Las condritas carbonáceas, una clase de meteoritos, jugaron un papel importante en el enriquecimiento de agua en la Tierra primitiva.
Un nuevo estudio descubrió que este tipo de objetos incorporaron minerales hidratados junto con una materia orgánica del disco protoplanetario previo a la formación de los planetas.
Según los investigadores, este tipo de meteoritos habrían facilitado el transporte de elementos volátiles que se acumularon en las regiones externas del llamado disco protoplanetario a partir del cual se formaron los planetas hace más de cuatro mil 500 millones de años.
La Tierra se formó en un ambiente cercano al Sol mucho más reducido, en relativa ausencia de oxígeno. En el trabajo, que se publicó en Space Science Reviews, participaron investigadores del Instituto de Ciencias del Espacio (ICE-CSIC), del Institut d’Estudis Espacials de Catalunya (IEEC-UAB) y de la Universidad de Glasgow, en Escocia.
Las condritas carbonáceas son un tipo de meteoritos que proceden de cuerpos que, dado su tamaño generalmente inferior a un centenar de kilómetros, nunca se fundieron ni sufrieron internamente diferenciación química como los planetas.
Por ello, su estudio proporciona pistas sobre las etapas iniciales de agregación de los primeros cuerpos que formaron los planetas. Los meteoritos analizados en este trabajo pertenecen a la colección Antártica de la NASA, de la que el Instituto de Ciencias del Espacio del CSIC es el único centro español repositorio, y a las caídas meteoríticas ocurridas en Murchison (Australia) en 1969 y en Renazzo (Italia) en 1824.
Se estudiaron ejemplares representativos de dos de los grupos más hidratados de condritas carbonáceas: CM y CR.
“Las condritas constituyen un legado fósil de la creación de los planetesimales, que aportan información sobre los procesos de agregación de los primeros bloques formativos de los planetas, pero también de todo lo que aconteció en su interior poco después de su formación”, explica el investigador del ICE-CSIC Josep Maria Trigo, que dirigió el estudio.
“Queremos ir un paso más allá para identificar procesos de incorporación del agua acaecidos en el mismo disco protoplanetario”, añade.
Billones de toneladas de condritas alcanzaron la tierra
Según Trigo, existe un gran debate sobre el origen del agua en la Tierra y su estudio corrobora que las condritas carbonáceas fueron capaces de transportar agua de manera muy eficiente en sus matrices.
El investigador explica que esa agua parece proceder de dos tipos de objetos formados a diferentes distancias del Sol: los asteroides hidratados y los cometas.
Así, a fin de conocer el origen del agua de la Tierra, se debe estudiar no sólo los cometas sino también las condritas carbonáceas que proceden de una población de asteroides llamados transicionales.
Tal y como indica, esos cuerpos fueron muchísimo más numerosos hace 4.000 cuatro mil millones de años, pero sufrieron una desestabilización gravitatoria durante la migración de Júpiter y Saturno hasta su localización actual. Aquellos que no acabaron siendo engullidos por Júpiter y Saturno fueron impulsados hacia los planetas terrestres y hacia otras regiones del Sistema Solar, transportando agua y materia orgánica acumulados en sus interiores, comenta.
El estudio también apunta a implicaciones directas sobre el origen del agua en la Tierra. “Nuestros cálculos apuntan a que, coincidiendo con el llamado ‘gran bombardeo’ producido por la desestabilización gravitatoria del cinturón principal de asteroides, billones de toneladas de condritas carbonáceas alcanzaron la Tierra hace unos tres mil 800 millones de años. Y lo hicieron transportando en sus finas matrices agua y otros elementos volátiles en forma de minerales hidratados”, señala Trigo.
Actualmente están en marcha dos misiones de retorno de muestras desde asteroides primitivos: OSIRIS-REx, de la NASA, y Hayabusa 2, de la agencia espacial japonesa JAXA. Los resultados de los análisis de las condritas carbonáceas a micro y nanoescala que publica este nuevo estudio revelan la importancia de esas misiones de retorno de muestras que pueden traer a la Tierra rocas no tan sesgadas por las colisiones como los meteoritos que llegan a la superficie terrestre.
Con información de Milenio.