Federico Anaya Gallardo
En democracia, el género documental de Call the Midwife (2012-2020) tiende inevitablemente a la cursilería. Aún vivimos bajo el imperio cultural de la violencia de los opresores, así que la decencia ó fair-play que los de Abajo suelen imponer luego de su triunfo suena a “inocentada”. En cambio, el género policiaco, la novela negra o los misterios de detectives nos permiten hacer retratos más crudos. Veamos, lectora, qué nos muestra Endeavour (2012-2019).
Endeavour Morse es un policía inglés que trabaja en el área de Oxford. El personaje nació de la pluma de Norman Colin Dexter (1930-2017) y aparece en varias novelas, publicadas entre 1975 y 1989. Si googleas al ciudadano Dexter, lectora, encontrarás al hijo de un pequeño empresario que administraba un garaje y un servicio de taxis en Stamford, Lincolnshire. Esta es una pequeña ciudad del Este de la isla británica –situada en tierras que un día fueron invadidas y colonizadas por los vikingos (aquéllos que ahora son famosos por la saga de Ragnar Lodbrok del History Channel). No hay pérdida de tiempo en el googleo que te planteo: allí vine a enterarme de que, allá por 1335, unos estudiantes revoltosos de Oxford, acompañados de sus tutores, decidieron mudarse a Stamford y fundar allí su propio colegio (college). Escandalizadas, sus señorías académicas de las universidades de Oxford y Cambridge (¡las dos juntas!) pidieron al rey Eduardo III Plantagenet que obligase a los rebeldes a retornar. Todavía hoy, existe la tradición de que un estudiante de artes en Oxford jure “no estudiar en Stamford”.
Por tanto, el hijo del taxista Dexter de Stamford no pudo estudiar en un venerable colegio universitario en su propia ciudad. Luego de hacer servicio militar estudió en Cambridge (Christ College) de donde salió con una maestría 1958. La siguiente década la dedicó a la enseñanza (en grammar schools, es decir bachillerato) de la zona de las tierras medias (Midlands) pero una sordera adquirida le obligó a dejar la cátedra y en 1966 pasó a trabajar en la Universidad de Oxford, en el departamento de exámenes. Su personaje, Endeavour Morse, regresa a Oxford en los mismos años (1963-1966) y es un amante de la música. Todo es biografía.
La anécdota medieval y la necedad de las tradiciones inglesas vienen a cuento porque el personaje creado por Dexter es un estudiante oxfordiano (oxoniensis se autonombran) que no siguió carrera académica y prefirió ser un “humilde” policía. Como Dexter sitúa sus aventuras en la ciudad universitaria, esta doble naturaleza de Morse aparece una vez tras otra en los diálogos. En Endeavour, cuando el detective-inspector debe entrevistar a viejos condiscípulos ó profesores, nunca falta que alguno le recuerde que “después de todo, no eras Oxford material”. Las clases existen y los de Arriba se resisten a desaparecer. Endeavour (“esfuerzo”) ve a esta clase acomodada desde fuera y con desconfianza.
Porque el elitismo mata. Una cosa que me ha impresionado es que en las primeras cuatro temporadas de la serie Endeavour de ITV los guiones nos muestren cómo, en la ya muy liberal y decente sociedad inglesa de los 1960s, seguían existiendo élites privilegiadas que no dudaban en usar su poder y su dinero para asegurar la impunidad de sus miembros –incluso en crímenes violentos. En un momento, el misterio nos descubre una conspiración para urbanizar unos terrenos. En ella las tierras de una rica familia donadas a un college oxoniano para sus trabajos académicos son ambicionadas por compañías fraccionadoras y una cliqué de burócratas corruptos en la alcaldía. (Habas se cuecen tanto en Oxford como en San Luis Potosí, lectora.) Un gran negocio del que hacen cómplices a varias señorías académicas. El asesino no era el mayordomo, sino un muy distinguido profesor…
El joven Endeavour (criado por una madre cuáquera) se enfrenta, en otro momento, a una retrógrada defensora anglicana de la decencia y a un grupo de rock idolatrado por las adolescentes de la región. Detalle: ambos bandos viven cómodos y complacientes en los palacetes que la nobleza británica estaba abandonando en aquellos años. (Ya llegaremos a Downtown Abbey, querida lectora.) ITV nos muestra una élite desapegada de lo que ocurre en la realidad e incapaz de mostrar la amabilidad (kindness) que tanto el laborismo como el torismo razonable del medio siglo británico vendían como alimento básico del Estado de bienestar. De hecho, en algún momento, cuando un caso le lleva a descubrir el asesinato de un niño a manos de adultos abusadores escondidos en altos puestos, la maquinaria corrupta del Estado le inicia procedimiento a Morse para acallarlo, Así termina una temporada, dejando a la audiencia cargada de impotencia.
Por supuesto, quien vea Endeavour sabe que el inspector Morse sobrevivirá a ese predicamento y que veinte años después estará dando lata en Oxford. Porque esta serie es una precuela de Inspector Morse (ITV, 1987-2000).
No. El mundo británico no es rosa, como quiso mostrárnoslo la primera temporada de The Crown… Eso sí, ¡qué bellos son los Jaguares Mark 1 1964 que, al parecer, compró a sus policías el Estado británico bajo el laborismo de Harold Wilson! Belleza al servicio de una seguridad pública que, en el ánimo de Dexter/Morse, debía proteger al débil de la rapacidad del fuerte.