcción de nuevas vías, que supone la parte más problemática del proyecto.
Aunque la Administración se ha comprometido a cumplir con los estudios de impacto ambiental y realizar consultas en las comunidades indígenas, ha recibido críticas por parte de defensores del medioambiente y de comunidades indígenas.
“Debemos lograr un diálogo honesto. (Las comunidades) se verán afectadas, sí, pero positivamente”, remarcó el funcionario, que se mostró confiado en la rentabilidad del proyecto y la recuperación, a largo plazo, de la inversión.
De esta manera, se espera que para 2022 entre en operaciones el icónico Tren Maya, poniendo fin a más una década de intentos por parte de otros gobiernos de detonar el crecimiento en el sur de México, un pozo de recursos naturales y fuente de divisas, pero también de desigualdad y pobreza.
Con información de Excélsior.