Entre todos los tratamientos y medicamentos contra el covid uno de los más esperados es la pastilla o píldora para tratar a este virus.
A principios de 2020, cuando el nuevo coronavirus empezó a extenderse por todo el mundo, Pfizer Inc reunió lo que llamó un “equipo SWAT” de científicos y químicos para identificar un posible tratamiento para combatir al COVID.
El gigante farmacéutico estadunidense, que había empezado a explorar una vacuna, también quería producir una píldora que impidiera el avance de la infección, de forma similar a como el medicamento Tamiflu combate la gripe.
El equipo examinó la biblioteca de moléculas de Pfizer en busca de compuestos no usados que ayudaran a poner en marcha el proceso, y rápidamente identificó un candidato prometedor.
Más de un año después, Pfizer aún no ha iniciado las pruebas en humanos a gran escala de un tratamiento oral para el COVID, algo que, dice, espera comenzar en julio.
¿Quiénes intentan crear la pastilla covid?
Pfizer y sus rivales, entre los que se encuentran la empresa estadounidense Merck & Co Inc y la farmacéutica suiza Roche Holding AG, se apresuran a producir la primera píldora antiviral que la gente pueda tomar ante la aparición de síntomas de la enfermedad.
El objetivo común es llenar un vacío de tratamiento, ayudando a las personas recién infectadas por el coronavirus a evitar una enfermedad grave que necesite hospitalización.
Pero tras casi 18 meses de pandemia, todavía no hay un tratamiento fácil de administrar que haya demostrado ser eficaz contra el COVID, la enfermedad causada por el coronavirus, pese a que se han desarrollado varias vacunas eficaces, como una de Pfizer y su socio alemán BioNTech SE, que en diciembre se convirtió en la primera en obtener autorización para su uso en Estados Unidos.
La experiencia de Pfizer pone de manifiesto los retos que afrontan los fabricantes de medicamentos para desarrollar un tratamiento oral contra el virus.
A diferencia de una vacuna, que sólo necesita activar el sistema inmune del organismo, una píldora antivírica eficaz debe impedir que el virus se propague por el cuerpo y, al mismo tiempo, ser lo suficientemente selectiva para no interferir con las células sanas.
Los ejecutivos de las empresas farmacéuticas afirman que también es difícil probar los antivirales. Un fármaco debe administrarse en una fase temprana de la infección, lo que significa encontrar participantes en las pruebas que hayan contraído recientemente el COVID-19.
Muchas personas infectadas por el virus sólo desarrollan síntomas leves, pero los estudios deben demostrar que un medicamento tiene un impacto significativo en la salud de los pacientes.
El presidente ejecutivo de Pfizer, Albert Bourla, ha dicho que la empresa podría solicitar una autorización de emergencia en Estados Unidos para una píldora contra el COVID-19 a finales de este año.
Ahora mismo tenemos muy buenas razones para creer que podemos tener éxito”, dijo Bourla en un foro económico celebrado en Grecia por videoconferencia la semana pasada.
Pfizer y sus rivales afirman que el proceso de desarrollo ha sido mucho más rápido que los varios años que suele llevar producir un medicamento que pueda tomarse como píldora.
Merck y Roche han iniciado recientemente las últimas pruebas en humanos y también han dicho que sus medicamentos podrían estar listos a finales de este año.
Merck está desarrollando su medicamento en colaboración con la biotecnológica Ridgeback Biotherapeutics LP y Roche está trabajando con Atea Pharmaceuticals Inc.
Los gobiernos de todo el mundo han invertido miles de millones de dólares en el desarrollo de vacunas, pero Pfizer, Merck y Roche afirman que no han recibido financiación oficial para desarrollar antivirales orales contra la enfermedad.
A LA CAZA DEL PRÓXIMO TAMIFLU
Si bien la tasa de nuevas infecciones por COVID está actualmente en retroceso en algunos países, otros siguen luchando contra la rápida propagación del virus. Y como las vacunas escasean en muchos países, gran parte del mundo no se inmunizará durante varios años. Además, muchas personas siguen siendo reacias a vacunarse.
Científicos prevén que el COVID-19 -que ha matado a más de 3,5 millones de personas en todo el mundo- podría convertirse en una enfermedad estacional similar a la gripe.
Necesitamos una píldora que pueda mantener a la gente fuera del hospital”, dijo el doctor Rajesh Gandhi, profesor y especialista en enfermedades infecciosas de la Facultad de Medicina de Harvard.
Los médicos han probado varios fármacos orales existentes para combatir al COVID-19, pero ninguno ha tenido éxito todavía en pruebas clínicas rigurosas.
En la actualidad, los únicos tratamientos que han demostrado ayudar a los pacientes con COVID-19 a evitar la hospitalización son fármacos con anticuerpos que requieren largas infusiones intravenosas y funcionan peor contra variantes del coronavirus.
Pfizer y sus rivales afirman que sus candidatos antivirales orales podrían ser eficaces contra un amplio espectro de variantes del coronavirus, pero no se han hecho públicos los datos.
