Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), adscritos a la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC), llevan a cabo el Proyecto de Conservación y Restauración en Comunidades Rurales de México, que además de realizar trabajo técnico, busca investigar los usos y costumbres relacionados con la veneración de las piezas a intervenir para poder restaurarlas respetando su función socio-religiosa dentro de las comunidades.
Entender cómo funciona la organización social y de culto en las comunidades marginadas del país alrededor de los inmuebles que resguardan este legado patrimonial, para poder así preservarlos en función de ese conocimiento, es el principal interés del proyecto que se realiza en los bienes muebles e inmuebles por destino de la Capilla del Triunfo de la Santa Cruz y la Virgen del Carmen, en la apartada comunidad de Tanetze de Zaragoza, Oaxaca.
Localizado al noroeste de la capital del estado, en la región de la Sierra Norte o Sierra Juárez, en el distrito de Villa Alta, la capilla fue construida posiblemente a finales del siglo XVII y principios del XVIII, en algún momento fue el templo principal, para luego convertirse en el oratorio del panteón municipal, el cual fue trasladado a la salida del pueblo.
Renata Schneider, restauradora de la CNCPC del INAH y coordinadora del proyecto, explicó que ese recinto, que sufrió daños considerables por los sismos de septiembre del 2017, cuenta con diversos bienes muebles e inmuebles por destino de interés para la comunidad, así como para la historia y cultura material del país, algunos de los cuales, debido al paso del tiempo, la falta de mantenimiento y los movimientos telúricos, resultaron afectados.
Se trata de una escultura de tamaño casi natural de un Cristo de la Santa Cruz, pieza tallada en madera, del siglo XVIII; un pequeño Niño Dios, una figura de la Virgen del Carmen, otra de san Jerónimo y un textil hecho con hilo entorchado de oro, que forma parte del ajuar de la cruz, tercia que data de finales del XIX.
Asimismo, un retablo de mediados de la misma centuria, un plafón artesonado hecho con pino endémico de la región, de ese mismo periodo, que cuenta con decoraciones florales enmarcadas en pequeños cuadros, y la pintura mural con motivos de tapicerías y que es uno de los pocos ejemplos en el país cuya decoración se basa en el uso de pigmentos de arsénico, de gran toxicidad y que nunca fueron producidos en México. Destacando el verde esmeralda, pigmento sintetizado en Europa y que cayó en desuso a finales de la época decimonónica en todo el mundo.
En lo que se refiere a las esculturas, en el caso del Cristo, debido a que no se pueden utilizar solvente, se le retiró manualmente una cubierta para poder apreciar la policromía original. La Virgen del Carmen, que tenía un repinte y problemas estructurales, ya fue restaurada, sólo falta la restitución cromática, al igual que con la pequeña figura del Niño Dios; a la talla de san Jerónimo se dio mantenimiento y limpieza general; las piezas están resguardadas en el templo principal a espera de la conclusión de las restauraciones.
Asimismo, restauradores de la CNCPC del INAH trajeron al taller de textiles de esa coordinación, una pieza hecha en seda y otras fibras con hilo entorchado de oro y aleaciones de cobre-plata sobre dorados, que tiene 14 símbolos de La Pasión y que es parte del ajuar del Cristo. La pieza mide casi 6 metros de largo por 5.80 centímetros de largo, presenta desagarres debido al tipo de desgaste diferencial de las propias fibras y, probablemente, sufrió algunos ataques de insectos, además de manchas, polvo y corrosión.
Al buscar el contrato de obra de la capilla, los integrantes del proyecto encontraron diversos documentos que datan del siglo XVI en adelante, que se hallaban muy deteriorados en un anexo del inmueble, entre ellos hay legajos de varios tipos, fundamentalmente libros de casamientos, bautizos y defunciones, que abarcan hasta 1890, aproximadamente.
De esta forma, especialistas del área de restauración de documentos gráficos de la CNCPC atienden, en la coordinación, cinco libros con documentos como las Cordilleras, una suerte de memorias de los párrocos donde narran hechos cotidianos y administrativos de la comunidad, así como instrucciones que los obispos dictaban a través del tiempo y sucesos fuera de la doctrina religiosa; también se hallaron actas territoriales de Tanetze.
