La próstata es un órgano glandular del aparato reproductor masculino que está situado en la zona pélvica, por debajo de la vejiga y por delante del recto. Su función es la de producir un fluido que forma parte del líquido seminal y que lo nutre y ayuda a su transporte.
El origen del cáncer de próstata (CP), según explica el Dr. Jaume Fernández-Ibiza, oncólogo radioterápico del Centro 360 de Excelencia Oncológica GCCC, de Genesiscare y Clínica Corachan, se halla en los cambios en el ADN de las células glandulares de este órgano, y el principal factor de riesgo para que ello se produzca es la edad. A mayor edad mayor riesgo de desarrollar un cáncer de próstata.
El CP es el tumor más frecuente en varones y constituye la segunda causa de mortalidad por cáncer en varones (por detrás del cáncer de pulmón y colorrectal). Actualmente en España la estimación de su prevalencia es de unos 106.941 casos, lo equivalente al 13,8 % de todos los casos de cáncer.
La edad media a la que se acostumbra a presentar un cáncer de próstata es a los 65 años. Se suele diagnosticar en estadios iniciales, por lo que presenta unas tasas de supervivencia a 5 años muy altas, de entre el 85 y 90%.
PRIMEROS SÍNTOMAS
Lo más habitual es que se presente de manera asintomática, aunque sí se observarán elevados niveles séricos de PSA (antígeno específico de la próstata). En fases más avanzadas se pueden observar también síntomas urinarios obstructivos.
No existe un cribado poblacional de CP, simplemente se recomienda realizar análisis con niveles de PSA y revisión urológica anual a partir de los 50 años. Se recomienda acudir al especialista, en este caso al urólogo, cuando se detecten niveles en sangre de PSA superiores a 4, o bien cuando aparezcan síntomas obstructivos urinarios.
La prueba con más sensibilidad para detectar un CP es la resonancia magnética (RM) multiparamétrica, aunque la confirmación del diagnóstico siempre será a través de una biopsia transrectal guiada por ecografía o por fusión ecografía-resonancia.
El urólogo es el especialista que realiza normalmente el diagnóstico, y también el que puede realizar el tratamiento en los casos en que esté indicada la intervención quirúrgica.
TRATAMIENTO
Según el estadio inicial en el que se encuentre el tumor cuando se diagnostica será clasificado en un grupo determinado de riesgo. En estadios iniciales, los pacientes afectados de CP tienen tres opciones igual de eficaces: la prostatectomía radical, que consiste en extirpar la próstata; la radioterapia, en la que se administran radiaciones ionizantes sobre la próstata, y la braquiterapia, mediante la que se introducen fuentes radioactivas en el interior de la próstata que atacarán a las células cancerosas.
Tal como expone el Dr. Jaume Fernández-Ibiza, “actualmente, y gracias a la tecnología, hemos reducido de forma importante la cantidad de sesiones de radioterapia que utilizamos para tratar el CP”. Históricamente se realizaban 38 sesiones -una al día, durante 38 días-y hoy en día oscila entre las 20 y las 28 sesiones, según los tratamientos más generalizados.
Estos esquemas de tratamiento más cortos se basan en administrar la radiación aumentando la dosis por sesión, manteniendo la dosis total necesaria para la curación.
“También en los últimos años hemos incorporado esquemas ultracortos, en los que somos capaces de realizar un tratamiento completo en 5 sesiones diarias. Todo ello gracias a las herramientas tecnológicas que nos permiten ser más precisos y a su vez minimizar la toxicidad”, añade el especialista en oncología radioterápica.
El perfil de efectos secundarios a largo plazo varía en función del tipo de tratamiento. La prostatectomía puede provocar cierto grado de incontinencia de orina e impotencia sexual, en cambio tras la radioterapia es más habitual observar inflamación crónica de tejidos irradiados, tales como el recto y la vejiga. Pero, con los avances en técnicas quirúrgicas y en tecnología propia de radioterapia, se está consiguiendo minimizar estas secuelas.
Aproximadamente entre un 20 y un 30% de los pacientes tratados de un CP con cualquiera de las opciones terapéuticas puede presentar una recidiva de la enfermedad.
CAMBIO DE HÁBITOS
Sobre todo, si el paciente va a realizar un tratamiento mediante radioterapia, es necesario realizar una dieta baja en grasas y fibra para reducir la hinchazón del recto y asas intestinales, con el objetivo de proteger estos órganos de la zona de irradiación, y así evitar efectos secundarios indeseables.
Pero, ¿Se puede prevenir el cáncer de próstata? Como detalla el Dr. Fernández-Ibiza, los tomates y las sandías tienen un alto contenido de licopenos, que son antioxidantes que ayudan a prevenir el daño al ADN.
Algunos estudios sugieren que los licopenos podrían ayudar a reducir el riesgo de CP, aunque no existe una evidencia muy clara al respecto. Tampoco existe evidencia de otras sustancias que puedan disminuir el riesgo, como el selenio y la vitamina E; a pesar de ello, se sigue investigando en este sentido.
Los tomates y las sandías tienen un alto contenido de licopenos, que son antioxidantes, ayudan a prevenir el daño al ADN
Sobre las principales dianas de estudio actualmente en la investigación del cáncer de próstata y qué se espera para los próximos años, el especialista de GCCC, argumenta que “además de los avances tecnológicos que permiten realizar mejores tratamientos, actualmente la investigación se centra en el estudio de los cambios genéticos asociados al CP y su posible aplicación clínica para los casos más avanzados y resistentes a los tratamientos habituales”.
Y otra línea de investigación es la de desarrollar pruebas detección precoz que consigan diagnosticar la enfermedad en fases más tempranas.
Con información de: El Periodico