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OpiniónPORTADA

¿Guardia o Guardería Nacional?

Eduardo Izar Robles

Platicando con un amigo, Jesús Herrera Montaña, experto en temas de seguridad pública, hicimos comentarios respecto a la intención que tiene López Obrador para modificar la Constitución, creando una guardia nacional y legitimar al ejército para que pueda salir a las calles, prevenir la comisión de los delitos y salvaguardar la seguridad nacional.

Partimos desde la idea de que es el Estado el que monopoliza la violencia a través de la fuerza pública, tal como lo dice Norberto Bobbio.

Empezamos por analizar las fuerzas públicas de las que se han servido los gobernantes en todos los tiempos.

Hablamos, en origen, de los “Cuicos”, tal cual se les decía a los policías y ellos se irritaban porque pensaban que era peyorativo que los llamaran así, todo por no saber latín e ignorar que “Cuico” viene de la palabra “quis custodiet”, que es una locución latina que significa “¿quién vigilará?”. Y ellos, en lugar de estar orgullosos por el origen de la palabra, arrestan a quienes se atreven llamarlos “Cuicos”.

Los policías han sido denominados de muchas formas: guardias pretorianos, hordas bárbaras, vigilantes, serenos, guardias suizos, estado mayor, de la secreta, gendarmes, rurales, de la montada, guardias blancas, guaruras, etc, etc. Mencionaría muchas formas de nombrarlos pero con estos basta.

Comentamos los sistemas que utilizan las diferentes policías el mundo para investigar e hicimos una lista de los métodos que usan y dijimos que:

Los franceses. Ellos parten del principio de “Cherchez La Femme” (busca la mujer), ella puede ser la causa de la comisión del delito.

La inglesa. Ellos recomiendan buscar el dinero y aplicar el método deductivo de Sherlock Holmes.

La estadounidense. Para ellos, pragmáticos como son, buscan quien se beneficie con la comisión del delito.

La mexicana. Parte del principio de buscar quien se confiese culpable, lo sea o no.

La china. De ella se dice que es misteriosa y pendeja.

Analizamos cuál fue el comportamiento de los diferentes gobiernos en el combate a la delincuencia y vimos que don Porfirio Díaz creó los guardias rurales y estableció como sistema para pacificar al país trasladar grupos inconformes de un lugar a otro, como los Yaquis de Sonora que los llevó a Yucatán; pero dichas guardias se coludían con los delincuentes, tal como lo narra Manuel Payno en la novela “Los bandidos de Río Frío”.

Después vimos que el Estado se asociaba con los delincuentes y les permitía la práctica de sus actividades, creando zonas de tolerancia y obligando a los grupos a respetar las plazas asignadas a cambio de que solo trasladaran la droga hacia el norte y no la distribuyeran aquí.

Recuérdese que el general Durazo echó al drenaje profundo de la Ciudad de México a unos colombianos que no pidieron permiso para delinquir, irrespetando y que José Antonio Zorrilla, jefe de la policía federal pactó con Caro Quintero, tanto que le dio credencial de policía y hasta que secuestró y mató a Enrique Camarena Salazar, entonces procedieron en su contra. También recuérdese que hubo generales como Gutiérrez Rebollo, preso por vincularse con los delincuentes.

Cuando no pudieron controlar el crimen organizado, entonces quisieron combatirlo y fue así que Fox, Calderón y Peña Nieto utilizaron el ejército para ello y durante 18 años fracasaron estrepitosamente, llegando al extremo de declararle la guerra al crimen organizado, como si fuese otra nación y vestirse de soldado para identificarse con el ejército, sin embargo todo fue inútil y lo único que pasó fue que se exacerbó el crimen y se multiplicaron las muertes, llegando la cifra de muertos y desaparecidos a más de trescientos mil, más muertos que en una guerra entre dos naciones.

Esto ha llevado al gobierno a pensar en cambiar la estrategia; pues si ya los militares ocuparon las calles e hicieron funciones de policía, aun cuando se los prohibía la Constitución, que en su artículo 129 dice que, en tiempo de paz, ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar.

Los soldados no están entrenados para ser policías, no son como Sherlock Holmes de la Scotland Yard inglesa, ni como Hércules Poirot o Fouché de la policía francesa ni Eliot Ness de la policía gringa, tampoco como Gutiérrez de la Dirección de Seguridad Pública mexicana, ni como el licenciado Tomás López Flores de la Judicial potosina en tiempos de Gonzalo Santos, aquel que llevaba a los detenidos al campo santo, los obligaba a cavar una tumba y amenazaba con enterrarlos en ella si no confesaban, o como el mítico comandante Miguel Naya de la policía potosina o mi compadre Cano Alvarado, quien fuera comandante en Ciudad Fernández en tiempos de Pedro Piña. Los militares no están entrenados para investigar, están hechos para matar, son soldados, no policías, no tienen paciencia, se parecen a Porfirio Díaz: “mátalos en caliente”, o a Pancho Villa: “fusílenlos y después viriguan.”.

