Jorge Ramírez Pardo
Este es el testimonio de una creativa, durante días de guardar…; su lema es “Ningún lenguaje es tan universal y humano como la música”:
Yo creo que la música me eligió a mí. Me contaba mi abuelita materna Margarita, que un día le dijo mi mamá que me trajera a San Luis –vivíamos en la ciudad de México- para que me enseñaran a tocar el piano -mi mamá lo trocaba- porque sabía que mi tío, el padre Nicolás Díaz Aguilar, era pianista.
Aquel deseo de mamá estaba entre la fantasía y la realidad. Mi papá era escéptico.
Pero la realidad se impuso. Poco después, mi mamá y mi hermana –un año mayor que yo- murieron en un accidente y, tres años después, llegué con mi abuelita a San Luis; y, casi recién desempacada, me sientan al piano. La música me eligió a mí.
He sido alumna toda la vida. Yo enseño por lo que batallé para aprender. Les digo a mis alumnos que, si puedo ser buena maestra es porque me costó mucho trabajo aprender. Por eso cada que ellos tienen un logro, sé cómo se siente y el esfuerzo que es aprender a leer música.
La pianista en el espejo
Fui alumna de piano de mi tío abuelo Nicolás y 10 años de la maestra Cristina Zárate –con ella también estudio el maestro de José Miramontes, director de la Orquesta sinfónica potosina-. Ante condiciones desfavorables para acudir al Conservatorio Nacional de Música, estudié la carrera de Arquitectura en la UASLP.
Sin embargo, aunque ejercí la carrera universitaria, comenta, me dedico a la enseñanza de la música. Es una actividad muy alentadora; el tratar con niños, el volverme una niña –un poco mayor que ellos para que me hagan caso, ja-; pero, saber jugar y transmitirles el cariño a la música.
Cuenta Sonia que, en un grupo de kínder, había un niño muy inquieto, Rafa, era el antagonista de todas las historias de travesuras.
Un día, puse al grupo una dinámica consistente en hacer pasar a cada niño por debajo de una sábana y acostarse un momento en el suelo, mientras, al ritmo de la música –en esa ocasión el Invierno de Vivaldi-, se movía la sábana para sentir el aire al pulso de la melodía. Cuando tocó el turno a Rafa, ya no quiso salir de bajo la sábana y se puso a llorar. Después de la actividad, platiqué con él aparte y me dijo, “nunca había llorado antes y me gustó llorar”. La verdad, me conmovió mucho esa emoción que el niño pudo experimentar gracias a la música de Vivaldi.
Me llamo Sonia María Aguilar Amado. Soy maestra de música; por las mañanas trabajo en una escuela como pianista en un kínder; también tengo a mi cargo los talleres de coro de primaria y secundaria; por la tarde doy clase en casa, de piano y canto; en ocasiones acompaño al piano a cantantes o músicos, y participo en el coro Oralia Domínguez.
La encuesta
Sonia responde a la encuesta de Potosí Noticias.
¿Qué afectaciones te ocasiona la contingencia?
Imposibilita todas las actividades; la escuela cerró sus puertas desde el 16 de marzo; a mis clases particulares llegan solo 5 personas repartidas en la semana; a estos alumnos que vienen, les interesa aprender y hacer uso del tiempo en casa.
¿Qué alternativas surgen de este acontecimiento?
Estoy haciendo un tutorial para dejar algunos ejercicios de calentamiento y vocalización y unas grabaciones de la línea musical para que puedan cantar.
Pero, no puedo hacer eso con mis alumnos de piano, porque la clase es personalizada, y cada uno lleva un proceso distinto; independientemente de eso, la economía de cada familia se ve afectada, y el arte no es un material de primera necesidad.
¿Has podido desarrollar alguna actividad en línea?
La tecnología, deberá ser la herramienta a la que nos adaptaremos. La música, como las demás artes, es un lenguaje humano, y eso es relevante en este momento; puedo hacer una clase en línea, pero es complicado, y no genera el mismo beneficio.
Se pueda sustituir una clase presencial, pero no es lo mismo. El contacto de persona a persona, todo ese lenguaje que no se ve, no se escucha, pero sin embargo se entiende, porque se siente; eso se da solo cometiendo errores, y el maestro está para enseñar cuáles fueron los errores, cómo reconocerlos y qué técnica hay para salir de ellos.
¿Esta crisis general algunas posibilidades de cambio e interacción con los gremios creativos, públicos, instituciones?
La institución que tengo que apoyar es la escuela, y me está dando herramientas que, la verdad, no hubiera pensado usar. Yo creo que ante todo la humanidad debe tener el control de este cambio, y si hay que adaptarse, pues así se hará.
Es mi opinión, se debe llevar a los artistas a las escuelas, y no al contrario, no como una clase para rellenar ciertos requisitos, ya no una flauta solamente, para mal tocar 8 notas del Himno a la alegría (que realmente eso fue una negociación entre Yamaha y el gobierno, si no me equivoco, de Echeverría), sino una enseñanza de calidad a cada ser humano, que requiera ser escuchado, y pueda expresarse con calidad.
Despedida
Sonia es talentosa y carismática. Siempre sonríe y está de buen humor; al respecto comenta: Jaja, creo que es la inmadurez, jajaja, que he tenido desde que nací; a lo mejor algún día que madure y logre ser adulta… podré ser todo lo seria que debería; pero, mientras llego a eso…, pues, hay que disfrutar la vida, está muy divertida…, y esa historia que estamos viviendo ahorita, la del coronavirus, ¡híjole…!, es la mejor película en la que, de verdad, tenemos que sacar todas las herramientas, todos los dones que tenemos. Porque los tenemos. Entonces, vamos a hacer una gran historia de la humanidad. De eso estoy completamente segura.
Creo en los sueños. He aprendido que la vibración armónica puede transformar cualquier elemento que entre en ese momento en movimiento.
Sabes, a veces creo que aparte de todo nos quieren mantener distraídos, metidos en esa pantalla; el aprendizaje está en poner a trabajar la imaginación para subsistir y salir adelante sin ningún daño.
No sé si te sirvan mis respuestas, pero por lo menos me desahogué.
1 comentario
Hola Sonia. Que bonita tu historia. Soy mamá de ese niño Rafa! Ahora con 16 años y un gusto enorme por la música. Toca la guitarra y pertenece a un grupo de rock en su colegio. Sigue siendo muy inquieto pero aun pone a Vivaldi y se calma y le da nostalgia. Que gusto leerte! Saludos.