WASHINGTON (Proceso).– En esta ciudad funcionarios y exfuncionarios estadunidenses no tienen empacho en considerar la captura y liberación de Ovidio Guzmán López –hijo de Joaquín El Chapo Guzmán– como una claudicación del gobierno de Andrés Manuel López Obrador ante el Cártel de Sinaloa.
“El presidente de México acaba de hacer un pacto con el Diablo, él esencialmente le dice al Cártel de Sinaloa: ‘Ustedes son los que mandan’”, comenta a Proceso Jack Riley, exjefe de operaciones de inteligencia de la DEA, que dedicó gran parte de su carrera a perseguir al capo sinaloense.
Como Riley, dos funcionarios del Departamento de Justicia de Estados Unidos encargados de la cooperación con México en la lucha contra el narcotráfico se cuestionan por qué fue liberado Ovidio Guzmán, uno de los cuatro hijos varones sobrevivientes del capo nacido en Badiraguato.
“No lo podíamos creer cuando recibimos el reporte de nuestros agentes en México. Ovidio Guzmán es uno de los objetivos importantes de los esfuerzos bilaterales para desmantelar lo que queda de la célula del Chapo Guzmán”, comenta en entrevista uno de los funcionarios.
En el operativo de Culiacán, donde se detuvo temporalmente a Guzmán López, no estuvo implicada la Administración Federal Antidrogas (DEA) como señalaron algunos medios mexicanos, aclaran los funcionarios.
“Nos enteramos cuando comenzó la refriega de los sicarios del Cártel de Sinaloa contra las autoridades mexicanas que acudieron a la casa donde se encontraba el delincuente. La cooperación que tenemos con el nuevo gobierno no es igual a la que había en el pasado”, expone el otro funcionario del Departamento de Justicia, quien pidió el anonimato, como su compañero.
Y agrega: “Hay una confusión. La prensa mexicana comenzó a decir que se intentó capturar a Ovidio por exigencia nuestra. Falso. De haber ocurrido eso, hubiéramos pedido la intervención de la Marina mexicana, que está mejor preparada para operativos de alto riesgo”.
(Fragmento del reportaje especial publicado en Proceso 2242, ya en circulación)