Javier Padrón
La industria de la construcción es una de las más afectadas por la pandemia y las restricciones del presupuesto federal, y por la celebración de la Santa Cruz (protectora de los albañiles), los candidatos de todos los colores no se miden con sus promesas de obras de movilidad y otras.
Dos vías alternas a la Zona Industrial, segundos pisos en el bulevar del Río Santiago y el Anillo Periférico, ampliación de las carreteras de la Huasteca; también prometen retomar la fallida presa La Maroma en Villa de Guadalupe, cuando antes se debe sancionar a los funcionarios carreristas y constructores por la serie de inconsistencias y modificaciones que detectó la Conagua y la canceló; además, los ejidatarios rechazaron desde el principio el proyecto.
Si en dos sexenios priistas no se pudo concretar el llamado metrobús en la capital, a pesar de que se han gastado más de 300 millones de pesos, lo último que se dijo fue que estaría en funcionamiento a principios del 2020, se ve imposible que en el futuro cercano se retiren las vías del ferrocarril que cruzan la ciudad y dar paso un proyecto de movilidad.
NI CON MELÓN NI CON SANDÍA
El exsenador Primo Dothé Mata creyó necesario este lunes reafirmar sus argumentos de ruptura con Morena en una conferencia de prensa, pero no dijo nada nuevo, insistió en que la mafia del poder se apoderó de las principales candidaturas y que regresará a sus orígenes de activista en la Huasteca.
Negó estar subordinado al exgobernador Horacio Sánchez (“él no me dice qué hacer”) y no se va a otro partido, dijo que no se tardó en romper con la 4T porque su visión es de largo plazo y no se constriñe a esta coyuntura electoral, y vaticinó que cuando pierdan los candidatos impuestos, serán los primeros en abandonar el barco.
Lo esencial lo evadió: ni una palabra en contra del senador Ricardo Monreal, el verdadero responsable de que Morena en San Luis Potosí postule a candidatos neoliberales y al “Mijis” como candidato indígena. Lo más fácil es culpar a Mario Delgado que solo fue el ejecutor.
NAVA ENTRE MASONES
Siempre se ha dicho que en política hay que tragar sapos y más cuando se trata de jalar votos.
Es el caso del reeleccionista Xavier Nava, nacido en cuna de seda, que ha tenido que asistir a actos de apoyo en salones en obra negra de organizaciones de izquierda y grupos liberales, entre fotos del Che Guevara y arengas contra la burguesía rapaz.
A diferencia de otros eventos, a Nava se le ve muy serio, frío, ausente, no está a gusto pero se aguanta, apenas conoce a sus anfitriones y no se quita el cubreboca hasta que hace uso de la palabra, el público en su mayoría está compuesto por mujeres con sus bebés en brazos, y algunos militantes de Morena. El audio es deficiente y casi no se entiende lo que dicen los oradores, de rigor evocan al doctor Salvador Nava y se esfuerzan por adular al nieto con mentiras, que ha sido uno de los mejores alcaldes que ha tenido la ciudad, el oprimido enjabonando al opresor.
En una de esas reuniones se han visto muy entusiasmados con la candidatura de Nava, al exsecretario de Seguridad Pública, Joel Melgar y a José Luis Sandoval, líder histórico de la izquierda estudiantil de los 70, y a otros despistados que no parecen haber aprendido nada de la lucha de clases.
De estas actividades proselitistas con izquierdistas y masones, por pudor Nava no da cuenta en sus redes sociales, nada de “selfies”; y a los primeros alguien les debe abrir los ojos, suponiendo sin conceder que Nava volviera a ganar la alcaldía, no les dará chamba, el gabinete será el mismo que el actual, donde imperan los apellidos Mejía, Benavente, Valle, Palau, Cabrera, Díez Gutiérrez, Ficht, Nagore, Portilla…