México espera que el plan de estímulo del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, beneficie de forma indirecta a la débil economía mexicana e impulse el T-MEC, aunque también se pronostican choques con la nueva Administración estadounidense por la política energética, medioambiental y laboral.
El mismo presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, celebró la intención de Biden de inyectar 1.9 billones de dólares al mercado interno, puesto que, a su juicio, “eso va a ayudar mucho en la reactivación de la economía interna” de México.
“Son 38 millones de mexicanos que viven, trabajan en Estados Unidos y, al haber esta derrama económica (…) eso va a ayudar bastante a la economía”, opinó el jueves en conferencia de prensa, puesto que las remesas que envían los migrantes representan la segunda fuente de divisas de México, después de las exportaciones automotrices.
Un beneficio indirecto
Aunque el equipo de Biden no diseñó su plan económico con la “intención” expresa de apoyar a la economía mexicana, sus medidas pueden tener un efecto “colateral” positivo para México, según el economista José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico.
“Al final del día, la inyección de recursos tiene como objetivo la recuperación del mercado laboral y en función de ello se envían las remesas hacia México”, comentó a Efe, De la Cruz, quien añadió que la recuperación del consumo de los estadounidenses también “impulsará las exportaciones de manufacturas mexicanas”.
No hay duda de que México necesita un impulso, puesto que la pandemia de COVID-19 no solo se ha llevado la vida de más de 146 mil mexicanos, sino también ha provocado una contracción del 9.6 por ciento del PIB en los primeros nueve meses de 2020 y la pérdida de 648 mil empleos formales este año.
El aumento histórico de las remesas, que en 2020 fue de 11.3 por ciento frente al 2019, ha ayudado a sortear la pandemia a millones de familias mexicanas, pero por muy interrelacionadas que estén las economías de ambos países, México también tiene que hacer sus propios deberes.
“Son necesarias nuevas políticas en México porque el sector externo no es suficiente fuerte para reactivar la economía”, sostuvo el especialista, que es favorable a que el Gobierno de México también tome medidas de estímulo incrementando la inversión pública, a lo que se opone López Obrador para no aumentar la deuda del país.
A diferencia de la inestabilidad que caracterizó la relación con el Gobierno de Donald Trump, la Administración Biden ya nace con el renovado acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá, el T-MEC, vigente y visto como una sólida oportunidad para fortalecer las relaciones comerciales.
En ese sentido, la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) celebró en un comunicado la investidura de Biden y la consideró una “oportunidad” para impulsar el tratado, robustecer el diálogo económico entre los dos países y fortalecer la diplomacia.
Pero analistas pronostican que el cumplimiento del T-MEC será precisamente un motivo de fricción a raíz de las diferencias entre López Obrador y Biden en materia medioambiental y energética.
Choques a raíz del T-MEC
Con el reingreso de Estados Unidos al Acuerdo Climático de París, Biden escenificó su apuesta por el combate a la crisis climática, pero “las energías limpias y renovables no están en el horizonte del presidente López Obrador”, señaló José Ignacio Martínez, economista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Además, López Obrador, quien sacó el capítulo energético de las negociaciones del T-MEC, dejó claro el jueves su inamovible compromiso en la “defensa” de las compañías públicas Petróleos Mexicanos (Pemex) y Comisión Federal de Electricidad (CFE), que han sido privilegiadas frente al mercado privado, lo que ha molestado a los inversionistas extranjeros.
“El presidente López Obrador está beneficiando a las empresas paraestatales y deja fuera a las empresas estadounidenses. Esto derivará en un choque en los primeros días de febrero”, auguró Martínez, quien dirige el Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios de la UNAM.
Y ahora que el Partido Demócrata ocupa la Casa Blanca vigilará que se cumpla la condición que impuso para votar a favor del T-MEC: que México aplique una reforma laboral que democratice los sindicatos, depure los contratos colectivos y aumente los salarios a fin de evitar competencia desleal con Estados Unidos.
La actual vicepresidenta Kamala Harris, que como senadora del Partido Demócrata fue crítica con el acuerdo, “por supuesto que va a presionar a México”, opinó Martínez.
Fuente: EFE.