Para los pacientes ya hospitalizados con COVID-19, el tratamiento suele consistir en esteroides o antiinflamatorios para controlar los síntomas de la infección, pero estos medicamentos no se dirigen al virus en sí.
El único fármaco antiviral aprobado en Estados Unidos para tratar el COVID es el remdesivir de Gilead Sciences Inc, que se administra por vía intravenosa y se usa únicamente en pacientes hospitalizados.
Gilead está probando actualmente una forma inhalada de remdesivir y está explorando otros compuestos que podrían ser agentes orales eficaces.
Todos estamos a la caza del próximo Tamiflu”, dijo el director médico de Gilead, Merdad Parsey.
El Tamiflu se recomienda a las personas que han tenido gripe durante no más de dos días y se ha demostrado que acorta la duración de los síntomas de la enfermedad.
UNA “OBRA MAESTRA DE LA QUÍMICA”
Los científicos y químicos de Pfizer comenzaron a buscar un tratamiento antiviral en enero del año pasado. Rápidamente se fijaron en un compuesto de 2003, cuando la empresa buscaba un tratamiento para la primera pandemia mundial de SARS, dijo Charlotte Allerton, jefa de diseño de medicamentos de la empresa.
El compuesto pertenece a una clase conocida como inhibidores de la proteasa, diseñados para bloquear una enzima clave, o proteasa, esencial para la capacidad del coronavirus de multiplicarse. Fármacos similares se utilizan para tratar otras infecciones víricas como el VIH y la hepatitis C, tanto solos como en combinación con otros antivirales.
Los científicos de Pfizer se toparon con un primer obstáculo. Las pruebas de laboratorio mostraron que el candidato a fármaco era activo contra el nuevo coronavirus, conocido como SARS-CoV-2, pero las concentraciones no eran lo suficientemente fuertes como para combatir el virus en humanos, dijo Allerton.
Pfizer siguió trabajando con el componente activo de ese compuesto para formular un fármaco que pudiera administrarse por vía intravenosa. Pero los antivirales son más útiles si se detecta la enfermedad a tiempo “y eso no es fácil con un medicamento intravenoso”, dijo Allerton.
En marzo de 2020, los científicos de Pfizer también empezaron a diseñar un nuevo compuesto que pueda absorberse a través del estómago y tomarse en forma de píldora, lo que finalizaron en julio, según Allerton.
Descubrir un inhibidor de la proteasa que pueda administrarse por vía oral fue “un poco una obra maestra de la química”, dijo el director científico de Pfizer, Mikael Dolsten.
El desarrollo de los antivirales es más complejo que el de las vacunas porque tienen que dirigirse al virus cuando ya se está replicando dentro de las células humanas, sin dañar las células sanas. Las vacunas para el COVID-19 suelen enseñar al sistema inmune humano a reconocer y atacar una parte de la proteína “pico” que es específica del coronavirus.
Una píldora para el COVID se tomaría probablemente sólo durante unos días, pero los fabricantes de medicamentos han tenido que avanzar lentamente para garantizar la seguridad.
PRUEBAS ENGAÑOSAS
Los candidatos a fármacos de Merck y Roche usan mecanismos diferentes a los de Pfizer, y entre sí, para interrumpir la maquinaria de replicación del virus. Pero las empresas comparten retos similares en las pruebas.
Uno de ellos es garantizar que el paciente reciba el fármaco poco después de la infección por COVID-19. “Hay que tratar lo más pronto posible en el proceso de la enfermedad, cuando el virus se está expandiendo”, dijo Dolsten de Pfizer.
Además, dado que las tasas de vacunación son elevadas en algunas regiones, los ensayos deben realizarse en países donde el COVID-19 sigue aumentando.
En marzo de este año, Pfizer inició en Estados Unidos los primeros ensayos en humanos de su tratamiento oral experimental contra el COVID-19, conocido como PF-07321332. Esto se produjo después de que la empresa inició otra prueba con el fármaco por vía intravenosa el pasado otoño boreal.
Dolsten no quiso comentar cómo se estructurarán los ensayos de última fase pendientes de cualquiera de los dos fármacos.
El candidato a fármaco antiviral de Merck, denominado molnupiravir, sufrió recientemente un revés. La empresa dijo en abril que no seguiría utilizándolo en pacientes hospitalizados.
Sin embargo, Merck dijo que está pasando el fármaco a la fase final de los ensayos con un grupo reducido de pacientes no hospitalizados, concretamente aquellos que han tenido síntomas durante no más de cinco días y con al menos un factor de riesgo de enfermedad grave, como edad avanzada, obesidad o diabetes.
Merck dijo que podría tener datos definitivos en septiembre u octubre.
Roche y su socio Atea también están limitando la participación en su recién iniciada prueba de fase avanzada de su fármaco AT-527 a los pacientes de COVID-19 con síntomas durante menos de cinco días. Atea dijo que los resultados finales del ensayo se esperan antes de finales de este año.
Con información de Excélsior