Ellos, los militares no responden por sus delitos ante la autoridad del fuero común, a ellos los juzgan sus pares, un tribunal militar.

Hemos visto cómo han matado jóvenes en campos universitarios y los hacen aparecer como narcos en un enfrentamiento y después nos enteramos que eran estudiantes del Tecnológico de Monterrey y que no había ni droga ni balaceras de por medio.

También hemos visto como masacran a narcos y dicen que fue respondiendo una agresión y después se demuestra que los ejecutaron, o cómo protegen a grupos delincuenciales y permiten que maten 43 estudiantes porque estaban afectando sus intereses.

Ellos, los militares no concilian, reprimen, como en el 2 de octubre, son de pocas palabras, no saben negociar, están para poner la paz a cualquier precio.

Tampoco responden por las violaciones a los derechos humanos, ellos piensan como el ex gobernador Montiel, que los derechos son para los humanos, no para las ratas o los delincuentes.

Se acaba de discutir la reforma a la Constitución, se aprobó en el Senado, que se creara la guardia nacional, después de mucho discutir, aceptaron los morenistas que el dirigente sea un civil, no un militar, que dure la presidencia militar cinco años como máximo y se busca que la policía sea estrictamente civil.

De no ser así, los militares ya se habían apoderado de la construcción de la barda del aeropuerto del lago de Texcoco, les cedieron la construcción del aeropuerto mixto de uso civil y militar en Santa Lucía. Los pusieron a custodiar los ductos y la transportación de la gasolina de PEMEX, y ahora resulta que es muy probable que si quitan las guarderías les vayan a encargar a ellos la custodia de los niños que acuden a las instancias infantiles, ya me imagino que van a arrestar a todo aquel niño que llore o se niegue a tomar su biberón.

Al paso que van es muy probable que dentro de cinco años el candidato a la presidencia sea un militar.

De otorgarles a los militares mayores concesiones tanto en la administración pública como en la persecución de los delitos, se habrá de fortalecer la imagen del ejército mexicano y hay encuestas en las que aparece con alto grado de aceptación; más sin embargo, poco a poco han ido perdiendo el aprecio de una gran parte de la población, llegó incluso el momento  en que la gente confiaba más en la marina que en el ejército de tierra y esto aun en regiones en las que se padecía sequía y la gente no sabía ni nadar.

Pero lo cierto es que el Estado con todo y el apoyo de las instituciones armadas ha fracasado en su intento de controlar la delincuencia y es que las actividades de la delincuencia son muchas y diversas y para conocerlas, investigarlas, se requiere astucia, conocimientos científicos, mayor libertad para investigar, mucha información, una estrecha colaboración con las autoridades tanto del ministerio público como del poder judicial; pues las reglas del debido proceso y el respeto a los derechos humanos y a las garantías individuales hacen que se dificulte la integración de la investigación  y se opte por poner en libertad a quien el ejército, sin conocimientos jurídicos detiene  y no puede soportar legalmente, dicha atención.

La sola reforma de la Constitución no traerá como consecuencia mayor eficacia en la lucha contra la delincuencia. Se requiere mucha preparación, investigación, el uso de los adelantos de la ciencia y las comunicaciones y sobre todo mucha honestidad y ganas de servir y no corromperse.

De otra manera solo estaremos cambiando de uniforme y de sistema organizativo.

Era frecuente que en el pasado cuando alguien preguntaba: “¿quién anda ahí?”, primero disparaba y después preguntaba, ahora y conforme a las leyes primero tiene la policía que esperar a que les disparen, después preguntar quién anda ahí y al final disparar y aun así si no demuestra que ocurrieron esas circunstancias corre el riesgo de que lo hagan caer en responsabilidad.

No es fácil ser policía, con permiso de la Constitución o no, sería preferible pertenecer al sistema de guarderías nacionales, dar biberones, cambiar pañales y arrullar niños, que balacearse con delincuentes.

Federatas. El nombramiento que le dieron a Mendieta en el DIF (Desarrollo Integral de la Familia) nada tiene que ver con su persona, es totalmente contrario a su forma de ser. En primer lugar él es político y en el DIF no caben los políticos, en segundo lugar el DIF protege la familia y Mendieta familiarmente es disfuncional. En el DIF no caben los corruptos. En el DIF no caben los inmorales ni los que tengan un modo deshonesto de vivir y Mendieta es dueño de antros y pervierte a las familias.

Dicesequesedice: Que lo que más irritó a Zarazúa cuando el municipio, apoyado por el ejército levantó los puestos, fue que a un pobre viejecito que tenía una mesita con ocho montoncitos de cacahuates y semillas, de a cinco pesos montoncito, lo hayan desplazado impidiéndole ganar el dinero, primero para pagar el piso y después para comer.

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