La seguridad pública y la salud son dos grandes pendientes que ayer el gobernador comprometió como suyos en entrevista banquetera. No es cosa menor que haya asumido sendos temas como la prioridad de su gobierno que apenas se acerca al primer año.
Es bueno tener claridad acerca del rumbo que motivarán las acciones y políticas públicas de su administración. Sin duda el tema de salud siempre ha sido un asunto básico en las familias mexicanas, el tema es especialmente sensible luego de los aprendizajes que dejó la pandemia.
Ambos aspectos, salud y seguridad pública, son indicadores que se miden a nivel mundial y que son parte esencial para señalar la calidad de vida de los ciudadanos el planeta, desde el Índice de Desarrollo Humano propuesto por las Naciones Unidas hasta el Índice de la Felicidad. Pero sobre todo están ligados a otros factores igual de graves y esenciales que tienen que ver con pobreza, corrupción, educación, empleo, salarios dignos, entre otros.
La tarea no es fácil y menos teniendo ejemplos tan cotidianos y graves. Basta darse una vuelta al Hospital Central y mirar sus rezagos, sean herencia o no, lo cierto es que nadie parece querer resolverlo de fondo, gobernadores van y vienen y la permanente crisis de ese nosocomio parece ser interminable. Ahí se encuentran las más desgarradoras historias que se convierten en tragedias familiares. Sin equipos, suministros, medicinas y aun así se siguen haciendo milagros.
No se diga en el IMSS, tampoco faltan las historias en las que se revela el grado de abandono del sector salud. Pero a la reciente firma con la federación habrá que seguirle la pista, para saber si fue de verdad un acuerdo de colaboración o simplemente un cheque en blanco al gobierno federal que sirva de deslinde anticipado, literal, curarse en salud y lavarse las manos antes de las salpiquen las carencias y necesidades interminables, tanto en los Centros de Salud comunitarios de primer nivel de atención en las comunidades rurales hasta los grandes hospitales.
Ni salud y seguridad son tareas sencillas, en especial considerando las condiciones de abandono y negligencia (por decir lo menos) que durante años se vivieron en los diferentes órdenes de gobierno.
Con todo y FENAPO, la realidad sigue… si bien habría que reconocer que a pesar de los multitudinarios eventos y una que otra falla operativa, a 48 horas de finalizar, parece que habrá saldo blanco.
Pero incluso en medio de esa sana distracción de feria, los golpes de realidad no dieron tregua… desde los ataques armados en varios municipios, la tragedia de salud de la niña Camila en el municipio de Salinas hasta la enésima falla de El Realito que ya parece un juego de papa caliente al que nadie quiere resolver.
Ya es una burla para los ciudadanos, ninguna autoridad ha informado de pasos concretos para hacer que -jurídica o administrativamente- los responsables de esa obra mal hecha paguen como se debe y que habría que seguirle la pista a esa danza de millones de pesos tirados en tuberías chafas y obras de pésima calidad.
Por Lidia Juache