Por el momento, se han estabilizado las piezas en espera de ser restauradas, al igual que los demás bienes muebles e inmuebles por destino. Las responsables de la recuperación del textil son las restauradoras Susana Miranda Ha, Carla Coello y Erika Obregón, del taller de textiles de la CNCPC, mientras que las especialistas Marie Vander Meeren y Tania Estrada Valadez, harán lo propio con los documentos.
En lo referente a los bienes inmuebles por destino, Renata Schneider detalló que el retablo neoclásico, que en el nicho izquierdo tiene a san Jerónimo, al centro al Cristo y en el de la derecha a la Virgen del Carmen, provenía de la iglesia principal del poblado, dedicada a san Juan Bautista y fue reutilizado para ser colocado en la remodelación de la capilla entre 1890 y 1901.
Se pudo apreciar que el altar fue mal cortado y que se estaba hundiendo, además de ser atacado por insectos, pese a estar hecho de maderas fuertes y de la región; por el momento sólo se le realizó una fumigación extensiva y fijado de policromía, se está a la espera de su intervención; en el fanal cuenta con una pintura retocada de una vista de Jerusalén.
Por lo que respecta a la pintura mural, esta tiene motivos de tapicerías en la zona de la nave, está decorada con pintura verde esmeralda de arsénico, las cuales nunca se fabricaron en México, por la alta toxicidad estaban prohibidas. Además, también cuenta con rejalgar, otro colorante del mismo material, similar al cinabrio pero más suave y menos denso.
“Esto implica que quizás fueron vendidos a precios muy baratos en México, o incluso como donación, ya que en este municipio hubo mucho dinero hasta a mediados del siglo XX, gracias a la producción de café, por lo que importar esas pinturas de Austria, Alemania o Francia, que eran las únicas naciones donde se fabricaban, significaba un gran gasto”, mencionó Renata Schneider.
En el presbiterio se aprecian, en dos pilastras, las imágenes de san Florian y del profeta Elías —relacionados con el bien morir—, este último vinculado con san Juan Bautista, santo al que anteriormente aludía el nombre del pueblo: San Juan Tanetze, hoy de Zaragoza. También se aprecian dos pinturas que representan el abrazo de Judas y El sueño en el huerto de los olivos, en la primera imagen, los personajes que capturan a Cristo están vestidos como soldados franceses.
Por lo que toca a la intervención, la coordinadora del proyecto adelantó que debido a la toxicidad de los pigmentos de la pintura mural, se establecerán medidas especiales para la intervención; una vez estabilizados los materiales, se les aplicará una capa aislante, ya que la pintura causa daño grave en grandes cantidades y ante una prolongada exposición.
Debido al sismo, las tejas del techo de la capilla se movieron, lo que ocasionó que el agua de lluvia se filtrara directamente al plafón artesonado, hecho de madera de pino y el cual cuenta con una interesante decoración floral tallada y pintada con arsénico; su restauración requerirá de un grupo especializado en este material.
“Los bienes muebles e inmuebles por destino importan en su conjunto, no es que una pieza sea más relevante que otra. Por eso es interesante de recuperar la Capilla del bien morir, que tiene tonos pasteles, como el verde, para que siga siendo la última morada del fallecido y sea más acogedora; aún, hoy en día, los familiares dejan reposar el féretro en este espacio antes de sepultar los restos de un ser querido”, expuso.Schneider comentó que será hasta abril o mayo de este año cuando inicien los trabajos de recuperación de los bienes patrimoniales, al momento, sólo se ha hecho un diagnóstico y atención de problemas inmediatos como el del plafón; especialistas del Centro INAH Oaxaca restaurarán el inmueble dañado.
“La idea es saber cómo la identidad puede o no reforzarse a partir de este tipo de acciones de restauración”, afirmó la responsable del proyecto de restauración, plan que ha interesado al antropólogo Diego Prieto Hernández, director general del INAH, quien visitó el lugar en julio de 2018.