Javier Padrón
La ausencia de la doctora Mónica Rangel en su registro de candidata de Morena a la gubernatura, sin duda obedeció a la protesta anunciada del enardecido morenaje en el CEEPAC y tenía el propósito de impedirlo, con semejante “foco rojo” encendido se acordó enviar a un funcionario partidista menor para cumplir la formalidad.
De haberse presentado la candidata, el escenario habría sido convulso y una ruidosa noticia nacional, otro conflicto interno de Morena a plantearse en la mañanera del Presidente AMLO, otra candidatura a un gobierno estatal discutida por la comentocracia como prueba irrefutable de las incongruencias de la 4T. En la medida que se expone a la doctora Rangel en el asador mediático, se ventilan las denuncias en su contra por presunta corrupción en la Secretaría de Salud y se desnuda a su jefe y protector Juan Manuel Carreras.
Por eso la versión oficial de que la doctora Rangel no acudió con la presidenta del CEEPAC, Laura Fonseca, para evitar aglomeraciones y los riesgos de contagio del coronavirus, y ella, como doctora salubrista que estuvo a cargo de la pandemia, puso el ejemplo. Nadie se la creyó.
Apareció en el restaurante Cielo Tinto con la constancia de su registro en las manos que no dejó de mostrar con orgullo, se había corrido la voz de que daba una conferencia de prensa a la que supuestamente no se convocó y, sin red protectora, fue apabullada con preguntas tenaces sobre su ausencia en el CEEPAC, donde un grupo de morenistas inconformes la esperó en vano con una larga manta (“NO A LA IMPOSICIÓN”).
Le restregaron el rechazo de la militancia, su ilegitimidad y las denuncias en su contra como exsecretaria de Salud, ella se defendió con la presunción de inocencia y además dijo cumplir al pie de la letra con la austeridad republicana dictada por el Presidente AMLO. Justo en ese momento, Ciudadanos Observando difundía en las redes sociales la factura de 479 mil pesos por la compra de 58 celulares para funcionarios de primer y segundo nivel de la Secretaría de Salud en enero del 2020, cuando la pandemia comenzaba a amenazar al mundo, fueron previsores, ahora son operadores electorales.
Para celulares de alta gama y comilonas en el Marengo, sí hay dinero, no para las carencias de insumos básicos en el Hospital Central, no para las medicinas de pacientes de cáncer ni para los sueldos del personal de salud, y se culpa al gobierno de la 4T de no enviar los recursos.
A la salida de la doctora Rangel con su séquito del Cielo Tinto, la esperaba una furiosa Teresa Carrizales que pasaba por ahí muy casual rumbo a un banco cercano y le dio con todo frente a la multitud de colegas de la prensa: “Tienes las manos manchadas de sangre”, “eres una delincuente como tu marido, el expolicía”; la doctora apenas balbuceó unas palabras y su equipo tardó en meterla a su vehículo, fueron largos los segundos, una escena patética, preámbulo de una campaña ibídem. El video ya circula con profusión en las redes sociales, y si Mónica no ha cesado a quien sea su coordinador de campaña por el trance, será otro grave error.
SERRANO, POR FIN, DA UNA
Los enviados nacionales de Morena le dieron tormento chino al dirigente Sergio Serrano hasta la madrugada para que firmara la solicitud de registro de la doctora Rangel. Se negó de manera rotunda, no le importó el amago de que se le iniciaría un procedimiento interno por desacato, ha sobrevivido a todas las coyunturas críticas a pesar de su estilo adormilado.
El que firmó el documento fue el secretario de organización, Moisés Aaron Cedillo Rodríguez (ya referido como un promotor en Morena de los intereses del gobernador Carreras y del candidato reeleccionista a la alcaldía, Xavier Nava); su firma parece que no vale y el registro de la doctora Rangel es impugnable.
TRES NAVISTAS POR LA ALCALDÍA
El que puede ser blanco de una campaña de ataques desde la UAM, es Enrique Rivera Sierra, también registrado en Morena como aspirante a la alcaldía y defensor de la Sierra de San Miguelito y miembro del FAO. Es tan navista como Xavier Nava, al que impugnó, y Leonel Serrato, candidato del PVEM. El registro de Rivera, cuyos padres fueron muy cercanos al doctor Salvador Nava desde las batallas contra Santos, es visto por el navismo cupular como un agravio, ¿quién es él?, sí trabaja en el gobierno. Nadie frente a los 153 mil votos que obtuvo Xavier en el 2018 para vencer a Gallardo padre, la jactancia como estrategia.
El enojo de los navistas machuchones con Rivera y los demás activistas que combaten el proyecto ecocida de Las Cañadas de Carlos López y otros empresarios cada vez más impacientes, se desató por la negativa a recibir una carta de Xavier en la que se compromete a preservar, con la mano en el corazón, la Sierra de San Miguelito; entre los gestores de la carta, se menciona al notario “Guacho” Benavente, otrora adversario de la mafia inmobiliaria, falta que reaparezca ese otro gran demócrata que es Guillermo Pizzuto para completar la noble causa navista.
En este 2021, el navismo se mueve en ese escenario que le ha redituado desde hace más de medio siglo, construye un enemigo público y por orden providencial se asume en una batalla épica contra el temido gallardismo, la negación de sus valores, en el fondo los comparten, la única diferencia está en la clase social. Como dan por derrotada a la doctora Rangel, ven con estupor a “El Pollo” Gallardo en Palacio de Gobierno amasando el pastel y nada para ellos; será difícil pararlo como hace seis años que lo enviaron a prisión, por su estructura electoral es aliado del gobierno federal, Santiago Nieto ni Gertz Manero serán un Tomás Zerón.
Nava quiere regresar a la alcaldía para cumplirles a los fraccionadores, pero parece que hace campaña a la gubernatura en lugar de Mónica y para zar anticorrupción al mismo tiempo, sin mirar sus negocios privados con el erario, precisamente con esos grupos de poder que lo impulsan a cambio de contratos, moches, cambio de uso de suelo y cobertura gacetillera desde sus medios de comunicación.
De esta polarización entre el navismo y gallardismo que podría asustar al electorado, se puede beneficiar Octavio Pedroza, el candidato de la coalición Sí por San Luis Potosí, objeto de ataques y desdeñado por Nava. Las afrentas se cobran.